Usted está aquí: viernes 16 de noviembre de 2007 Opinión Penultimátum

Penultimátum

La fotografía, buen negocio

Considerada ya como arte, la fotografía toma su lugar en museos y galerías. Estas últimas hacen de ella un negocio próspero, mientras los primeros enriquecen sus acervos y presentan las obras de los grandes maestros. Eso hace ahora el museo Jeu de Paume, de París, con la de Edward Steichen (1879-1973). La titula Una epopeya fotográfica y en ella ofrece un recorrido por quien lo mismo captó con su lente la belleza de las flores, los infaltables de la vida cultural, artística y política de Estados Unidos y Francia de los años 30 y 40 del siglo pasado, que la grandiosidad de Nueva York, o los desastres de la Primera Guerra Mundial. Al lado de Greta Garbo, Douglas Fairbanks, Betty Davis y la mexicana Lupe Vélez, el seriesísimo presidente Roosevelt o los anuncios publicitarios que revolucionaron el género. Steichen estuvo en México y captó con gran respeto la pobreza y la riqueza de las comunidades indígenas. Además, la belleza de una bailarina, Armida, de la que podría tener datos el siempre bien enterado Ricardo Pérez Escamilla.

De la mano de Steichen, precisamente, llegó en 1943 al Museo de Arte Moderno, de Nueva York, la obra de otra consagrada, Helen Levitt. Nacida en Brooklyn en 1913, hizo de la urbe de hierro la escena preferida de su obra a partir de 1930. Levitt nos descubre la marginación y la poesía de los habitantes de los barrios pobres, en especial los niños y las mujeres. Es la cronista gráfica de lugares tan emblemáticos como Harlem y el Lower East. Fotografiaba los espacios urbanos como si fueran escenas teatrales, decía Cartier-Bresson, quien siempre alabó su trabajo en blanco y negro. Fue la estancia del fotógrafo francés en México lo que la motivó a viajar también a nuestro país y seguir su huella. De su visita a México hace 60 años se ofrece ahora testimonio en la sede parisina de la fundación Cartier-Bresson, como parte de una exposición que muestra una obra ajena a cualquier grupo o escuela, solamente guiada por el espíritu de libertad. Cabe agregar que Levitt trabajó con Luis Buñuel como editora de una de sus películas y que su libro sobre la ciudad de México es ya un clásico.

Levitt comparte honores con las 163 fotos que conformaron el llamado Scrap Book de Cartier-Bresson, exhibidas en 1947 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Entonces los directivos del recinto querían rendirle homenaje. Lo creían muerto, pues desapareció durante la ocupación alemana de Francia. Scrap Book reúne las imágenes tomadas entre 1932 y 1946 en su país, Italia, España y México, sin faltar las de pintores o escritores famosos, como Matisse, Bonnard, Claudel o Eluard. De su estancia en México es el libro Carnets Mexicains, 1934-1964, con prólogo de Carlos Fuentes.

Y de que la fotografía es buen negocio son los precios que piden por algunas de ellas. La galería de Didier Grandsart, especializada en fotografía del siglo XX, vende ahora en mil 300 euros una de María Félix, cuando filmó La Bella Otero (1954). Eso mismo pide por otra de Silvia Pinal, en su papel de diablesa, en la película Simón del Desierto (1965), de Buñuel.

 
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