Usted está aquí: martes 30 de octubre de 2007 Espectáculos “Morirse está en hebreo pretende contribuir a la tolerancia y diversidad”

La película, estrenada el pasado fin de semana, parte del ritual del shivá: Springall

“Morirse está en hebreo pretende contribuir a la tolerancia y diversidad”

Toca un área de lo que también “es México; nos han metido la idea de que sólo somos mestizos, y nuestro país se ha enriquecido además con otras migraciones”, explica el realizador

Juan José Olivares

Ampliar la imagen Sharon Zundel y Emilio Savinni, en fotograma de la cinta Sharon Zundel y Emilio Savinni, en fotograma de la cinta

El productor y director mexicano Alejandro Springall no es judío ni profesa religión alguna, pero en su reciente película, Morirse está en hebreo, trata la comedia desde un punto de vista irónico, que se da en el contexto del proceso de duelo de una familia judío-mexicana, tema “poco abordado por la cinematografía nacional”.

Morirse está en hebreo, financiada por el propio Springall, John Sayles, Foprocine y otros inversionistas que también lo apoyaron con su opera prima como director, Santitos, se estrenó el pasado fin de semana en salas de México.

Para el realizador y productor de cintas como La casa de los babys (dirigida por John Sayles), lo que le interesó en esta historia fue sólo mostrar la “religiosidad del ser humano, porque eso nos vincula con la propia existencia. Es ahí donde se junta el intelecto, la voluntad, y todo lo demás que tenemos dentro y no conocemos; por eso todo se expresa por medio de ella, que no tiene que ver con las religiones, sino con la existencia del ser humano y su entorno en el universo, con el existencialismo”.

Morirse está en hebreo habla de la muerte del abuelo Moishe, cuando dan inicio los rituales de un encierro obligado y, con ellos, una catarsis que lleva a la familia y amigos a descubrir los lazos que los unen y a los secretos que se han guardado.

“Se da en el contexto de una shivá (que son los siete días en que las familias se confinan para cumplir con todos los preceptos de este ritual maravilloso), por eso me interesó hacer esta cinta. De por sí este rito te remite a un mundo arcaico y es sorprendente lo eficaz que resulta todavía en nuestra civilización. Tiene un motor dramático en sí, porque es lo que han elaborado durante tantos siglos los grandes sabios y rabinos. Creo que es el único rito de duelo que realmente da las armas para continuar con la vida, porque lo importante son los vivos”, asegura Springall.

En opinión del cineasta, es la cinta que más trabajo le ha costado y “la más chica (en términos de producción) también. Es mi octava producción y mi segundo largo como director. Es un proyecto al cual metí toda una propuesta narrativa diferente. Fue como llevar una comedia alrededor de un duelo, como en Santitos, pero ésta un poco más elaborada, porque pese a que hay mucho respeto a los personajes, sí hay una visión irónica hacia lo patético de cada uno de ellos, los cuales se encuentran en un momento caótico de su vida, porque viven un duelo, están confrontados con la muerte”.

A Springall le interesaba además que en nuestra cinematografía “se tocaran otras áreas de lo que también es México. Nos han metido la idea de que sólo somos mestizos, y no, México se ha enriquecido con todas las migraciones que han llegado, las cuales han traído una cultura, lo que nos ha ayudado a contribuir con la tolerancia y diversidad, y esto es lo que pretende la película. Finalmente, no somos diferentes, judíos o no judíos. Me interesaba empezar a romper prejuicios. Morirse… abre la puerta a conocer un rito profundamente sabio, que todos deberían conocer. Que la gente vea que hay otras maneras de vivir un duelo”.

El director afirmó: “esto lo podrá decir mejor un antropólogo: las religiones nacen para tratar de explicar lo inentendible, o lo inexplicable, como la muerte. Entonces a mis personajes los confronto con la tragedia, con la muerte y la pérdida, y así es cuando surge la religiosidad: cuando se nos acaban las respuestas. Por eso me gustan los personajes que están en el límite. Mis cintas no son sobre la muerte, sino sobre la vida”.

Sin ironía, el mundo es muy limitado

El cinerrealizador ha tratado el tema de la muerte desde la ironía. Dijo: “Cuando el ser humano no tiene ironía, su mundo es muy limitado y, sobre todo, no puede expresar la verdad. Cuando te tomas todo tan en serio y vives una tragedia, ya estás jodido para el resto de tu vida, y no, hay que tomar la vida más ligera, por eso me gustan las comedias con fondo. Pretendo hacer comedias inteligentes que tengan varias lecturas, porque siempre respeto a los personajes; para mí no hay uno tonto o sin chiste, todos deben tener su propia existencia, sus emociones, y hay un momento en que éstos dictan hacia dónde. Por eso hay que darles esa oportunidad, no hay que manipularlos, y en esta cinta es en la que más se ve esa búsqueda mía como director, esa obsesión por la naturaleza humana”.

Al hablar del tema de los judíos habrá “gente que se sienta agredida, pero cuidé la cinta y no me meto con la religión, pero sí con la religiosidad de mis personajes. No obstante, siempre habrá personas que sientan agredidas hasta con La novicia voladora (una serie estadunidense de los años 60)”.

El guión de Morirse está en hebreo es del propio Springall y de Jorge Goldenberg.

 
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