Usted está aquí: sábado 1 de diciembre de 2007 Opinión Los de Abajo

Los de Abajo

Gloria Muñoz Ramírez
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Una vez más los presos políticos mapuche emprenden una acción desesperada para luchar por su justa libertad y por los derechos de su pueblo. José Huenchunao Mariñan, Jaime Marileo Saravia, Héctor Llaitul Carillanca, Patricia Troncoso Robles y Juan Millalén Milla, permanecen en huelga de hambre desde el pasado 10 de octubre, en demanda de la liberación de todos los presos mapuche, la desmilitarización y el fin a la represión emprendida contra las comunidades movilizadas por sus derechos políticos y territoriales.

Los encontré en la helada cárcel de Angol, en la región del Arauco, en mayo de 2005. Nuestra lucha, explicaron entonces, “es contra el desprecio, el abandono y la explotación. Es por la dignidad humana, que se hermana con la del pobre, del obrero, de la mujer, del niño, del estudiante, del profesor, del poblador, del ecologista, del joven, del anciano, del cesante y todo aquel que anhela que sus derechos sean reconocidos”.

Los “comuneros”, como se les conoce en la cárcel, son parte del movimiento indígena autónomo que lucha por la reconstrucción de su pueblo-nación, concretamente por la recuperación de tierras y contra el avance de los megaproyectos forestales, energéticos, viales y turísticos instalados, o que pretenden instalarse, en territorio originalmente mapuche.

La respuesta de los sucesivos gobiernos “de la democracia” ha sido la represión abierta. Así fue con Ricardo Lagos y así es con Michelle Bachelet, quien ha negado los motivos políticos de la encarcelación de los mapuche: “Los presos mapuche son personas que buscaron una manera de solucionar las cosas que no es la democrática ni la pacífica. Cometieron delitos, incendiaron propiedades”, señaló la presidenta en una gira por Suiza.

Lo cierto es que tanto los presos en la cárcel de Angol, como los que se encuentran en las prisiones de Traiguen, Victoria, Concepción, Temuco y Santiago, están tras las rejas “precisamente por ser luchadores sociales, por cuestionar al Estado y su política económica neoliberal, y por defender los derechos políticos y territoriales del pueblo mapuche”, como lo señaló la organización indígena Meli Wixan Mapu (de los cuatro puntos de la tierra).

José, Juan, Patricia, Jaime y Héctor llevan ya más de 50 días en huelga de hambre. Sus cuerpos, por supuesto, resienten la falta de alimento, pues no es la primera huelga que enfrentan (en 2006 sostuvieron otra por más de 60 días). Sus juicios estás repletos de irregularidades, pues se han criminalizado sus demandas y enfrentan los cargos bajo una ley antiterrorista. En todos los procesos se aplica una reforma jurídica que nunca ha respetado la presunción de inocencia. Son acusados de terroristas sin que haya heridos, muertos ni ningún tipo de armamento en su lucha, y los testigos presentados en los juicios son comprados y anónimos.

Exigir su liberación inmediata y el fin al hostigamiento a las comunidades mapuche, es una demanda de la comunidad internacional. La decisión de anular los procesos está en manos de la presidenta Bachelet. Esperemos que no sea demasiado tarde.

 
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