Usted está aquí: viernes 26 de octubre de 2007 Capital Protestan contra la intromisión de Círigo en sindicato de ALDF

Bloquean inconformes accesos al recinto, por lo que diputados cancelaron la sesión

Protestan contra la intromisión de Círigo en sindicato de ALDF

Denuncian trabajadores nepotismo y violación constante a sus condiciones generales de trabajo

Raúl Llanos y Gabriela Romero

Ampliar la imagen Trabajadores de la Asamblea Legislativa protestaron ayer contra las prácticas de nepotismo y la violación a sus condiciones generales de trabajo, impidiendo la entrada al recinto a los diputados Trabajadores de la Asamblea Legislativa protestaron ayer contra las prácticas de nepotismo y la violación a sus condiciones generales de trabajo, impidiendo la entrada al recinto a los diputados Foto: Yazmín Ortega Cortés

En punto de las ocho de la mañana de ayer y apoyados con pancartas y mantas, los integrantes del Sindicato de Trabajadores de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (STALDF) bloquearon los accesos al recinto de Donceles y Allende en protesta por las constantes violaciones a sus Condiciones General de Trabajo (CGT) y por la “intromisión” en la vida interna de su organización del presidente de la Comisión de Gobierno, el perredista Víctor Hugo Círigo, por lo que no se pudo realizar la sesión ordinaria que estaba programada.

Cerca del mediodía vino la respuesta oficial por parte del diputado del PRD, quien arropado por los coordinadores de PRI, Jorge Schiaffino; PAN, Miguel Hernández; Panal, Xiuh Guillermo Tenorio; Coalición Socialdemócrata, Jorge Carlos Díaz, y por legisladores de su corriente, Nueva Izquierda (NI), amagó a los trabajadores con levantarles actas administrativas, actuar por la vía judicial ante el delito de despojo, o hasta llegar a solicitar el uso de la fuerza pública para que se retirara el bloqueo.

No sólo eso. Bastaron unos cuantos minutos de la conferencia de prensa que se ofreció para que Círigo, también coordinador de la bancada del PRD de la Asamblea Legislativa y surgido de la lucha sindical, colmara de calificativos ese movimiento laboral: “acción artera”, “chantaje”, “provocación”, “embate”, “agresión a la institución”, “intento de golpear políticamente” a la Asamblea”, “toman como rehén” a este órgano de gobierno, acción “totalmente injustificada, totalmente ilegal”, y más.

Desde hora temprana, los cerca de 200 miembros del STALDF habían argumentado sus demandas para recurrir al cierre del recinto: se viola el escalafón al contratar, por ejemplo, a la hija del director general de Servicios Generales de la Asamblea con el nivel de plaza más alto; se incumplen las CGT al no pagar la renta del inmueble que ocupa el STALDF o bien al otorgar vales a personal no sindicalizado; retraso de más de dos meses en el pago de horas extras, desplazamiento de la materia de trabajo, y añadieron un aumento salarial de 25 por ciento. Entre todos esos elementos también acusaron a Círigo de haber auspiciado la creación de un sindicato alterno en la ALDF.

Enterados de esta situación, los coordinadores de los grupos parlamentarios se encerraron en las oficinas de la Comisión de Gobierno para hacer frente al bloqueo. Definida la estrategia llamaron a conferencia de prensa en la que Círigo dijo, de entrada, que los trabajadores impidieron el acceso de los diputados al recinto –aunque ningún legislador solicitó ingresar en el inmueble–, consideró que no tenían justificación las demandas del STALDF, se deslindó de promover cualquier nuevo sindicato, ofreció diálogo a la representación sindical, pero se negó a establecer una mesa de acuerdos sino se levantaba el bloqueo, pues “nadie está obligado a negociar con una pistola en la cabeza”.

Incluso, amagó con que el proceder de los sindicalizados “puede traer consecuencias laborales administrativas, y que además se puede tipificar hasta como delito de despojo”. Asimismo, comentó que no se descartaba, aunque “sólo en caso extremo”, la intervención policiaca para recuperar el recinto.

Deslizó la acusación de que los diputados del G-14, encabezados por Agustín Guerrero, estaban detrás del movimiento, lo que sin mayor resquemor sí aseguró Jorge Carlos Díaz Cuervo. A su lado, Schaffino lamentó que se haya terminado la “luna de miel” de los perredistas.

Más tarde, Guerrero y cinco de sus compañeros se deslindaron de la movilización del STALDF y dijeron que esa protesta era más por la actitud de Círigo de conducirse “como rey y como dictador”, y subrayaron que de usarse la fuerza pública ellos se meterían en medio para evitar la agresión.

Por la noche, y en un desplegado, la Comisión de Gobierno no descartó que ante ese cierre del recinto legislativo se pueda sesionar en una sede alterna.

 
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