Usted está aquí: lunes 19 de noviembre de 2007 Opinión La OPEP y los altos precios del petróleo

Gonzalo Martínez Corbalá

La OPEP y los altos precios del petróleo

La lucha con vista a equilibrar el abastecimiento y la demanda de petróleo para el ya muy próximo invierno, que por lo que se puede anticipar va a ser bastante fuerte, la están dando quienes realmente pueden influir en el mercado petrolero, de tal manera que las medidas que tomen pudieran ser efectivas si se enfocan a mantener un techo con un precio alrededor de 80 dólares. Hasta ahora habían sostenido como piso un nivel de 90 dólares; no obstante, no falta quien asegura que podría llegar a la barrera sicológica de 100 dólares por barril, lo cual habría de tener importantes consecuencias en la economía mundial, muy particularmente en los países que son los grandes importadores, léase Estados Unidos, con importaciones de 10 millones de barriles diarios, o China, que se ha constituido en el segundo gran importador sin importarle las consecuencias que con su irrupción en el mercado internacional de petróleo y de gas se están pagando muy altos precios por ambos energéticos.

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) está tratando con mucho empeño de recuperar su influencia en el mercado mundial de los energéticos, y es bien sabido que el único país que realmente puede contribuir de manera importante a ello es Arabia Saudita, cuya capacidad instalada es tal que le bastaría apretar algunos botones o conectar los switches correspondientes para producir hasta un millón y medio de barriles adicionales a los casi 10 millones que produce diariamente. En este caso, el país saudita ha hablado de producir 500 mil barriles diarios de más, lo cual fue suficiente para que el solo anuncio de sus planes, hecho en septiembre pasado, enfriara un poco el mercado.

Pudiera darse el caso de que los planes sauditas no dieran el resultado que se busca, pues es bien sabido que el alza casi descontrolada de los precios de petróleo en estos días pasados, cuando se acercó mucho a los 100 dólares por barril, no se debe ni es consecuencia de un desequilibrio entre la oferta y la demanda, sino a especulaciones de los grandes capitales que compran a futuro el energético en la bolsa de Nueva York, así como a los conflictos geopolíticos, algunos de los cuales están unos en pleno desarrollo, como sería el caso del que se ha generado por la actitud rebelde del presidente Mahmud Ahmadinejad, de Irán, quien se niega a aceptar las presiones que Estados Unidos y sus aliados, como Francia y Alemania, que han mostrado igualdad de propósitos para disuadir a Irán de seguir adelante con su programa de enriquecimiento de uranio para fines pacíficos, según dice el presidente iraní, ante lo cual Bush, como Nicolas Sarkozy y Angela Merkel, se han mostrado escépticos y suspicaces, asegurando que Irán produciría armas nucleares si se permite que continúe con ese programa.

Por otra parte, la OPEP echa la culpa por los aumentos de precio del crudo a la falta de capacidad de refinación de Estados Unidos, aunque acepta el efecto inflacionario del interés especulativo en los mercados de futuro del petróleo en la New York Mercantile Exchange (Nymex).

Los especialistas consideran que lanzar mayores volúmenes al petróleo de la OPEP solamente serviría para bajar los precios del crudo pesado y mejorar las condiciones de las refinerías, sin tener mayor influencia por acciones de esta naturaleza sobre los precios de los petróleos ligeros.

Analistas de Petroleum Intelligence Weekly, la biblia del sector, estiman que con los precios, que rápidamente se aproximan a 100 dólares por barril, la preocupación surge acerca de cómo la demanda se va a mantener con estos tan extraordinariamente altos precios. Lo cierto es, como se puede observar, que los criterios de los grandes productores y de los analistas esta vez no han podido marchar de común acuerdo acerca de cómo bajar los precios, manteniendo la demanda en el nivel adecuado con el de la producción satisfactoriamente sostenida para responder a una demanda real que se manifiesta en el mercado un tanto disfrazada por la influencia de la bolsa de valores.

Lo grave de las consecuencias de este mercado que se mantiene con un piso arriba de los 90 dólares es que está provocando que la exportación de gas se está deformando, siguiendo el camino del petróleo, aunque los altos ejecutivos de la industria, tanto analistas como funcionarios de los diversos gobiernos involucrados, manifiestan su preocupación porque las naciones exportadoras de gas están empezando a reconocer que la demanda del gas natural no puede continuar aumentando a tasa tan acelerada como la de los años recientes, en lo que mucho ha contribuido China.

Es un hecho bien sabido que muchas naciones se están preparando: unas para producir considerablemente mayores cantidades de gas natural y de gas natural licuado y otras lo están haciendo para ingresar en una nueva era que habría de marcar el siglo XXI con gas natural, sustituyendo la prevalencia del petróleo como combustible, cuyo uso ha sido hasta ahora básico para el desarrollo industrial, causa y efecto de graves conflictos geopolíticos, muchos no resueltos a la fecha, sino que además se están planteando otros nuevos que parecen influir más que las capacidades geológicas reales, porque pueden determinar la relación con la producción del codiciado combustible fósil.

 
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