Usted está aquí: miércoles 14 de noviembre de 2007 Economía El éxito económico de China cuestiona la estrategia seguida en México por 20 años

Los gobiernos no supieron construir una relación mutuamente benéfica: Dussel

El éxito económico de China cuestiona la estrategia seguida en México por 20 años

Por cada dólar de mercancías mexicanas exportadas a la nación asiática, se importan 15 dólares

Ese país, no invitado al TLCAN, es el más dinámico en el comercio de la región

Roberto González Amador

El empresario Roberto González Barrera, presidente del Grupo Maseca (Gruma), considera que México está perdiendo las ventajas que le dio el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con Estados Unidos y Canadá, y que no aprovecha cabalmente el mercado europeo.

A propósito de la experiencia de Gruma, que abrió una planta productora de tortillas el año pasado en China, González Barrera comenta respecto del país asiático: “es hora de sentarse con los líderes chinos y hacerles una propuesta de largo plazo en beneficio mutuo”.

El largo plazo y la búsqueda del beneficio mutuo son dos variables que están ausentes en la relación de México con China. La responsabilidad de esta ausencia, argumenta el especialista Enrique Dussel Peters, coordinador del Centro de Estudios China-México (Cechimex), es del gobierno mexicano.

“No estamos preparados para una relación con China”, expone en una entrevista Dussel, también profesor de la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Argumenta: China es el segundo socio comercial de México desde 2003, sólo detrás de Estados Unidos. Y no existe ni una sola institución en el ámbito público o privado que invierta para conocer a China a largo plazo.

Dussel compiló una serie de testimonios que fueron publicados el mes pasado bajo el título de Oportunidades en la relación económica y comercial entre China y México, una edición de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el Senado de la República, la Cancillería y el propio Cechimex. El conjunto es enriquecedor en cuanto a que aterriza una discusión que hasta ahora se ha limitado en la práctica a hablar de amenazas y oportunidades, llena de lugares comunes e incluso xenófobos. “Se requiere aterrizar un debate que ahora está en un callejón sin salida”, dice Dussel Peters en una entrevista con La Jornada.

Uno de esos testimonios es el de González Barrera, quien a través de Gruma es el mayor inversionista mexicano en China. En su contribución al libro compilado por Dussel Peters, el también presidente de Banorte dice que Maseca “ha asimilado cabalmente la experiencia de trabajar en países con diferentes sistemas políticos y enfoques de desarrollo económico y social, incluso en situaciones económicas y políticas difíciles”. Agrega que a lo largo de su historia, la empresa productora de harina de maíz y trigo ha tenido la experiencia de trabajar en Centroamérica en momentos de guerra civil y guerrillas, “y después en Venezuela, bajo el mando de su actual presidente”.

El empresario destaca de China su cultura milenaria forjada “en el concepto del trabajo y la obediencia total, en la que lo que el gobierno dice es ley, el pueblo respeta a sus gobernantes y tiene gran fe en ellos, quienes además han mostrado resultados”. Por eso, dice, para hacer negocios en China lo primero es respetar a su pueblo y a su gobierno, y esforzarse por entender su mercado y cultura. “China es un fenómeno económico que, más allá de quejas, fundadas o no, vamos a tener que trabajar con ella en comercio o inversión. Para hacerlo con éxito hay que pensarlo muy bien, con visión de largo plazo, con estudios previos del mercado y de la región específica de interés”, plantea.

Un modelo cuestionado

Dussel Peters se detiene en la entrevista en plantear la falta de estrategia de los últimos gobiernos mexicanos para acercarse a China y construir una relación que resulte beneficiosa para ambos países, en vez del desastre que ha sido hasta hoy: por cada dólar de mercancías que exporta México a China realiza importaciones por 15 dólares desde ese país. Una carencia que, a la vista del dinamismo de la nación asiática, se acrecienta en la actual administración federal. En el Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, el documento rector de las acciones del gobierno, no hay una estrategia delineada para reducir esa relación tan desventajosa para México.

“Hay en el gobierno, el sector privado y la academia un problema de mucha ignorancia respecto a China”, plantea el especialista. “Lo peor que se puede tener en una relación que es tensa, en especial en el ámbito económico y comercial, es ignorancia”, insiste.

La falta de capacidad del gobierno mexicano para diseñar una política de mejor acercamiento a China, expone Dussel Peters, es hasta cierto punto ideológica y de dogmatismo.

Explica: “Hay un pequeño grupo de no más de 10 personas que han dominado el diseño de la política económica en los últimos 20 años. Guillermo Ortiz, Pedro Aspe, Francisco Gil, Agustín Carstens, Santiago Levy, etcétera, un grupo muy pequeño han sido muy coherentes en su idea económica, puede uno estar o no de acuerdo con ellos, pero han sido muy coherentes. Y China les representa una enorme paradoja, porque México implementó todas las recetas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, es el alumno aventajado, y su economía no crece”.

Añade: “China, nótese la ironía, hizo todo mal: no acató las órdenes del FMI y el Banco Mundial, no abrió su cuenta de capitales, mantiene un tipo de cambio fijo, domina la presencia del Estado en la economía, y el gobierno tiene el control de la propiedad; hizo todo mal y desde 1980 hasta 2006 logró que su producto interno bruto per cápita creciera 10 veces más que el de México”.

Entonces, añade, la falta de claridad de los diseñadores de políticas públicas para construir una relación con China que proporcione ventajas a México obedece también “a un problema de dogmatismo de este pequeño grupo” que, dice, considera que el manejo de la economía es estar atento a tres o cuatro variables macroeconómicas y “que ha venido destruyendo el aparato productivo del país, porque no conoce lo que es una empresa”.

Una de las consecuencias de la falta de definición de una política de México hacia China, expone, es que continúe el desplazamiento de los productos mexicanos, como ha sucedido en Estados Unidos, donde hasta 2001 México era el segundo proveedor de mercancías. Este año China se convertirá en el mayor socio comercial de Estados Unidos. Algo parecido ocurre en el mercado interno mexicano.

Así, apunta Dussel, China está cuestionando la estrategia seguida en los últimos 20 años en México. Y mientras México no sabe cómo acercarse a aquella nación, los líderes políticos chinos están creando mayor entendimiento y reforzando sus relaciones con otras naciones de América Latina, como Brasil, Argentina, Chile, Costa Rica, Venezuela, Cuba y Bolivia.

China desplazó a México como proveedor de mercancías a Estados Unidos, pero también ha avanzado en su presencia en Canadá y en México. Dussel lo interpreta así: “el TLCAN llegó a sus máximos a finales de los 90 y ahora, 13 años después de que entró en vigor ese acuerdo, un país no invitado al TLCAN, es decir, China, es el más dinámico en cuanto a comercio en la región de América del Norte”.

 
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