El Conde Jázzula

Quienes creyeran, creyesen o creerían que La Condesa se llama así en honor del Conde Pátula, el Conde Bartok, el Conde Corado, aceptarían, aceptaran o aceptasen que bien pudo haber habitado esa colonia otro noble de sangre azul y piel de chocolate: el Conde Basie, quien en vida, como dirían los clásicos de las páginas policiacas, respondía al nombre de William James Basie (1904-1984) y fue uno de los pilares que sustentan la cultura-jazz.

La noticia es que en, otra vez los clásicos, conocida cadena de tiendas de discos propiedad del hombre más rico del mundo (el Disquero ciertamente ha contribuido, con sus compras irredentas y continuas, a colocar a ese señor en el primer lugar del hit parade Forbes) esplende tremenda caja de 20 discos 20 al casi increíble precio (y dale con los clásicos) de 187 morlacos y un festín de música de gran banda dirigida por (atinó, jazzístico lector) el mismísimo Count Basie.

Se trata de un álbum vigesimuple (si doble es de dos, cuádruple de cuatro, séxtuple de seis, ¿de 20?) con un recorrido fascinante por una de las mejores vertientes de la música que se baila, se piensa y se degusta en masa, en mesa y con el favor de las musas (que por supuesto no van a misa) y presenta una de las facetas de la nobleza del Conde Basie, grande entre los grandes de las grandes bandas, al mismo tiempo que pianista gigantesco y compositor inmarcesible.

He aquí, en esta versión en audio de una novela río (¿novela río porque es cómica? ¿leo y me río?), grandes clásicos de un gran clásico, Count Basie, con su orquesta histórica, entre la que figuran leyendas en cada uno de sus instrumentos. La conexión con el álbum central de este Disquero es variopinta, detengámonos por lo pronto en hacer notar que los solistas de la Orquesta Sonorama de Esquivel! se daban un tirito con los solistas de la orquesta del Conde Basie. Así de chidos.