Usted está aquí: martes 11 de diciembre de 2007 Opinión Itacate

Itacate

Cristina Barros y Marco Buenrostro
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Salud alimentaria

La variedad de alimentos presentes en la mesa de los antiguos mexicanos causó admiración en notables españoles. Francisco Hernández, como puede leerse en el libro de reciente aparición, La alimentación de los antiguos mexicanos en la Historia natural de Nueva España (Universidad Nacional Autónoma de México), expresa con frecuencia su reconocimiento a esta diversidad biológica.

Respecto de los hongos de estas tierras, comenta: “algunos son blancos, otros amarillos, rojos, pardos, negruzcos, matizados, verdosos, de tan varios colores, en fin, que ningún artista podría igualarlos por hábil y diligente que fuese…” No sólo difieren en color, continúa, sino también en sus propiedades, tamaño y forma. Del maíz expresa que gracias a este cereal “podrían tal vez librarse del hambre y de los innumerables males que de ella derivan”.

Al referirse a los batracios, exclama: “¡Qué variadas son las costumbres humanas y cuánta diversidad de productos naturales se emplean en las comidas y surten las mesas en las distintas regiones del mundo!

Comenta que muchos de sus paisanos se horrorizaban al ver a los indios comer renacuajos, y aquí lo traicionan los prejuicios, pues escribe: “Deléitense ellos con sus platillos nacionales con tal de que nos dejen a nosotros comer sus gallinas cuyos machos son los llamados gallipavos” (guajolotes).

Al parecer con el tiempo el desprecio ha prevalecido por sobre la admiración respecto de costumbres alimentarias que muestran su eficacia en el gran desarrollo que lograron nuestros antepasados y en los testimonios respecto de su condición física y salud plasmados por muchos cronistas.

Añádase el desdén de los gobernantes por dar a conocer las bondades de la dieta tradicional mexicana y orientar a la población hacia una alimentación sana. La mayoría de los medios de comunicación masiva privilegian alimentos industrializados, utilizando a niños como anzuelo, sin que se evite.

Sin duda el sistema educativo y las autoridades del sector salud tendrán que promover la dieta tradicional de los mexicanos, en la que el maíz, el frijol, los quelites y las frutas tienen un importante papel.

Un conjunto de organizaciones, entre otras El poder del consumidor, preocupadas por el grave aumento de la obesidad y otras enfermedades asociadas a una dieta con abundancia de azúcares, grasas y harinas industriales, ha editado un Manifiesto por la salud alimentaria, en el que se exige que en las escuelas se ofrezca a los educandos alimentos sanos y nutritivos.

También que haya una orientación permanente en los medios de comunicación y en las escuelas respecto de los alimentos recomendables, y que se prohíba transmitir anuncios de alimentos chatarra dirigidos a los niños en espacios dedicados a la programación infantil.

Es necesario, además, garantizar la seguridad y la soberanía alimentarias para “que el país pueda producir sus alimentos básicos y que éstos sean accesibles a la población”.

Como padres, como maestros, como ciudadanos, nos corresponde adherirnos a estas propuestas, obligando al gobierno y a los legisladores a atenderlas.

 
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