Usted está aquí: domingo 2 de diciembre de 2007 Opinión El Correo Ilustrado

El Correo Ilustrado

Expresa solidaridad con Lydia Cacho

Lo que acaba de suceder en la Suprema Corte de Justicia es de náusea, porque nos muestra que la corrupción y la impunidad siguen siendo materia corriente en el país. Resulta aterrador porque queda claro que el ciudadano común y corriente no tiene ninguna protección. En México los que mandan son los violadores, los pederastas, la delincuencia organizada, los narcopolíticos. Con razón Fox está tan campante, pues conoce a los suyos y sabe que no va a pasar nada; con razón el cínico de Marín se atreve a hablar de ética; con razón al sinvergüenza de Ulises Ruiz se le encuentra en los mejores hoteles de la ciudad de México departiendo feliz de la vida con sus compinches, etcétera. Es una sensación devastadora, de enorme decepción, y que se añade a las muchas razones por las que los humanos migramos.

Sin embargo, este caso ha concitado algo inusitado y es la reprobación unánime contra la “honorable” Suprema Corte de Justicia. Esto nos obliga a todos a “buscar la mano que mece la cuna”, no sólo para apoyar a la periodista sino para que México transite de una vez por todas hacia la democracia y se convierta en un país digno de vivir en él.

Mi completa solidaridad contigo, Lydia Cacho.

Ana María Aragonés


Identifica política de Estado en la agresión de Ayotzinapa

En el caso de los normalistas de Ayotzinapa y otras escuelas, una vez más parece claro que quien tiene la fuerza no necesita la inteligencia (y con eso, generalmente la va perdiendo), pero que tampoco tiene la paciencia para entender razones. La intervención de la PFP no sólo muestra la facilidad con que se recurre a la violencia contra los estudiantes, sino también apunta a que la fuerza –como el renovado pacto corporativo con el SNTE y la maestra Gordillo– se vuelve un componente esencial de la política educativa. A pesar de los discursos melifluos de la secretaria Vázquez Mota, la presencia y acción de las fuerzas federales habla claro de que se continuará con la política de cerco y exterminio de las normales rurales en todo el país, como ya ocurrió en El Mexe y Mactumactzá. Parece decirse que en Guerrero (¡nada menos!) y en todos los estados ya no existen decenas de miles de comunidades abandonadas y que ya no se requiere de muchos jóvenes maestros para atenderlas.

La lógica de la competitividad (complementada armónica y puntualmente por la de la fuerza) domina la política educativa federal, y el énfasis se pone ahora en crear costosas instituciones tecnológicas (15 más se anunciaron recientemente) con la esperanza de atraer inversionistas y empresarios. Crear un sistema de normales rurales todavía más amplio, dotado de recursos y moderna infraestructura, que recupere creativamente las lecciones de su historia y que tenga acceso al diálogo que sostienen muchos maestros rurales con sus comunidades en México y a las experiencias de los países del sur para reforzar los procesos educativos en el México olvidado, eso es lo que se requiere. La represión y el encarcelamiento para estos jóvenes no sólo son un retroceso de la derecha a la más elemental humanidad, también contribuyen a que la política educativa misma se vea cada vez más regida por la lógica del uso de la fuerza y, en concreto, del uso de la policía federal para resolver los problemas que genera la política de la SEP. Aunque no veamos todavía a la secretaria de Educación portando también casualmente un saco militar.

Hugo Aboites, profesor UAM-X


Manifiesta vergüenza por la actuación de ministros de la Corte

Me conmovió hasta las lágrimas la misiva del viernes 30 de Olivia Bond sobre el caso Lydia Cacho. Es una vergüenza para nuestra sociedad tener como ministras en la suprema corte de justicia (¡sí, con minúsculas!) a las dos deleznables sujetas que ni siquiera recuerdo su nombre (ni me interesa)... Éstas ni siquiera por solidaridad de género tuvieron el decoro de disimular su subordinación a los peores sujetos en el poder.

Olivia llama a actuar en nombre de nuestros hijos. Afortunadamente yo no los tengo, pues no podría conciliar el sueño sabiendo que en México la ley es letra muerta, especialmente para los desvalidos, los niños y las mujeres valientes, amén de la facilidad con que la mayoría de los supremos y supremas impartidores de justicia la inclinan al mejor postor. Tampoco sabría explicarles lo que les espera en nuestro vapuleado país, dirigido por los peores saqueadores y perversos políticos, primero del PRI y ahora del PRIAN, y amenazado por la creciente violencia de Estado. Se me caería la cara de vergüenza llamarlos a que en lugar de comprometerse con las causas justas como todo(a) ciudadano(a) que se precie de honesto(a) les recomendara que si buscan destacar en el futuro, desistan de la ética y la honestidad y mejor se dediquen al crimen organizado, o a la política convencional, que hasta ahora ha sido casi lo mismo en México, o que de plano, si les queda algo de audacia y honestidad, se larguen de aquí lo antes posible.

Pues lamentablemente, en este país “del revés” hemos atestiguado cómo se premia al ratero, al corrupto, al deshonesto, al fraudulento, al pederasta, etcétera, otorgándoles el reconocimiento y poder político y económico, con la anuencia de una parte de la sociedad pasiva y cómplice. Pero eso sí, castiga a las ciudadanas valientes y honestas como Lydia Cacho que se atreven a denunciar sus fechorías.

Coincido con Olivia Bond en el sentido de que hay que reaccionar a estos hechos. Sugiero, al menos, inundar de correos electrónicos de repudio a la suprema corte de justicia, así como una megamarcha a la misma, a efecto de exigir la renuncia de las tan vergonzosas abogadas y abogados (los seis que votaron en contra del dictamen del ministro Silva Meza) que se llenan –y muy bien– el bosillo a costa de los más necesitados de nuestro país, so pretexto de que velan por la impartición de justicia “para todos y todas”. ¡Ya basta, la sociedad no puede tolerar más sus abusos!

Atentamente.

Haydea Izazola


Aclara nombre de su escuela

De antemano agradezco la atención por difundir en La Jornada las presentaciones de la Academia de la Danza Mexicana (ADM) los días sábado 1° y domingo 2 de diciembre en la explanada del Monumento a la Revolución.

Es importante señalar que en pocas ocasiones esta institución educativa ha recibido de un medio impreso tal distinción, y esto lo digo porque en este diario nos obsequiaron dos páginas, situación verdaderamente insólita, porque regularmente la difusión es un tanto deficiente o nula, y para muestra sólo un botón, el domingo 25 de noviembre del presente año ésta cumplió 60 años de su fundación con una función en el Palacio de las Bellas Artes, y no tuvimos este privilegio.

Para una egresada y profesora de esta noble escuela, como es quien escribe estas líneas, me sorprendió encontrarme con un error en el nombre de esta escuela. En la portada aparece correctamente, pero en la nota de Mónica Mateos-Vega, reiteradamente nos bautiza con el de la Academia Mexicana de la Danza (AMD), por lo cual solicito de la manera más atenta se corrija dicho error: el nombre correcto es Academia de la Danza Mexicana.

Atentamente.

María del Socorro A. Meza González, profesora desde hace 34 años en esta institución

 
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