Usted está aquí: jueves 22 de noviembre de 2007 Estados La rebelión, una vía para sacar de la marginación a la Montaña de Guerrero

Angélica desafió la tradición de ser vendida y organiza a mujeres de 108 pueblos

La rebelión, una vía para sacar de la marginación a la Montaña de Guerrero

El dirigente Cándido Félix Santiago se dice perseguido por sus “compañeros” perredistas

Sergio Ocampo Arista (Corresponsal)

Juanacatlán, municipio de Metlatónoc, Gro., 21 de noviembre. La vida en la Montaña alta de Guerrero es de pobreza, miseria y hambre. Pero también de lucha y rebelión, de hombres que se sublevan y de mujeres insumisas. Cándido Félix Santiago y Angélica Flores Lorenzo hablan de sus experiencias de organizarse, cada quien a su manera, pero con el mismo objetivo: sacar del atraso y la marginación a los pueblos indígenas.

La historia de Angélica Flores Lorenzo es única: primero se rebeló contra la tradicional dote, que consiste en que los padres venden a sus hijas con quien las quiera para esposas, sin su consentimiento; luego aprendió a leer y escribir, viajó a Guatemala, a un acto indígena, y ahora organiza a sus hermanas sin la participación de los partidos, que “sólo nos han dividido.

“Ya terminé la preparatoria abierta, ahora quiero aprender física o química, aunque me gusta mucho la literatura, gracias a la enseñanza de las madres de la congregación de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Quiero seguir estudiando otro poquito y más arriba, me gusta mucho la filosofía, la historia, las ciencias; ahorita estoy leyendo la historia de cuando llegaron los españoles”, dice.

De 37 años de edad, originaria de la comunidad Llano de la Chuparrosa, municipio de Cochoapa el Grande, Angélica es mixteca, dice que ha logrado organizar a unas mil mujeres de 108 pueblos de esa jurisdicción ubicada en la Montaña alta de Guerrero, para luchar por sus derechos en esta zona, donde se les margina.

Lucha contra el alcoholismo

“Primero fuimos una, dos; luego 100, 200, y ahora somos mil de los 108 pueblos pertenecientes a Cochoapa El Grande. Nuestra primera lucha fue contra el alcoholismo, pero todavía hay eso; luego fui a aprender medicina tradicional y tengo un grupo de compañeras, no sé cuántas; y hay otro grupo de viudas que no tienen esposos, en eso estamos trabajando con las hermanas misioneras”.

De su viaje a Guatemala el año pasado manifestó que “allá las mujeres sufren más que otras mujeres, y aquí parece que está nivelada la cosa, pero en otros pueblos no; en Cochoapa El Grande también las mujeres son machistas con los hombres, y en Guatemala, a pesar de que están organizadas, siguen en la esclavitud”.

Apenada, dice que no sabe qué nombre ponerle a su organización: “no sé, me gusta el nombre de Sor Juana Inés de la Cruz, como se llamó mi generación de preparatoria abierta, aunque me gusta el de Josefa Ortiz de Domínguez, el de (José María) Morelos y el de Vicente Guerrero, que fue muy valiente; pronto le vamos a poner un nombre”.

Antes de que finalice el año, anuncia, se efectuará un congreso de mujeres mixtecas; “hay muchos problemas que padecemos, pero tal vez el alcoholismo en los hombres sea el más grave; otro es la migración: la gente se va y deja a sus mujeres y a sus hijos; muchos no regresan”.

Después de viajar unos 30 kilómetros desde Tlapa y pasar por varias comunidades, se llega a Juanacatlán, donde vive Cándido Félix Santiago, uno de los dirigentes del Consejo Regional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas Me’pha, de la variante Ba’thaa: “como ven, es mentira lo que dice (el gobernador) Zeferino (Torreblanca): ésta es mi casa de adobe y lámina; es falso que tenga varias casas y que quiera ser diputado”, dice a manera de saludo.

Cándido ha pisado la cárcel cuatro veces este año. Sus acusadores son, contra lo que pudiera pensarse, sus propios “compañeros” perredistas: el gobernador Zeferino Torreblanca Galindo y el presidente municipal de Tlapa de Comonfort, Martiniano Benítez, por supuestos ataques a las vías de comunicación.

El siguiente paso de los pueblos de la Montaña “será la lucha por la autonomía de sus municipios, ya no creemos en los partidos políticos porque sólo nos vinieron a dividir”, afirma. “Va a llegar el momento en que ya no le vamos a pedir al gobierno nada; vamos a luchar por la autonomía, porque el gobierno sólo nos da cárcel, la lucha no tiene límite; si me matan o me encarcelan de todos modos alguien tiene que continuar con el trabajo.

“El gobierno nos ha mandado malos mensajes, ha encarcelado a nuestros dirigentes a pesar de que no son criminales; le vamos a decir que un pueblo sin educación y un pueblo sin médico es un pueblo enfermo, hasta ahora hemos pagado 100 mil pesos de fianzas”, explica.

Explotación en campo sinaloense

Recordó que su lucha comenzó en 1994 en los campos de Sinaloa, donde trabajó durante 12 años. En una ocasión fue secuestrado durante tres días por gente a sueldo de Joaquín El Chapo Guzmán, cabecilla del cártel de Sinaloa, y de sus cómplices y socios Héctor Luis El Güero Palma, Rolando Andrade y el ex boxeador Julio César Chávez, dueños de la empresa Agrícola Umaya, donde trabajan más de 12 mil indígenas guerrerenses en las cosechas de jitomate, berenjena, chile y pepino. “En esa época murieron 12 niños indígenas en los campos de Marquetillo, debido a la fumigación”, señala.

Los trabajadores, señala, habían hecho un paro de 24 horas para rechazar el maltrato y demandar el pago de salarios, indemnizaciones, aguinaldo, atención médica y otras prestaciones. “El movimiento fue organizado por la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos, no sabía que me metía a la cueva del lobo.

“Pero cuando me secuestraron, mis hermanos indígenas, que se contaron por miles, bloquearon la carretera Sinaloa-Sonora; yo estaba secuestrado en Plaza del Valle, donde me golpearon y torturaron durante tres días, me tiraron todos los dientes delanteros y tuve que huir (a Estados Unidos) porque me iban a matar”.

A pesar de que políticamente coincide con el PRD, pues “pertenecí a la corriente de Armando Chavarría, secretario general de Gobierno”, ahora dice que está decepcionado tanto del gobernador como del alcalde de Tlapa, Martiniano Benítez, quienes lo han metido a la cárcel por supuestos ataques a las vías de comunicación.

Incluso los responsabilizó si algo le sucede a él y a su familia, pues “el alcalde me amenazó de muerte, tiene miedo de que miles de indígenas de 90 pueblos mixtecos y tlapanecos estén organizados, me dijo que si no le paraba me iba a ir mal; además ordenó la instalación de un retén de policía para detener a otros 17 comisarios municipales, apenas hace unos días pasé por ahí y los judiciales cortaron cartucho, a los niños y a las mujeres las esculcan supuestamente para ver si no llevan droga”.

Cándido Félix denunció que tanto los empresarios de Tlapa como los diputados del PRD Víctor Aguirre Alcaide, federal; y Felipe Ortiz Montealegre, local, lo tienen amenazado: “ellos sirven a los empresarios y al gobierno, al igual que el senador David Jiménez Rumbo, pero a Juanacatlán no llegan porque tienen miedo de que los metamos a la cárcel; cuando vinieron a dar gracias por el voto, repartieron cubetas de plástico que cuestan dos pesos, son unos sinvergüenzas”.

 
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