18 de diciembre de 2007     Número 3

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


Ecuador: cómo se derrotó al TLC

Francisco Hidalgo Flor

Hace un año, en diciembre de 2006, el gobierno entrante ratificó la decisión de dar por terminadas las negociaciones y no suscribir un tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Ecuador; se concluyó así una etapa importante de la lucha popular, especialmente de los sectores campesinos e indígenas, que durante casi una década resistieron y confrontaron las políticas de expansión agroalimentaria de la potencia del norte.

Este logro fue abonado por varios factores. Dentro del bloque agrario se puede mencionar el auge del movimiento indígena, especialmente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), que aportó nuevas visiones provenientes de las demandas de plurinacionalidad y multiculturalidad, y que, traducidas el debate sobre el tratado comercial, dieron énfasis a temas como semillas, formas tradicionales de producir, propiedad intelectual y biopiratería.

También fue importante la crisis de las economías campesinas, en constante deterioro desde inicios de los años 90, por la persistente caída de los precios en los productos campesinos, la cual se agudizó por la dolarización, pues desde el año 2000 Ecuador adoptó como moneda nacional el dólar americano y ello provocó pérdidas en los precios de venta, pero incrementos en los costos de los insumos.

Otro factor fundamental en el debate del tratado fue la conciencia social de que los únicos probables “ganadores” hubieran sido unos pocos agroexportadores ligados a la producción de flores, frutas exóticas y productos del mar. La consigna de “el TLC significa muerte” caló hondo en sectores campesinos e indígenas.

Recuperar soberanía. Un elemento adicional fue la articulación de la lucha contra el Tratado de Libre Comercio (TLC) con las demandas por recuperar la soberanía nacional ante a la explotación petrolera, especialmente frente a los casos de la trasnacional Occidental Company y el destino de las “rentas adicionales” por los nuevos precios del petróleo en el mercado internacional. Con ello se sobrepasó el ámbito del cuestionamiento de lo rural y se asumió un plano nacional.

Las empresas trasnacionales petroleras llevaban para sí el 100 por ciento de las ganancias por encima del precio de 25 dólares por barril de petróleo, pues los contratos suscritos con el Estado ecuatoriano entre los años 1999 y 2000 no contemplaban reajustes por variación de precios. Ése fue un escándalo enorme, al cual se sumó la denuncia de que la Occidental Company había incumplido normas contractuales con el Estado, al renegociar las zonas de explotación en la región amazónica.

Esto consolidó las tendencias dentro del aparato del Estado y la burocracia gubernamental, de que había que presionar a las trasnacionales petroleras, aun a costa de poner en riesgo las negociaciones de un TLC con Estados Unidos, pues a final de cuentas mayores eran las pérdidas por dejar intactas las prebendas de estas empresas, que aquellas que pudieran venir por el acuerdo comercial.

De esta manera, tanto el gobierno como el Congreso nacional de ese entonces resolvieron aprobar una ley que recuperó rentas petroleras para el Estado y declaró la caducidad del contrato con la Occidental Company.

Esto fracturó la negociación del TLC, pues los voceros del Departamento de Estado de la Unión Americana expresaron que era inconcebible que se afectaran de esa manera los intereses de compañías de su país.

Un factor adicional que frenó el TLC fue el derrumbe político del discurso neoliberal y la consecuente quiebra política de los partidos y voceros de la derecha. Recordemos que el discurso de la libre empresa, el aperturismo y la flexibilización organizaron a la derecha ecuatoriana desde los años 90 –ya no necesitaban pensar, era suficiente con repetir el discurso hegemónico–, pero la crisis económica de 2000 y procesos sociales muy duros como la ola emigratoria de ecuatorianos hacia Estados Unidos y España, dejaron claro ante la sociedad la imposibilidad de seguir por esa vía.

La lucha contra el TLC marcó un punto de inflexión, de alteración, en el debate sobre el desarrollo del país y una situación de quiebre en las correlaciones de fuerzas sociales y políticas; de allí su trascendencia.
La población ecuatoriana quitó masivamente apoyo a los voceros de los programas de ajuste, del libre mercado, y giró la atención y el apoyo hacia propuestas diferentes, de cambio.

Coordinador del Sistema de Investigación sobre la Problemática Agraria en Ecuador (SIPAE)
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