Usted está aquí: miércoles 24 de octubre de 2007 Espectáculos Poyectan Noise, de Henry Bean, en festival de Roma

Poyectan Noise, de Henry Bean, en festival de Roma

Reuters

Ampliar la imagen El cineasta estadunidense El cineasta estadunidense Foto: Ap

Roma, 23 de octubre. ¿Alguna vez ha soñado con destrozar aquel auto de su vecindario cuya alarma tiene el mal hábito de encenderse a medianoche? El director estadunidense Henry Bean solía entrar a los vehículos de otras personas para desactivar sus alarmas, para poder tener un sueño reparador. Terminó en la corte y, luego, en la cárcel, hasta que decidió parar y hacer una película sobre ello.

Noise, la provocativa segunda película de Bean, está protagonizada por Tim Robbins, en el papel de David, un hombre de familia de clase alta que enloquece por los ruidos de Nueva York: chirriantes camiones de basura, bocinas, sirenas y, lo peor de todo, alarmas de coches sonando a todas horas.

David se obsesiona tanto por el ruido, que se convierte en un vigilante vestido de negro, El rectificador, y realiza una cruzada contra esas malditas alarmas que acaban con su calma.

Tras terminar en la cárcel y casi arruinar su matrimonio, decide continuar su lucha de manera legal, y reúne firmas para pedir una solución al problema, la cual espera poner sobre la mesa en una próxima elección del consejo.

La iniciativa es inmensamente popular, pero se ve bloqueada por el falso alcalde de la ciudad, interpretado por William Hurt, quien presiona a David a recurrir a una estrategia extrema para dar a entender la situación.

Experiencia personal

“Forzar la entrada a un auto cuya alarma suena desde hace horas, ser arrestado, ir a la cárcel, comparecer ante un juez, todo eso me sucedió a mí, yo hice eso”, dijo a periodistas Bean –quien vive en Nueva York–, luego del estreno de su película en el festival de Roma, ante la aclamación de la crítica.

“Cuando me arrestaron ya tenía bastante tiempo abriendo coches. Lo había hecho durante años. Pero cuando pasé la noche en la cárcel y me costó varios miles de dólares, comencé a pensar que no llegaría a ningún lado por ese camino”, agregó.

“Confieso que hubo un par de veces que no pude controlarme, y lo hice nuevamente, aunque no me arrestaron en esas ocasiones. De hecho, nunca encontrarán un policía que les diga que estas cosas (alarmas de vehículos) hacen algún bien”, expuso.

La película es la aguda y por momentos hilarante segunda parte de una trilogía de Bean que explora el fanatismo religioso, político y artístico.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.