Usted está aquí: miércoles 14 de noviembre de 2007 Política Viable, la resistencia contra el autoritarismo

Entrevista a Luis Hernández Navarro, coordinador de opinión de La jornada

Viable, la resistencia contra el autoritarismo

Miles de personas se oponen al avance de la lógica mercantil

Intelectuales como Pablo González Casanova o John Berger, luchadores sociales olvidados hasta por la izquierda y héroes anónimos forman parte del caudal de personajes que Hernández Navarro presenta en Sentido Contrario. Vida y milagros de rebeldes contemporáneos, libro que verá la luz en estos días editado por La Jornada

Arturo Cano

Ampliar la imagen Luis Hernández Navarro, asesor de organizaciones agrarias y periodista Luis Hernández Navarro, asesor de organizaciones agrarias y periodista Foto: José Carlo González

La otra gringa, el dirigente campesino que repartió más tierras en la historia de México, un abogado indígena que ejercía sin título, un pintor gritón y un coreano en Cancún. ¿Qué tienen en común estos personajes? Son, con muchos otros, parte de esos miles que “resisten día a día el avasallador avance de la lógica mercantil y el autoritarismo. No están en venta”.

Luis Hernández Navarro los ha reunido, además, en un volumen que, bajo el sello de La Jornada Ediciones, ve la luz en estos días que el autor define como una era “de celebridades”. Se explica: “En mi juventud sabíamos vida, obra y milagros de deportistas y grandes estrellas de cine. En esta época ya no solamente sabemos de estas figuras, sino también de celebridades sin talento alguno. Los grandes medios de comunicación electrónicos han construido este fenómeno de vidas efímeras, de personas que son famosas porque son famosas”.

En sus decenas de retratos, Hernández Navarro (coordinador de Opinión de este diario) va al lado opuesto: “Busco narrar, a veces de manera muy somera, la vida de personas que van en contra de la corriente, caminan en sentido contrario de esta tendencia general, personas que teniendo la posibilidad de corromperse o entrar a la lógica del sistema, mantuvieron o mantienen su resistencia”.

La reunión de personajes lleva por eso el título Sentido contrario. Vida y milagros de rebeldes contemporáneos.

–¿No es una paradoja que, al menos uno de los retratados en el libro, el subcomandante Marcos, sea conocido justo por esos medios que hacen más famosos a los famosos?

–Hay una diferencia sustantiva. Más allá de lo que se pueda decir de él en muchos otros terrenos, Marcos tiene un talento reconocido: el de haber sido el vocero de un movimiento con una enorme legitimidad. Es un traductor de mundos culturales distintos, un intérprete del mundo indígena hacia los no indios y, desde ese punto de vista, esas herramientas comunicacionales lo que hacen es difundir su talento original, a diferencia de otras figuras cuyo único talento reconocido es montarse en la lógica de esos medios.

–¿Se puede leer Sentido contrario como una bitácora íntima de tu propio activismo político o como tu antología personal de los necios? Reunidos aquí personajes tan disímbolos, ¿cómo entender la ensalada?

–Es, ciertamente, una antología de mis necedades, o de los necios que conocí y traté, por un lado, y por otro, es posible leer el libro como un hipertexto de La Jornada. Los intelectuales incluidos escriben –o escribieron– en las páginas de este diario y, a mi parecer, los lectores pueden beneficiarse de una explicación sobre quiénes son y de dónde vienen las motivaciones de su trabajo. En esa lista están, por ejemplo, Manuel Vázquez Montalbán, John Berger, Arundhati Roy, Pablo González Casanova... Otros personajes aparecen en su carácter de víctimas de la represión gubernamental, se trata de actores de movimientos sociales y que, como tales, han aparecido en las páginas del diario, como los muertos de Atenco, los presos de Oaxaca, algunos dirigentes campesinos. Finalmente, la línea que atraviesa a todos es una lectura personal de cómo se ejerce la resistencia hoy en día, la resistencia al neoliberalismo, al capitalismo salvaje, al autoritarismo.

Los olvidos de la izquierda

Sindicalista, organizador so-cial, asesor de organizaciones agrarias y periodista, Luis Hernández Navarro eligió para su libro los personajes con los que se ha topado, ya sea directamente –incluso en aventuras comunes– o aquellos con los que mantiene afinidad intelectual. La mayor parte son luchadores sociales de la izquierda, especialmente aquellos que el autor considera injustamente olvidados o no suficientemente recordados.

–¿Por qué Heberto Castillo y no Valentín Campa?

–Campa tiene una autobiografía muy completa. Se pueden encontrar bastantes cosas sobre él. En cambio, a pesar del tiempo transcurrido desde la muerte de Heberto y su importancia en la política mexicana, no existe una biografía suya amplia, completa. Él representa un principio ético que es muy importante reivindicar hoy. Cuando el petróleo llega a los cien dólares y hay un proceso de privatización en marcha, todos los debates que sostuvo sobre el tema resultan muy importantes. Por ejemplo, los que protagonizó con cierta izquierda que tendía a ver sus posiciones como una añoranza nacionalista estéril. Así, una de las mejores formas de leer la Venezuela de hoy, con todo y Hugo Chávez, es a partir de las elaboraciones de Heberto.

–Unos de tus retratados, los pobresores, los atencos, líderes indígenas, aparecen en los medios sólo en calidad de víctimas.

–Y algunos ni siquiera eso. Varios de los personajes dibujados fueron asesinados o encarcelados, y debido a eso los medios se ocuparon de ellos. Pero también hay otros que, a pesar de haber sido víctimas, prácticamente pasaron desapercibidos.

Hernández Navarro cita los casos de Alvaro Ríos, dirigente agrario que jugó un papel esencial en el movimiento que desembocaría en el asalto al cuartel Madera, en 1965: “Se trata del dirigente campesino que repartió más tierra en toda la historia de este país, un hombre que estuvo en la cárcel en distintas ocasiones, un perseguido. Ríos fue un hombre que cambió el país desde abajo y su muerte pasó desapercibida para los medios. Ahí es donde creo que vale la pena no permitir que ese personaje se olvide”.

En la misma línea subraya las ausencias en su libro (“ojalá en otra edición pueda incluirlos”), de personajes como el organizador de jornaleros Ramón Danzós Palomino, del líder magisterial Othón Salazar y del comunista y jaramillista Mónico Rodríguez.

La izquierda, juzga Hernández Navarro, se ha olvidado de todos estos personajes. En el comportamiento “injusto” de la izquierda con quienes ayudaron a construirla, el autor subraya una deuda mayor: “Me sigue sorprendiendo que, a tantos años de distancia y después del papel que jugó, no exista una buena biografía de Rafael Galván”.

–Aunque lo rodeó mucha gente con buena pluma.

–Así es. Pero no hay una buena y profunda biografía de Galván.

El santoral y los retratos

–Tuviste un reproche por ver tu obra como un “santoral laico”.

–Sí, don Pablo González Casanova me dijo que “nada de santos”. Aquí puedo decir que cuanto más he conocido América Latina más confirmo el peso que tienen la trayectoria y la obra de González Casanova. Es, con mucho, uno de los intelectuales mexicanos con mayor reconocimiento en el mundo de la izquierda política y social latinoamericana. Es el interlocutor natural de autores como Immanuel Wallerstein y Samir Amin. E, insisto, su peso en esa nueva izquierda en formación alrededor de los foros sociales es sorprendente.

En Sentido contrario, sin embargo, el lector no hallará una biografía propiamente dicha de González Casanova ni de ningún otro. Lo suyo, dice Hernández Navarro, son “retratos hablados”, no “copias fieles”, sino aproximaciones a los “rasgos más prominentes o los que mejor se recuerdan de un sujeto”. Y en esos trazos están la subjetividad de quienes narraron las historias y las del “dibujante”.

A pesar de la admiración explícita hacia sus retratados, asegura que no buscó “presentar esas vidas en blanco y negro ni hacerlas un modelo de comportamiento; sólo son la evidencia de que hay formas de resistir, que se puede mantener el compromiso ético y que esa resistencia tiene éxito en la medida en que permite que la gente pueda decir no a la lógica avasalladora sistema”.

El coordinador de opinión de La Jornada hizo personajes de sentido contrario, entre otros, a May Brooks, Alexis Benhumea, Noam Chomsky, Floriberto Díaz, Comandante Ramona, Rosario Ibarra y Zohelio Jaimes. También están entre los rebeldes John Berger, José Bové, Evo Morales, Paco Ignacio Taibo II, Edward Said, Manu Chao, Lee Hyung Hae y Julio Macossay y Tomás Segovia.

Sus historias bien podrían leerse mientras se oye a Lluis Llach, como sugiere un epígrafe del libro, o bien con Solanas en la voz de Alfredo Zitarrosa, en ese homenaje a una de las primeras revueltas antiFMI del continente.

Muchos de los retratados por Hernández Navarro se sentirían hermanos del tartamudo: “Mi… mi… mi… milonga del tartamudo que siempre dijo que no/ sigo pobre y no me vendo, ¡la puta que los parió!”

Sentido contrario, de Luis Hernández Navarro, se presenta este jueves 15 de noviembre, a las 19 horas, en la Casa Lamm. Participan Magdalena Gómez, Elena Gallegos, Hugo Gutiérrez Vega, Pablo González Casanova y el autor.

 
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