Usted está aquí: viernes 26 de octubre de 2007 Estados “La balsa se abrió y nos arrastró el mar”

Familiares de víctimas señalan fallas en la seguridad de las plataformas

“La balsa se abrió y nos arrastró el mar”

Eder Ortega señala que la mandarina en la que escapaba se quebró hasta hundirse

Lorenzo Chim y Luis A. Boffil (Corresponsales y agencias)

Ampliar la imagen Felipe Calderón, con uno de los sobrevivientes del choque de plataformas petroleras en la sonda de Campeche Felipe Calderón, con uno de los sobrevivientes del choque de plataformas petroleras en la sonda de Campeche Foto: Notimex

Ampliar la imagen Pastor García, uno de los lesionados, durante su traslado al hospital del IMSS en Ciudad del Carmen Pastor García, uno de los lesionados, durante su traslado al hospital del IMSS en Ciudad del Carmen Foto: cortesía Novedades de Campeche

Ciudad del Carmen, Camp., 25 de octubre. De la sala de velaciones al hospital, el reclamo es el mismo: “que se investigue a la empresa que fabricó los botes salvavidas herméticos (conocidos como mandarinas); no funcionaron y arrojaron a los trabajadores a una muerte segura…”

Pastor García, empleado de la Compañía Perforadora Central, que presta servicios concesionados a Petróleos Mexicanos (Pemex) y uno de los sobreviviente del accidente ocurrido en la plataforma Usumacinta, en la sonda de Campeche, narró:

“La balsa se abrió y entró una gran ola que nos arrastró al mar; algunos quedaron inconscientes por los golpes y fueron arrastrados por el agua. Otros pudimos nadar y aferrarnos a una cuerda para intentar regresar después a la balsa y encomendarnos a Dios.”

Con la voz entrecortada y al borde del llanto, el hombre, de 50 años de edad, recuerda que observó cómo muchos de sus compañeros se perdieron en el mar y no pudo hacer nada por ayudarlos. “Tal vez nunca los volveré a ver con vida”.

Contó que nadó como “desesperado” y en cada segundo no dejó de rezar. “Estoy agradecido con nuestro señor Jesucristo por estar con vida”, señaló mientras permanecía recostado en la cama de un hospital de Ciudad del Carmen.

“Desesperados, subimos otra vez al bote, achicamos (desalojar) el agua y esperamos largo tiempo hasta que, como a las seis de la tarde, el barco Morrison Tide nos rescató”, aunque en la maniobra Ricardo Carrillo Alarcón, uno de sus tripulantes, murió.

Herido, maltrecho y todavía “con el Jesús en la boca”, Gabriel González Toral, otro de los obreros que se salvaron y que se encuentra en el mismo nosocomio, confirmó que varios de sus compañeros del pozo Kab 101 se arrojaron al mar tras suscitarse una segunda explosión y fuga de gas sulfhídrico, cuya aspiración es mortal.

Otros, como él, ingresaron a las mandarinas, pero “comenzó a entrarle agua, así que nos salimos y nos agarramos a la parte superior, pero una ola fuerte nos dispersó. Solo siete nos subimos de nuevo al bote y esperamos a ser rescatados. De los demás compañeros ya no supimos”.

En el noticiario de Joaquín López Dóriga, Televisa mostró imágenes de una mandarina totalmente destrozada en cuyo interior fue hallado el cadáver de una mujer, uno de los 19 trabajadores que perecieron.

González Toral, empleado de la sección 42 del sindicato de trabajadores petroleros, de 34 años y originario de Veracruz, dijo que “en varias ocasiones sentí que me ahogaba y tuve mucha desesperación”, mientras se sujetaba a la soga para subir de nuevo a la mandarina.

Él fue uno de los primeros siete petroleros en ser rescatados de una de las dos mandarinas con que estaba equipada la plataforma Usumacinta. Gabriel pasó varias horas en el agua hasta que fue rescatado y 12 horas desde que abandonó la plataforma.

“Nací de nuevo, pero una ola me separó de mi padre”

Otro de los sobrevivientes es Allende Alcudia Sánchez, de 33 años. Su padre, que trabajaba en la misma plataforma, no tuvo la misma suerte y después de saltar al mar lo perdió de vista. “Me siento mal de no haberlo salvado. Nací de nuevo, pero una ola me separó de mi padre”, dijo.

Eder Ortega, también trabajador de la plataforma ubicada a 75 kilómetros de Ciudad del Carmen y a 32 kilómetros del puerto de Dos Bocas, Tabasco, dio a la radio local su versión de lo sucedido.

“Sabíamos que las condiciones eran adversas, pero no había de otra. La mandarina se fue quebrando poco a poco hasta llegar al punto de que se hundió el bote y todos mis compañeros quedaron en el mar”.

Por separado, Sandra Patricia Pacheco, esposa del trabajador Leandro Manuel Hernández, quien murió en el accidente, aseguró que las autoridades de Pemex “no tomaron las medidas preventivas a pesar de que había vientos de más de 100 kilómetros por hora. No sabemos qué pasó, hay un silencio muy grande de cómo falleció”, apuntó.

En la Sala de Velatorios Nuestra Señora del Carmen –la “patrona” de esta isla, también de los pescadores y marinos–, perteneciente al sindicato petrolero, Marina lamentó entre sollozos la muerte de su primo, Leandro Manuel Hernández Pozos, ex boxeador y ex guardaespaldas de Juan Viveros, actual tesorero del gremio.

Denunció que muchos de los petroleros muertos se habrían salvado si se hubieran aplicado las medidas preventivas. “Los obligaron a subir a la plataforma a pesar de que estaba anunciando un norte. Las olas estrellaron al Usumacinta contra el pozo Kab 101 y de ahí vino la explosión...”

 
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