Usted está aquí: lunes 26 de noviembre de 2007 Espectáculos The Police mantuvo cautivas a 40 mil personas por unos 100 minutos

El Foro Sol, sede de un hecho que parecía imposible: escuchar parte de la historia del rocanrol

The Police mantuvo cautivas a 40 mil personas por unos 100 minutos

Message in a bottle, primera de 21 canciones que Sting, Copeland y Summers lanzaron a sus fans

Synchronicity II se sintió como toque eléctrico y Voices inside my head, hilvanada con When the world is running down, los ubicó como power trio

Every breath you take sonó contundente

Jorge Caballero

Ampliar la imagen Sting, Copeland y Summers, Santísimas Trinidades del Rock Sting, Copeland y Summers, Santísimas Trinidades del Rock Foto: Fernando Aceves

Alrededor de 40 mil personas fueron arrestadas por La Policía la noche del sábado para ser recluidas en el penal del Foro Sol, por el delito de reunirse a presenciar algo que parecía imposible: escuchar parte de la historia del rocanrol, corear un puñado de 21 canciones que han cumplido una condena de más de 30 años en la epistemé de tres generaciones, interpretadas a lo largo del juicio musical que duró 100 mezquinos minutos por tres de sus guardias más célebres: Sting, Stewart Copeland y Andy Summers, o sea, The Police.

Si bien la presentación de cargos comenzó con un retraso de 40 minutos después de la hora y fecha fijada por los gendarmes, 21:40 horas, los testigos llegaron a cuentagotas y algunos no aparecieron; la tortura a los presuntos culpables empezó con los tehuacanazos de Message in a bottle, creció de forma exponencial con los toques eléctricos de Synchronicity II y llegó a un punto casi óptimo con los ataques sicológicos de Don’t stand so close to me, que abrieron el paso para dictar el acto de formal prisión. Los presuntos culpables, entre los que se encontraban Cecilia Toussaint, Alfonso André, Emilio Azcárraga Jean, Lucero, Alejandro Soberón, Benny Ibarra, Andrea Legarreta, quienes declararon abiertamente y sin ningún reparo su delito: el gusto por la banda inglesa y presenciar un episodio de la historia que se abrió ante sus ojos.

Durante la detención, La Policía continuó aporreando a los culpables con las notas salidas de sus desgastados instrumentos: bajo y guitarra, principalmente, mientras el bombo de la batería mostraba la insignia que los identificaba como la máxima autoridad de la noche: The Police, evidenciando que en plena prepotencia de autoridad musical querían conservar su sonido iniciático, pero con la experiencia y ejecución que dan 30 años de andar en el rocanrol e incursionar en otras dependencias, como el jazz, claramente palpadas en Voices inside my head, hilvanada con When the world is running down, haciéndolos parecer un power trio.

Acariciadora lluvia

El gendarme principal, Sting, en el careo con los detenidos que esperaban en parejas, en grupos de hombres y mujeres y mixtos, abuelo, padre e hijo, con su bajo en mano: “Hola, México, quieren cantar conmigo”, mientras la lluvia se mostraba benigna, acariciando ligera, casi imperceptible las cabezas de los asistentes y de The Police. Al mismo tiempo el celador Summers no se movió más de dos metros de diámetro, pero no había necesidad, pues recorrió infinitos caminos con su guitarra, deshaciendo/rehaciendo sus notas en cada segundo de la hora y media de concierto. El custodio Copeland se mantuvo solvente en la batería, marcando el compás desconcierto sabatino.

Sólidos argumentos

Los testigos oculares no pudieron contener el esfínter con el contundente careo de La Policía; los argumentos fueron sólidos: Spirits in the material world, Driven to tears, Walking on the moon, Truth hits everybody, Every little thing she does is magic (que hizo perder la compostura a buena parte del público), Wrapped around your finger y The bed’s too big without you.

El deslinde de responsabilidades ya se antojaba cercano. Sting animó a levantar los brazos para catear al público y llevarlo al éxtasis: Murder by numbers ya había pasado, al igual que De do do do, de da da da, con la que todos aceptaron su culpa y sucumbieron y soltaron la sopa, pues cantaron como dulces y tiernos mancebos el estribillo De do do do, de da da da… la escena antes se había repetido pero con el ioo, ioo, ioo, ioo.

Otro de los argumentos contundentes que presentó La Policía fue Can’t stand losing you, e inmediatamente después atisbó con Roxanne. No conforme con eso la banda esgrimió tres más: King of pain, So lonely y Every breath you take, que dejó en la indefensión a la fiscalía de defensa, que gustosa esperaba lo peor, esperando que apareciera lo mejor.

Al final los 40 mil presos firmaron la confesión que los hacía culpables ante La Policía. La sentencia: mantener en su memoria el recuerdo diario del asalto que perpetraron al asistir a ver a una de las Santísmas Trinidades del Rock: Summers, Copeland y Sting: The Police.

 
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