Usted está aquí: domingo 25 de noviembre de 2007 Política A la mitad del foro

A la mitad del foro

León García Soler

La sonrisa del patriarca

Ampliar la imagen Germán Martínez, el 29 de octubre pasado, cuando se registró como aspirante a dirigir el PAN Germán Martínez, el 29 de octubre pasado, cuando se registró como aspirante a dirigir el PAN Foto: Luis Humberto González

A pesar de la fiereza con que defienden sus bienes y el derecho patrimonial a acumular y legar a sus descendientes, sin pago alguno de contribuciones, los oligarcas criollos recién elevados a rango de notables consejeros y conductores corporativos no alcanzan a digerir que la condición de concesionarios de un bien público los somete a la ineludible, imperativa, regulación a cargo de las entidades del poder público obligadas a ello por mandato expreso de la ley.

Después del desencuentro en la torre del Senado, lanzaron un manifiesto en el que convocaban a la nación a celebrar “un referendo”, ni siquiera dijeron referéndum, mismo que tampoco está en nuestros códigos legales. Con gesto de restauradores del reino salieron del local los de la voz, mientras se difundía su gesto libertario a través de espacios concesionados: que actuaban en defensa de la libertad de expresión, dijo el orador de la hora. Nada permite presumir que mentían. Todo obliga a pensar que el vuelco produjo irresistibles mareos y los beneficiarios de la oligarquía se veían representantes legítimos de la oclocracia que toca a la puerta. Como mero ejercicio de falsa modestia, diré que oclocracia es el gobierno de la muchedumbre; de la plebe.

Los del Poder Legislativo despertaron conscientes de serlo, de estar en condiciones de ejercerlo; de ejercer las facultades que la ley les señala expresamente; esas nada más, ninguna otra. Bastó hacerlo para liberarlos del miedo, de la servidumbre voluntaria de una clase política puesta de hinojos ante el poder mediático. Extraña y simbiótica amnesia compartida por siervos y amos. Los de la oclocracia golpean a las puertas del poder, pero se distraen, porque está en su naturaleza, con las trampas del tiempo y de la clerigalla, el repique de campanas y el alarido provocador: en pleno Zócalo, en lugar de gritar ¡a Palacio!, ¡a Palacio!, la muchedumbre que escuchaba a Rosario Ibarra gritó ¡a Catedral! Y el duranguense cardenal que predica tolerancia cerró las puertas del templo.

Manes de Pascual Díaz y el cierre de templos ordenado por los obispos para culpar a los jacobinos que entonces gobernaban, y proclamar el ataque a la libertad de cultos. Y la Guerra Cristera. El 18 Brumario de Luis Bonaparte, con la farsa a cargo del que proclamó una revolución como la cristera al iniciar la campaña que lo llevaría a sacar al PRI de Los Pinos. Y hoy, que lo han sacado a él, Vicente Fox ofrece a George W. Bush y a Colin Powell como testigos de su honradez; pero duda y envía una carta a Manuel Espino, al PAN, pidiéndole que convoque a toda la militancia a defenderlo de las acusaciones: “He sido sometido a juicio: en adelante todos deberán serlo, incluidos los que hoy juzgan y no fueron juzgados en el pasado”. Lo dice nada menos que el hombre bajo cuyo mandato se filtraron cargos a los medios, donde sometieron a juicios sumarios, dictaron sentencias, condenaron.

Lo triste del caso es que ante tribunales, ninguno, o casi ninguno, de los muchos indiciados por el método de filtrar para someterlos al escarnio público, fue declarado culpable. Manuel Espino ya es memoria anticipada. Germán Martínez Cázares afirmó que apoyará las indagaciones que lleva a cabo la Cámara de Diputados: “Cuando yo sea dirigente del partido voy a pedir a los dos diputados del PAN que forman parte de la comisión que investiga a Fox que se indague sin buscar impunidad, pero sin linchar a nadie”. Larga retahíla de eufemismos. Martínez Cázares ya es el dirigente del PAN. El viernes cerró el registro de candidatos a la presidencia nacional y no hubo quien se animara, ni por tradición. Candidato único en el PAN. ¿De quién fue la victoria cultural?

Lo de Fox es farsa de carperos. Lo del PAN que se resistía a ser el partido del poder, el partido del gobierno, quedó en pastorela del cesarismo sexenal; con Espino y su Yunque en el papel de diablo y Germán Martínez Cázares como el arcángel San Miguel, con espada de fuego forjada en Los Pinos. No será incondicional del presidente Calderón, dicen los bienintencionados. No se someterá el partido a los dictados de los planes y programas de la Presidencia de la República, añaden como adorno los nostálgicos de La Profesa. Jefe de gobierno, jefe de Estado, nada más faltaba que no fuera jefe de su partido. Y que el dirigente de éste no siguiera al conductor, al líder. Ganas de perder el tiempo, como quienes han aceptado alegremente el proyecto del otro Adorno, el filósofo que vino a vendernos la dicha eterna en forma de régimen híbrido: semipresidencial, semiparlamentario.

El michoacano volvió a su tierra y ahí retoñó el reclamo de la CIRT, plantado por Ricardo Salinas Pliego en Los Pinos. Ajeno a la prudencia, Ricardo Salinas atina cuando dice que nada sabía de hacer televisión cuando vendía radios, pero se hizo de su concesión y ahí va; o ahora que vende motocicletas y le dicen que nada sabe de hacer automóviles, pero los va a hacer, asociado con chinos y para una clientela popular. Ahí, presidente y prepotente, con sendas palas, pusieron la primera piedra. Y brotó el tema de la libertad de expresión amenazada por los tres partidos grandes, irrefrenables, irredentos, decididos a fijar qué y cómo se puede decir en los medios.

Felipe Calderón respondió como mandatario, obligado no tan sólo a precisarlo a los señores de dinero, sino a ejercer las facultades que la ley le señala en la materia: “Los medios que utilizan bienes públicos para su difusión deben también generar, precisamente, bienes públicos, y de ahí la necesidad de su regulación por los órganos que representan a los ciudadanos”. Nada opaco. Aunque en el pastoso terreno de la censura se oscurece lo claro y la luz se pierde en la niebla. Tanto que al iniciarse la rebelión de los ricos, no faltó aprendiz de Savonarola que exigió someter a la prensa escrita a las mismas reglas aprobadas para la televisión y la radio. Se le olvidó que la prensa escrita no goza de concesión alguna, ni utiliza bienes públicos.

Otros poderes hay que dan por descontado que su palabra es ley. No hace mucho, la televisión por todos tan temida tembló al recibir el mensaje moralista del patriarca Lorenzo Servitje: ¡no habrá publicidad para programas indecentes, que promuevan el vicio y sean contrarios a las buenas costumbres y creencias religiosas! O algo así. Suficiente como para acatar la voz patriarcal, o fingieran éxtasis ante “el santo olor de la panadería”. El patriarca aprobó beatificamente lo dicho por Ricardo Salinas Pliego. El Presidente ofreció la mejor de sus sonrisas al patriarca.

Deng Xiao Ping logró aplicar en China el régimen de “Una soberanía; dos sistemas”. Hoy crece su economía al 10 por ciento anual. Urgidos de inversión extranjera, son ya grandes inversionistas en África, Asia y buscan espacios en la América nuestra. Como en Zinapécuaro, Michoacán. O acuerdos como los que logró Enrique Peña Nieto al ir hacia el entendimiento con China.

Deja Calderón nuestro caldero ardiendo; angustiante dispersión poblacional; amarga hemorragia de migración al norte en busca de empleo. En China migran 30 millones cada año del campo a la ciudad. Cincuenta por ciento de la población será urbana en 2010. Hoy, China tiene entre 100 y 160 ciudades de más de un millón de habitantes; Estados Unidos, nueve, y Europa, 36.

Y ni hablar de distancias relativas con Dios y Estados Unidos.

 
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