Usted está aquí: viernes 26 de octubre de 2007 Cultura Spencer Tunick pretende instalar un desnudo colectivo en Teotihuacán

El fotógrafo neoyorquino abrirá sus exposiciones en la UNAM y el Museo de la Ciudad

Spencer Tunick pretende instalar un desnudo colectivo en Teotihuacán

Quiero ver las pirámides y estudiar la opción de hacer un trabajo con cientos de participantes, adelanta a La Jornada

En el Zócalo, “lo más relevante fue hacer que las personas crearan arte”

Merry MacMasters

Ampliar la imagen El artista neoyorquino Spencer Tunick, ayer, durante la entrevista con La Jornada El artista neoyorquino Spencer Tunick, ayer, durante la entrevista con La Jornada Foto: Carlos Ramos Mamahua

El artista neoyorquino Spencer Tunick ensaya la posibilidad de hacer una instalación de desnudos en las pirámides de Teotihuacán, ya que gusta de establecer una relación con el país o la ciudad, donde ya trabajó.

No sería tan masiva como la que efectuó en Zócalo, donde la madrugada del pasado 6 de mayo acudieron alrededor de 18 mil personas.

De regreso en México para inaugurar dos exposiciones suyas, Tunick en el Zócalo, el sábado 27 en el Museo Universitario de Ciencias y Arte, de la Universidad Nacional Autónoma de México, (UNAM) y la retrospectiva Tunick antes del Zócalo, el martes 30 en el Museo de la Ciudad de México, el artista piensa ahora sí visitar “las pirámides”, que sólo conoce en fotografía.

“Quiero ver las pirámides y estudiar la posibilidad de presentar mi proyecto a las autoridades, de manera respetuosa, donde explicaría cómo podría hacer un trabajo con menos personas, que evocara el espíritu del sitio.”

Muchos “rebeldes” en el Zócalo

Desde que Tunick vino a México por vez primera, siempre quiso hacer algo en Teotihuacán, sin embargo, su primera opción fue el Zócalo, porque “quise tener la oportunidad de trabajar con más de 7 mil personas”, explica en entrevista con La Jornada.

La “pieza de la pirámide” contaría con menos participantes y sería “más controlada”, en un tiempo por precisar. Agrega que le gustaría hacer “una o dos obras más en la ciudad de México”, con “300 o 400 personas”.

Más relajado –después de México abrirá otra exposición en Helsinki–, Tunick accede a hablar de su trabajo en el Zócalo, que consistió en tres “montajes” de instalación: uno de frente al “edificio gubernamental” (Palacio Nacional), con cuatro variaciones; otro de cara a la avenida 20 de Noviembre, con dos variaciones y, luego, “dos variaciones del trabajo sólo con mujeres, más cercano a ese edificio”.

La mañana del 7 de mayo, y de manera sorpresiva para la mayoría, Tunick realizó dos obras más pequeñas, sólo con mujeres que “se parecían a Frida Kahlo”, es decir, “con cabello negro largo”, en la casa de la pintora en Coyoacán.

El artista siempre hace una segunda instalación. De hecho, él y su equipo tenían meses de buscar un lugar. Sin embargo, después de una visita a la Casa Azul, el sábado 5, le pareció el lugar indicado. Inclusive, ese nuevo reto ocupó su mente durante la instalación del domingo. “La razón por la que escogí puras mujeres para el último montaje, fue para hablarles de la instalación secreta del día siguiente”.

–¿Qué estrategias delineó para el trabajo del Zócalo?

–Contamos con una combinación de megáfonos, sistema de sonido y estandartes que indicaban las diferentes posiciones. Lo más relevante consistió en calmar la emoción, el miedo y hacer que las personas se pusieran a crear arte.

Dentro de la gran masa de participantes, había “muchos rebeldes, tal vez 500, que no querían seguir las instrucciones con rapidez. Tuve que trabajar con ellos para posicionarlos. Estaban confundidos porque no es normal que las personas reciban instrucciones para, desnudas, tomar posiciones.

La instalación también se convirtió en una carrera contra el amanecer: “Me sentí como un vampiro que trataba de terminar esta obra antes de ser quemado por el sol. En realidad, logré una última pieza del primer montaje, donde estaban acurrucados en posición fetal, justo cuando apareció el sol y se puede ver la luz brillando en sus espaldas”.

La masa es algo bueno

Para Tunick, lo “diferente” de la instalación en el Zócalo fue la arquitectura: “El primer montaje con el asta bandera, pero sin el lábaro, fue como una lanza o espada. Lo sentí casi igual de poderoso sin la bandera. También, la larga avenida, con los dos edificios flanqueando las obras, y las personas, brazos extendidos sobre los hombros del otro, en forma de abrazo; me encanta esa pieza”.

–¿Su obra encierra un mensaje social o político?

–En 75 por ciento, no, pero en 25 por ciento hay temáticas escondidas. Mientras podría resultar difícil retratar un solo desnudo enfrente de un lugar, la masa sojuzga de manera subversiva a las personas que querrían detener la obra por las razones equivocadas. Así que en mi trabajo la masa es algo bueno.

Respecto del “enfrentamiento” surgido en el último montaje, sólo con mujeres, Tunick dice: “Hubo unas cuantas personas que debieron haber tenido muy malas ideas de lo que podría pasar en un mundo loco, y por alguna razón despositaron sus miedos en los otros hombres partícipes.

“Quienes posan para mi obra suelen ser muy dóciles, entonces, están en un lugar seguro. Pienso que seis o siete mujeres, que estaban al frente, no se sintieron seguras, así que se enojaron, lo hicieron saber y su miedo se extendió. Por tanto, traté de trabajar lo más rápido posible, en una posición donde ellas no veían a los hombres, para que no se sintieran vulnerables.

“Los organizadores de la UNAM y del gobierno de la ciudad trabajaron para alejar a los hombres. Éstos formaron una valla después para que las mujeres pudieran vestirse. La situación se calmó cuando les dije que esos hombres no eran una amenaza, que eran sus iguales, sus amigos.

“Mis intenciones fueron buenas. Quise fotografiar a las mujeres cercanas al edificio gubernamental como una declaración personal sobre la presión y la pesadez de un gobierno, y cómo las mujeres la pueden aliviar.”

 
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