Usted está aquí: lunes 15 de octubre de 2007 Opinión Astillero

Astillero

Julio Hernández López
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Bocazas

Caída y subida de Husseinte, ¡zaz!

Que tarugadas era intencionales

Estatua lista desde un año atrás

En unas cuantas horas la imagen de Vicente Fox fue derribada cuando menos dos veces. Una en Boca del Río, donde priístas veracruzanos lazaron del cuello una estatua del Bocón del Rancho y la tiraron al piso, quedando sin la derecha mano que hacía una V de la victoria (en la caída, unos recordaban a Saddam Hussein; en la pérdida de la mano, a Álvaro Obregón, que según la picardía popular había quedado manco para que sólo pudiera robar dinero público a la mitad). El otro abatimiento se produjo en declaraciones del siempre añorado Rubencito Aguilar, que destrozó el mito de que el citado Chente era un practicante genuino y natural del gazapo y el disparate pues, según el ex vocero presidencial, las metidas de bota del guanajuatense eran intencionales, mero artificio para elevar los niveles de popularidad de un político que se hacía el ignorante y torpe para que las mayorías se sintieran auténticamente representadas por quien tan bajo las consideraba que él mismo se rebajaba.

El sainete escultórico veracruzano ha hecho que un segmento del panismo nacional se sienta obligado a entrar en defensa del más reciente de los ex presidentes. Aprovechando el barbarismo porril que adjudican al priísmo acaudillado por el también indefendible Fidel Herrera Beltrán, algunos panistas creen llegada la oportunidad de salir en sesgada defensa del Héroe de San Cristóbal Ranch. Ayer mismo, por ejemplo, a unas horas de que la estatua de la discordia había sido derribada, una comisión de blanquiazules notables, protegidos por policías, levantaron la maltrecha efigie e hicieron alegatos en favor del esposo de la señora Marta. Entre los restauradores de la imagen de ¡Zaz!, perdón, Fox, estuvo, desde luego, el alcalde de Boca del Río, Francisco Gutiérrez de Velasco, y un personaje especialmente autorizado para hablar de honestidad en el servicio público, como el actual director del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes, quien se pasa el mayor tiempo posible interviniendo en la política de aquella entidad. Este este fin de semana, por ejemplo, asistió a la boda de su hijo, del mismo nombre, a quien la picaresca jarocha hace llamar Chiquiyunes, el mismo que luego de ser diputado local ha competido por la alcaldía de Boca del Río y, aun cuando su presunta victoria está sujeta a impugnaciones en vías de ser resueltas, se regaló el detalle de celebrar una boda pública, en el quiosco de la plaza principal de Boca del Río, con unos 5 mil asistentes, a los que se sirvió bebida y comida gratis, además de música regional y juegos pirotécnicos, con la intención de ir preparando el camino para que un Yunes, el padre o el hijo, pueda ser candidato panista a gobernador.

La mayor desilusión nacional, sin embargo, fue generada por el traductor oficial del lenguaje foxiano, el siempre optimista Tata Aguilar, quien ha creído llegado el momento de desengañar a las crédulas mayorías nacionales: Fox no era legítimamente lerdo, sino que, “cada vez que el presidente se equivocaba, en 95 por ciento de los casos siempre fue intencional”. En Monterrey, en el segundo Fórum de las Culturas, quien fue portavoz de Los Pinos declaró: “Lo que reclamaba el intelectual o seudointelectual, o el seudoperiodista, de la estupidez de Fox, la gente lo veía muy bien; empatizaba con él, rompía el mito de que este país tiene un presidencialismo redondo, que no se equivoca”. ¡Eso era amor a la patria: Chente se hacía el tarugo porque creía que la mayor parte de la gente, a la que consideraba verdaderamente tonta, se sentiría contenta de ver que su presidente era igual a ella!

(Respecto del caso veracruzano, conviene tomar en cuenta un par de datos: aun cuando las autoridades de Boca del Río insisten en que la estatua de Husseinte Fox “no costó nada” al erario, el escultor Bernardo Luis López Ardasánchez, poblano de 37 años de edad, fue entrevistado el pasado 13 por Elia Melchi Reyes, del diario Notiver, quien le preguntó por el costo de la obra, a lo que contestó: “Pues mira, sí tuvo un costo, pero realmente yo hice un acuerdo con el alcalde de hacer cuatro estatuas: la de Santa Anna, Juan Pablo Segundo, Hugo Sánchez, y la de Vicente Fox no le costaría al ayuntamiento. Ése es el acuerdo: doné mi trabajo y la mano de obra”. La reportera preguntó si la estatua había costado 400 mil pesos, como “dicen”: “Mira, en cuestiones de dinero no quiero hablar, pero sí, el costo fue pagado por patrocinadores que compraron el bronce gas; son gente del norte y otras personas que donaron, de Veracruz; la mano de obra fue gratis de mi parte”. ¿El mismo esquema del yip rojo: negocios facturados a cambio de regalías o donaciones incluidas en el precio oficial o pagaderas en nuevos encargos o negocios? Porque, además, según reveló el propio escultor, cuando le preguntaron si Fox había posado: “No, de hecho la estatua ya estaba hecha desde septiembre del año pasado; no sé por qué no la pusieron. Esta estatua ya estaba programada con mucho tiempo atrás, y para hacerla, la oficina de la Presidencia me mandó unas fotografías del presidente en esa época”. ¿Por qué hasta ahora tuvo el alcalde de Boca del Río la ocurrencia de develar una estatua que “estaba hecha desde septiembre del año pasado”?)

Y, mientras en la capital del país Marcelo Ebrard se siente piloto de Fórmula Uno, debido al éxito de su programa de reacomodo de vendedores ambulantes que, al menos en estos días, ha dejado despejada una parte del Centro Histórico, y en Sinaloa se dice que triunfó la blanca, es decir, la jornada sin incidentes violentos, ¡hasta mañana, viendo al cardenal Norberto Rivera muy complacido, en la Catedral Metropolitana, porque sus huestes han respondido entusiastas al pedido de protección que contra órdenes de comparecencia en Los Ángeles, no, perdón, que contra supuestas agresiones de activistas locales ha hecho el máximo jefe político de la Iglesia católica mexicana!

 
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