Usted está aquí: lunes 26 de noviembre de 2007 Deportes Pumas se instaló en semifinales y dejó fuera al segundo de la tabla

Empató 1-1 con Toluca en el Nemesio Diez, pero el global de 3-1 le dio el pase

Pumas se instaló en semifinales y dejó fuera al segundo de la tabla

El popular “¡Sí se puede, sí se puede!” de la Perra Brava fue opacado por el triunfal cántico de los seguidores auriazules “Cómo no te voy a querer”

El juvenil Barrera y el zaguero Verón levantaron el juego de los universitarios

Malestar de los Diablos Rojos por el arbitraje

Marlene Santos Alejo (Enviada)

Ampliar la imagen Los auriazules Héctor Moreno (izquierda) y Carlos González buscan neutralizar la acción de Christian Giménez, autor del gol de los Diablos Rojos Los auriazules Héctor Moreno (izquierda) y Carlos González buscan neutralizar la acción de Christian Giménez, autor del gol de los Diablos Rojos Foto: Reuters

Toluca, Méx., 25 de noviembre. El grito local de “¡sí se puede, sí se puede!” fue apagado por el vibrante y triunfal cántico de los auriazules, el “¡Cómo no te voy a querer, cómo no te…!

Los aficionados visitantes agitaron playeras al aire en desquiciado festejo tras el empate 1-1 (global 3-1) con que Pumas pasó sobre Toluca y dio la sorpresa al ubicarse en semifinales.

La hazaña con que el séptimo clasificado dio cuenta del segundo no fue fácil. Los Diablos Rojos salieron a la cancha acelerados y nerviosos, tanto como el silbante Roberto García, quien al minuto dos amonestó a Paulo da Silva por reclamar una falta en el área y poco después mostró también cartón amarillo a Ariel Rosada.

El empuje del conjunto mexiquense encajonó al universitario en su propia área, algo en lo que también contribuyó la decisión del técnico auriazul, Ricardo Ferretti, al dejar en el banquillo al habilidoso Pablo Barrera.

Sin embargo, el orden defensivo en las filas del conjunto de la UNAM era bueno y Toluca tuvo pocas ocasiones claras.

El resentimiento de los choriceros hacia el arbitraje tras las fallas en el partido de ida afloró no sólo en los reclamos de Da Silva, sino también cuando Vicente Sánchez fue derribado al minuto 19. El silbante lo reconvino y el jugador, sentado en el pasto y desafiante, le sugirió de una vez amonestarlo.

El portero Hernán Cristante también hizo constantes reclamos que el nazareno prefirió ignorar.

Los gritos de aliento para el cuadro de casa se enfriaron ante los constantes yerros del argentino Christian Giménez, quien primero desperdició al menos dos magníficos balones remitidos por Sánchez.

Finalmente, al minuto 34 el apodado Jimmy acertó al recibir un pase filtrado del uruguayo; remató raso a la izquierda del guardameta Sergio Bernal para inaugurar el tablero.

De nuevo apareció en el graderío el “¡Sí se puede, sí…!” y “¡Diablos, diablos!”. Los integrantes de la porra Perra Brava se desnudaron el torso, pero las sucesivas opciones se esfumaron en nuevos centros hacia el entumecido Gímenez, al grado tal que Vicente prefirió culminar nuevas llegadas, aunque casi siempre sin ángulo de tiro.

En la agonía de ese periodo Pumas hizo su mejor jugada con un disparo de Ignacio Scocco, que pasó muy cerca de la meta.

El Tuca decidió dejar de sufrir y en el complemento ingresó a Barrera. También reforzó su defensa con Darío Verón, y mientras el equipo del Pedregal ganó brío, el ritmo de los rojos decayó.

El juvenil Barrera descolgó a placer tanto por el costado derecho como por el izquierdo, hasta que en jugada de gran mérito personal tocó la puerta y disparó con potencia; Cristante rechazó el balón pero apareció Esteban Solari, quien sólo tuvo que empujarlo para el 1-1.

Los Diablos Rojos se desmoronaron en lo futbolístico y en lo moral. Ya no fueron capaces de ofrecer pelea a pesar de los cambios del técnico José Pekerman.

Su mejor aproximación al gol fue un cabezazo al larguero de Édgar Quesos González.

Los aficionados de playeras rojas avanzaron en procesión silenciosa hacia las puertas de salida, mientras las hordas auriazules trepaban a las alambradas, batían tambores, cantaban y gritaban.

Inclusive, celebraron con un burlón: “¡No se pudo!, ¡no se pudo!”, y en el centro de la cancha los jugadores de Pumas los saludaron con los brazos en alto.

 
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