Usted está aquí: viernes 21 de diciembre de 2007 Mundo Jura como diputada una hija de desaparecidos políticos argentinos

Un militar se apropió de Victoria Donda

Jura como diputada una hija de desaparecidos políticos argentinos

Stella Calloni (Corresponsal)

Ampliar la imagen Imagen de archivo de Victoria, tomada durante una visita a la Esma Imagen de archivo de Victoria, tomada durante una visita a la Esma Foto: Reuters

Buenos Aires, 20 de diciembre. Por primera vez una hija de desaparecidos, Victoria Donda, quien nació en el centro clandestino de detención de la Escuela de Mecánica de la Armada (Esma) y fue apropiada por militares de la pasada dictadura (1976-1983), juró el pasado miércoles como diputada por la provincia de Buenos Aires.

Cuando las abuelas la buscaban en los últimos años los medios le llamaron “la niña del hilo azul” y su historia es todo un símbolo del horror que vivió Argentina bajo la dictadura y de la lucha por la verdad que llevan adelante los familiares.

Victoria fue recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, con la ayuda de la nueva organización Hermanos, en 2004.

Su madre, María Hilda Pérez de Donda, fue secuestrada el 28 de marzo de 1977 –cuando estaba embarazada de cinco meses– por militares de la fuerza aérea argentina. Poco después fue secuestrado su esposo, José María Laureano Donda.

En agosto de ese año, María Hilda fue llevada a la Esma desde otro lugar en donde estaba y allí nació la niña, a quien puso de nombre Victoria. En los 15 días que estuvieron juntas, tratando de que pudieran identificarla le colocó a la manera de un arete un hilo azul.

Y fue ese hilo azul lo que condujo en una búsqueda incansable hasta aquella familia a la que fue entregada por su propio tío el ex militar Adolfo Donda Tigel, jefe de operaciones de la Esma, quien se la arrebató a su madre, además de haber entregado a los dos desaparecidos.

Donda Tigel, acusado por 62 delitos de lesa humanidad, no dudó en entregar a su propio hermano y a Victoria, apropiándose además de la otra hija del matrimonio desaparecido, de un año de edad.

También amenazó y persiguió a Leontina Puebla de Pérez, su abuela materna, que fue una de las 12 fundadoras de la organización Madres de Plaza de Mayo, quien debió buscar refugio en Canadá.

El 25 de julio de 2003, una denuncia anónima llegó a las Abuelas de Plaza de Mayo. Era Victoria Donda, quien dudaba de su identidad; entonces se supo que una niña nacida en la Esma en julio o agosto de 1977, que llevaba como arete un hilo azul y fue entregada por un militar a un miembro de las fuerzas de seguridad.

Lo anterior y la reconstrucción histórica de las desapariciones llevó hasta el lugar donde rescataron a Victoria y fue la nieta número 78 que encontraron las Abuelas de la Plaza de Mayo. La joven figuraba como hija del apropiador y de su esposa.

Por eso el miércoles anterior en los palcos del Congreso había en las tribunas un público muy distinto. Estaban las madres y abuelas de la Plaza de Mayo, hijos, familiares de desaparecidos que lloraron y aplaudieron con emoción a esta joven, que cuando aún estaba apropiada ya trabajaba en tareas de ayuda a grupos más necesitados. El hilo azul de su madre –dice ella– hasta hoy la sigue guiando.

Por esas mismas horas otra noticia corrió de boca en boca por los pasillos del Congreso, donde también se expuso el caso del prefecto Héctor Febres, otro hombre clave de la Esma, quien iba a ser condenado a unos 25 o más años de prisión por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la pasada dictadura militar en ese mismo centro del horror.

Febres apareció muerto en su celda de la prefectura, donde estaba detenido. Se descubrió que tenía una alta dosis de cianuro en la sangre.

El hecho determinó que el juez federal Sergio Torres dispusiera que 15 ex militares, entre ellos los ex marinos Alfredo Astiz, Jorge Acosta, Jorge Rádice, Adolfo Donda Tigel y otros de los emblemáticos verdugos de la Esma, sean trasladados a una cárcel común.

Irán al penal de Marcos Paz, donde también están cumpliendo prisión varios condenados, como el ex sacerdote Christian von Wernich, todos responsables de delitos de lesa humanidad.

En tanto, manifestantes de distintos sectores realizaron hoy marchas y actos para recordar a las cinco víctimas de la represión policial cuando se produjo el estallido popular conocido como “argentinazo”, el 20 de diciembre de 2001. Más de 30 personas murieron ese día en todo el país.

El entonces presidente de la república, Fernando de la Rúa, decretó el estado de sitio después de saqueos en distintos puntos de Buenos Aires y se produjeron un masivo cacerolazo y manifestaciones que atravesaron toda la ciudad y confluyeron hacia la Plaza de Mayo.

El 20 de diciembre, una violenta represión en esa zona produjo las cinco víctimas en esta capital y varios heridos, pero la rebelión continuó, ante lo cual De la Rúa renuncio en la noche y el país entró en la crisis más grave de su historia política.

Éste fue un día de recordaciones y exigencias de justicia.

 
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