Ojarasca 127 noviembre 2007

Magdalenas, Chiapas 2006

Raíz del pueblo mayo de Sonora

El uso del lenguaje en la enseñanza comunitaria

Los originarios yoremías de antaño por la orilla del río fundaron ocho bases estables, tres representantes del consejo en cada base —un representante, un contador y un mensajero—, para informarse de una base a otra y así administrarse propiamente. Sus palabras las estudiaban y las hacían parte de su vida, una experiencia sólida que los llevaba a la verdad, y las índoles de sus obras legalizaban aun en el campo la moral —que se forjaba en medio del trabajo en los destinos de su nación para el bien. La facultad del habla era un talento cultivado: la voz la usaban correctamente, las palabras significaban mucho, la comunicación del conocimiento podía vestir sus ideas con el lenguaje apropiado, que combinaban con la habilidad de hablar palabras útiles.

Nunca despreciaban ni rebajaban el don del lenguaje, agradecían al creador por habérselos confiado. Éste era un elevado ennoblecido, iluminando los años de vida con alegría y esperanza, de la pureza de carácter amoldado a sus voluntades. De esa manera presentaban la verdad a sus hijos, mediante el uso de toda palabra sana e irreprensible; esto era uno de sus deberes mayores, y llevaban en sí la responsabilidad de la enseñanza de los hábitos correctos respecto del hablar. Daban instrucciones constantes a los niños para estimular en ellos la formación correcta, en cuanto a su forma de hablar, su voz y su comportamiento. Luz y frescura era importante que se les enseñara a los niños y a jóvenes para que velaran sobre sus palabras y acciones porque así su conducta producía luz y frescura, no sólo en sus propios hogares sino también para con todos aquellos con quienes se relacionaban.

Los órganos para la misión de la voz eran una maquinaria viviente. Una de las más elevadoras ramas de las refinaciones era la de conocer cómo dirigirse a los miembros de las familias, para que las influencias de las palabras habladas fueran puras e incorruptibles, las conversaciones apropiadas, que los capacitaban para intercambiar ideas manifestadas en sentido común.

Elevadas y claras sus líneas de trabajo influenciaban a los que reformados salían de cada hogar y las actitudes determinaban las escalas de utilidades: derechos iguales para todos, privilegios especiales para ninguno.

 

Mediante los orígenes de su antigua personalidad fundada en una lengua propia disfrutaban la libertad del campo; ahí la naturaleza les brindaba con sus bienes y se autogobernaban por sus propias leyes, que no dependían de otra distancia.

Sus bienes eran bienes naturales; ellos andaban por caminos que noso­tros no conocemos: era su armonía y su sagrado ritmo la pureza de los placeres terrenales, que unen lo invisible a lo visible, regidor supremo.

Mediante palabras de relación, con su herencia, tenían la misión de atender, los que eran herederos de la vara de mando, sostén del cuerpo del pensamiento, como distintivo de nobleza. ¿Cuáles fueron las varas en nuestra vida, que nos trajeron hasta aquí? Fueron las parteras que nos operaron, fue sin duda una vara divina, sin ella ¿qué habría sido de nuestra caminata? Y la naturaleza y madre, maestra y consejera, y la cocinera que cada día coloca la comida de su cariño frente a nosotros, como para recomendarnos: si no comes no tendrás fuerzas para proseguir. Ella es la que mueve a la tierra y gobierna al mundo.

Así la historia de los yoremías de antaño, que conectaban las palabras de la vida con las obras del creador en la tierra, viendo las obras en la naturaleza, que en sus lecciones surgían frescas en la memoria; que sacaban sus ilustraciones de gran unión de afectos familiares; de la naturaleza ilustraban lo desconocido con lo conocido. Las verdades sagradas y divinas eran cosas naturales, terrenales y familiares. Para la gente, las palabras colocaron estas verdades en una enseñanza de la naturaleza, haciendo de ellas una revelación.

Usaban figuras y dibujaban en las cuevas, en las montañas de sus propios entendimientos ellos velaban las verdades espirituales con figuras, mediante el uso de figuras de lenguaje comunicaban la verdad divina y conectaban la experiencia, relación con la naturaleza.

La vara de mando: el sol con sus rayos entra al cuerpo de las especies, se mezcla con su líquido y lo purifica, y lo arrastra en el tormento de su luz. En la angustia, a las especies las reconforta con sus palabras luminosas. Y con sus rayos sobre el mar, el vapor levanta y embaraza a la madre atmósfera, y da a luz a la nube que acaricia con la impresión habitual, y en todo lo que hace se lleva un registro fiel de todas sus acciones y fortaleza en el cuerpo de la naturaleza.

La vara de mando: esa hermosa dama de plateada luz, que algunos llaman luna; el juez que atiende a los astros, el juez de la divina ley, que se refleja en el calendarizado y que se exhibe en el cuerpo de la naturaleza. Que en escala, en las cuatro estaciones del año, convertido en pañuelo y con el aire que corre, unidos secan las lágrimas de los ojos del cuerpo del pensamiento.

 

Todas estas estrellas son palabras que para entender lo que significan, hay que leerlas en un orden: he aquí lo infinito respecto a la mente humana.

En que cada palabra sea esencial, que construya en el congreso, celebramos toda su sencillez conducida a la gente. Que el estudio de la palabra no sea de clase inferior o de tipo casual. Que en todo lo que digamos sepamos que tenemos algo que bien vale el tiempo que empleamos en decirlo. Y el que emplean los oyentes en escuchar hablar de las cosas esenciales, las que construyan. No hay que presentar temas que despierten controversia a menos que sean de vital importancia para el bienestar de su salud.

La obra en todos los tiempos consiste en construir los temas de manera sencilla, que el carácter de la voz se manifieste en todas sus palabras, que todos podamos comprender el pleno significado de la imagen de la naturaleza. Es como quien tiene autoridad en el cuerpo físico.

Así los yoremías usaban figuras de sus propios entendimientos-propósitos. Acariciaban la verdad espiritual con figuras, mediante el uso de figuras de lenguaje, ellos figuran en las montañas, en las cuevas sobre una roca. Así los antiguos transmitieron verbalmente los conocimientos a quienes eran capaces de adquirirlos plenamente, para su propio pueblo, y que los presentes interpretamos.

 

 

Consejo de Ancianos de la Tribu Yoreme

Yoremía Yorecame, Yauthra Bathue Cohuicti Tébachiapo

Bathue Mayoamaqui

(Sonora)

 

 

regresa a portada