Ojarasca 128 diciembre 2007

El doctor Zedillo

y la Revolución Verde en África

Diez años después de la matanza de Acteal, perpetrada como parte de la guerra de traiciones que Ernesto Zedillo emprendió contra las comunidades zapatistas, el expresidente, miembro de las juntas directivas de Union Pacific (dueña de los ferrocarriles privatizados durante su mandato), Procter&Gamble y Alcoa, es nombrado asesor de la Fundación Bill & Melinda Gates en Desarrollo Global, uno de los tres paneles de “expertos externos” que formó en aras de “buscar consejo de voces externas… expertos con un amplio margen de experiencia y perspectivas relevantes a los asuntos nodales de la fundación”. Patty Stonesifer, directora ejecutiva, afirma: “Estamos honrados de que estos hombres y mujeres distinguidos hayan accedido a ser nuestros socios críticos”.

Y uno de esos “asuntos nodales” es el proyecto AGRA (Alliance for a Green Revolution in Africa) que la Fundación Gates lanza con la Fundación Rockefeller: una alianza para instrumentar una nueva Revolución Verde como la que devastó las tierras, los sistemas nativos de semillas, los ecosistemas y los saberes tradicionales campesinos en América Latina y Asia (y que profundizó la vía industrial de la agricultura y santificó los paquetes comerciales de semillas de diseño y agrotóxicos, secuestrando la actividad agrícola en todas sus fases).

El proyecto continental anuncia desde la cúpula de fundaciones empresariales que enfrentará el problema del hambre de 200 millones de personas (un tercio de la población africana), mediante una inversión inicial de 150 millones de dólares para “mejorar las semillas nativas” de los cuales Gates pondría cien millones y Rockefeller el resto, para un programa con horizonte de 20 años. Mediante una de las ONG que financia, africancrops.net, la Fundación Rockefeller canta así las bondades de la Revolución Verde africana:

La Revolución Verde original fue producto de la filantropía, mediante una asociación negociada cuidadosamente con los gobiernos. Esta asociación comenzó en México: después de buscar y recibir una invitación del gobierno mexicano, la Fundación Rockefeller creo la Oficina de Estudios Especiales dentro del Departamento de Agricultura mexicano [sic], que en principio contaba entre su personal con científicos en la nómina de Rockefeller. Después se expandió a Colombia, India, Paquistán, Filipinas y a más sitios en América latina y Asia. […] La Revolución Verde no fue sólo el triunfo de la ciencia sin límites, de la largesse [generosidad infinita, dice el diccionario] occidental o el libre comercio —tres de las soluciones favoritas que están a debate popular en África, hoy. Fue en parte un acto de filantropía, sumando expertos, gobiernos, y a fin de cuentas a académicos y agricultores en una asociación cuidadosamente tejida para que creciera geométrica y deliberadamente por muchos años […] Lograr una Revolución Verde en África es un reto de muchos niveles. En su nivel más fundamental, comienza con variedades mejoradas de cultivos con el fin de obtener cosechas más vastas, diversas y confiables. Esto requiere no sólo de la aplicación astuta de la ciencia sino del desarrollo de nuevas generaciones de científicos agrícolas africanos entrenados.

Suena muy mal. Como en la primera Revolución Verde, hay un menosprecio por la sabiduría campesina africana. Hay la enorme estafa de presumir la aproximación científica cuando lo que está en juego es el control absoluto del proceso por parte de las empresas involucradas. De hecho, algo de lo más grave que ocurre con el protagonismo Gates/Rockefeller en su “empresa de riesgo compartido” es que desplaza a las ONG y a las comunidades al papel de maquiladoras. A los gobiernos les asigna el papel de cuidadores de los nuevos territorios colonizados. Son las fundaciones/empresas quienes dirigen la “transformación”.

Vía Campesina, y una alianza de más de 70 organizaciones sociales africanas reunidas en el Foro Social Mundial de Nairobi cuestionaron profundamente a AGRA, como también el Foro Nyeleni para la Soberanía Alimentaria en Mali, que rechazó por completo el proyecto.

Si en las regiones que sufrieron la primera Revolución Verde la devastación fue enorme, en África, con las distorsiones económicas impuestas por la omc a las políticas agrícolas, con las tremendas hambrunas, la inimaginable migración, las interminables e invisibles guerras, las enfermedades, la desatención del mundo y el desgajamiento de los sistemas sociales y por ende agrícolas, la catástrofe puede no tener precedentes.

Las más graves hambrunas y epidemias apocalípticas derivan de las guerras, que en realidad esconden un activo mecanismo de las grandes corporaciones para desarticular la vida cotidiana de millones de personas, establecer un clima perenne de privación, zozobra, fragilidad, muerte y terror con tal de expoliar hasta las últimas costras de lodo de territorios ricos en recursos naturales, como en Etiopía, Somalia, Ruanda. Está muy documentado que la supuesta “guerra civil” en la República Democrática del Congo (RDC) que cuesta ya más de 4 millones de muertos en diez años (es la guerra más letal de la actualidad), la emprendieron Ruanda y Uganda en territorio congoleño para saquear sus abundantes reservas de diamantes, oro, cobalto, casiterita y coltán (columbita-tantalita) de la que se extrae tantalio, un súper conductor que soporta al tas temperaturas y se utiliza en fibra óptica, microchips, computadoras portátiles y baterías para los más de mil millones teléfonos móviles a nivel mundial. Adivinen quiénes son las promotoras y beneficiarias directas o indirectas de esta masacre generalizada.

En un escenario así, la inclusión de un ex presidente de México con largo historial genocida como Ernesto Zedillo, en calidad de asesor en Desarrollo Global de la Fundación Gates, punta de lanza de la “salvación” de África e “indirectamente” beneficiaria de sus guerras sin cuartel, se vuelve la señal más ominosa de esta nueva Revolución Verde. Los cientos de asesinados con su anuencia o su orden en Aguas Blancas y El Charco en Guerrero, y Nixtalucum, Sabanilla, Tila, Tumbalá, Salto de Agua, varias zonas de Chenalhó incluido Acteal, Unión Progreso y Chavajeval, en Chiapas, comenzarán a danzar con los millones de fantasmas del África, conforme este sujeto asesore más “proyectos desarrollistas” en esta nueva privatización: la de la guerra de baja intensidad que hoy las grandes empresas deciden emprender directamente, dándole la razón a Joseph Conrad cuando escribió en 1902, en El corazón de las tinieblas, que en África lo terrible de la voracidad de los extranjeros los llevaba, “con tal de saquear, a la jugada más vil que alguna vez haya desfigurado la historia de la conciencia humana”.

Ramón Vera Herrera

 

Familia Victoriano, mexicaneros (nahuas), Durango  

 

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