Usted está aquí: viernes 7 de diciembre de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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20 dardos envenenados al corazón azul

Se puede gobernar sin defraudar

El gobierno calderonista, copia al carbón

Dice el panismo organizado que, como reza el tango: 20 promesas no son nada, y que Marcelo Ebrard, que las lanzó como dardo envenenado al corazón azul, e hígados que lo acompañan, tendrá que hacer alianzas con Calderón para sacar adelante muchas de ellas.

Ebrard hizo un compromiso con la gente del DF: no hacerse cómplice del fraude que se ejecutó en contra ellos, y congruente con ese compromiso, ha llegado ya a un punto de no retorno, es decir, si antes de cumplirse el primer año de su gobierno se hubiera doblado, y en el supuesto bien de su salud política hubiera aceptado ser comparsa del panismo organizado, tal vez, sólo tal vez, algunos lo hubieran comprendido cegados por el discurso mal armado que indica: el que no transa no avanza.

No fue así. Ebrard demostró, según se indica en el informe de su primer año de gobierno, que las obras y los apoyos que puede recibir la ciudad y sus habitantes nada tienen que ver con la complicidad propuesta, y que en el futuro que esbozó, tampoco está la figura de Calderón como la aduana por la que tiene que pasar el gobernante del Distrito Federal.

Así pues, si en algún momento se podría haber dicho que por el bien de la ciudad había que doblar las corvas, ahora ya no hay argumento que valga. Sí se puede gobernar sin defraudar al elector, es más, es posible hacerlo hasta mejor de lo que hace la administración federal.

Y es que se empiezan a utilizar, incluso, las armas que ha dado el mismo neoliberalismo para lograr los fines que cambien los cauces de injusticia en que ha vivido la ciudad de México.

La semana que entra, el jefe de Gobierno acudirá a la Bolsa Mexicana de Valores, desde donde se emitirán bonos por 8 mil millones de pesos en fideicomisos de infraestructura y bienes raíces, que servirán para dar apoyo a una parte de los compromisos que anunció el miércoles pasado.

Entonces, no cabe duda. Ni la foto, ni el abrazo ni el apretón de manos sirven para sustentar los proyectos de crecimiento que permitan seguir con el plan de hacer mejor al DF, y es que, por lo demás, hay normas y leyes que aseguran el acuerdo de trabajo entre los dos gobiernos, el federal y el local, y tratar de romperlos sería tanto como no omitir el pacto federal que da existencia al país, así que la foto no hace falta.

De esa forma, ese asunto debe ser para el gobierno de la ciudad de México un capítulo cerrado. El plan de 20 puntos propuesto por Ebrard deberá ocupar el tiempo suficiente como para que la preocupación sea deshojar la margarita entre el sí o el no. La decisión ya está tomada.

Y no sólo eso, los rumbos de gobierno se alejan cada día más. Aunque Calderón ha tratado de copiar muchos de los programas que se han puesto en marcha desde la capital, el del Seguro de Desempleo marca una de las más profundas diferencias que por más que no quiera aceptar el panismo organizado, es una realidad para la gente de la ciudad. Ni modo.

De pasadita

En unos días más el jefe de Gobierno capitalino iniciará una serie de viajes para promover inversiones para la capital. Primero estará en la ciudad de Los Angeles, donde se inaugurará la primera Casa del Migrante; después irá a España, Alemania, China, India y otras ciudades de Estados Unidos, así que como se ve, no habrá tiempo para malos pensamientos.

Uno de los proyectos para esos viajes es lograr los acuerdos necesarios para cumplir con la promesa de hacer que las escuelas públicas del DF cuenten con Internet gratuito para el año que se nos viene encima. Ojo con eso.

 
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