Usted está aquí: miércoles 5 de diciembre de 2007 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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Logros, avances y pendientes en el DF

Hoy se cumplen 10 años de gobiernos de izquierda

La gente, llave del cambio

La ciudad de México, una de las más importantes del mundo, la más importante del país, sin duda, la capital de la República, cumple hoy 10 años gobernada por la izquierda.

¿Motivo para celebrar? Tal vez. Lo que no se puede ocultar, por más que se trate de sepultar con la lápida de los espots, es el cambio, ese cambio que en muy pocas palabras significa devolver al habitante los derechos ciudadanos que se perdieron durante los 15 años de neoliberalismo antecesor.

El daño pudo haber sido mayor. El empleo se derrumbó, el sistema de salud pública se deterioró a tal grado que el sobrevivir a una enfermedad ya no era cuestión de estado, sino del estado financiero de los enfermos o sus familiares; la educación se instaló en algún sitio del olvido federal, y la respuesta a la demanda fue la proliferación de escuelas de paga a las que sólo una parte de la población tenía acceso –en esos 15 años de los que hablamos, no se construyó ni un solo plantel de educación media superior o superior en la ciudad–, la vivienda sólo se sustentaba en los sueños guajiros de la población; las calles se convirtieron en trampas, muchas veces mortales, para quienes deambulaban por ellas, y la construcción de vialidades, simplemente estaba fuera de la imaginación de los gobernantes.

No queremos decir con esto que en la década que hoy se cumple todo ha quedado resuelto. No. Todas las virtudes de los tres gobiernos consecutivos de la izquierda en el DF no han servido, aún, para zanjar la desigualdad que provocó aquel periodo en el que el daño a la sociedad pudo haber sido mucho mayor, pero fue profundo.

El gran descubrimiento, la llave del cambio, fue la gente. Desde la sociedad se lanzó el mandato: el gobierno tiene que cumplir con lo que el gobierno debe a sus ciudadanos: sus derechos. Entonces, con lo poco o mucho que se ha logrado, según se quiera ver, se ha devuelto un tanto de ciudadanía a aquellos que como los ancianos, ya no contaban para nadie, o como los jóvenes, que sin posibilidades de continuar sus estudios, y sin futuro, se enlistaron en las filas de la delincuencia.

Pero además, el modelo ha profundizado con proyectos de perfil indiscutible. El seguro de desempleo y la creación de cooperativas, dan certeza al rumbo, y señalan que sí es posible sentar bases para una nueva relación entre el gobernante y quienes lo votaron para que en sus manos estuvieran las decisiones. Es decir, quienes han elegido a la izquierda partidista como gobierno dormirán tranquilos porque podrán argumentar que los gobernantes del DF no han robado, que no se han dado a la tarea de buscarse chambas en el extranjero, y que no han entregado la ciudad a los intereses de otros países.

Pese a ello, el Partido de la Revolución Democrática no ha sabido crecer al parejo de sus gobiernos en la capital, es más, hoy una parte facciosa de él, es su peor enemigo, y desde posiciones de poder tratan de entorpecer cada uno de los pasos que intenta el gobierno local.

A fin de cuentas, la víspera del primer Informe de gobierno que rendirá el tercer gobernante de izquierda en el Distrito Federal, Marcelo Ebrard, se puede hablar, en serio, de cambios porque son tangibles, y dan idea del porqué en la ciudad de México la gente sigue ese rumbo.

De pasadita

La versión salió de Los Pinos, y allí se dice que la pista de hielo que creó el gobierno de Marcelo Ebrard en el Zócalo heló los festejos que Felipe Calderón suponía para su primer año de impostura. El discurso falaz se perdió entre el cúmulo de comentarios que se llevó la pista.

Por ello, nos cuentan, se dieron a la tarea de encontrar algún grupo –extranjero, por supuesto– de expertos en entertainment que a partir de ya buscarán la forma de ofertar, desde el gobierno federal, una serie de espectáculos que mermen el éxito del jefe de Gobierno capitalino. ¡Qué barbaridad!

 
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