Usted está aquí: jueves 11 de octubre de 2007 Política Otoño en Nueva York

Miguel Marín Bosch

Otoño en Nueva York

Pese a que estamos en otoño en Nueva York han persistido hasta ahora las temperaturas de verano. La Asamblea General de las Naciones Unidas acaba de iniciar su sexagésimo segundo periodo de sesiones.

La presidencia de la pasada sesión de la asamblea recayó (apenas por tercera vez) en una mujer. Se trata de una distinguida jurista de Bahrein, Jequesa Haya Rashed Al Khalifa. La primera mujer en ocupar el cargo fue Vijaya Lakshmi Pandit, de India, en 1953, y la segunda fue la liberiana Angie Brooks en 1969. Resulta curioso que las tres hayan sido nacionales de países en desarrollo. En la ONU se habla mucho sobre la equidad de género, pero se hace poco.

Jequesa Haya se despidió de la Asamblea General el pasado 17 de septiembre con un llamado a sus 192 estados miembros. Los instó a que alzaran la antorcha del multilateralismo para resolver los grandes problemas que aquejan al mundo, empezando por la pobreza y la guerra.

El debate general de la asamblea dio inicio el 24 de septiembre en su formato más razonable, menos días y discursos más cortos. Comparto la tesis de que si no puedes decir lo que quieres en 15 minutos quizás sea mejor que no lo intentes.

Mientras tanto el Consejo de Seguridad, pese a la estridencia de la retórica de Washington, decidió posponer la discusión sobre las posibles sanciones en contra de Teherán por sus supuestas aspiraciones nucleares. Volveremos a ese tema más adelante. Además el consejo se hizo pato ante los excesos de las autoridades de Myanmar (antes Birmania). China, apoyada por fuera por India y Tailandia, logró que el consejo pasara en silencio (por ahora) las violentas represiones impuestas por Yangón (antes Rangún) a los disidentes. Un país con muchas materias primas codiciadas por otros siempre tiene con qué defenderse.

La última semana de septiembre fue un tanto agitada en esta ciudad. Han sido días de mucho calor y, con la presencia (y para algunos la insolencia) del presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, aumentó también la temperatura política.

Ahmadinejad participó en el debate anual de la Asamblea General. El día anterior había sido invitado a dar una plática en la Universidad de Columbia. Algunos medios de comunicación atacaron a la universidad. ¿Hubieran invitado a Hitler? La respuesta del encargado del evento fue que sí. “Evil Weasel”, decía el pie de foto de Ahmadinejad en la portada del New York Daily News. Hubo un buen número de inserciones pagadas por grupos judíos.

El presidente de la Universidad de Columbia recurrió a rudeza innecesaria al presentar al presidente de Irán. ¿Para qué invitas a un jefe de Estado si luego te la pasas insultándolo? Pero Ahmadinejad aguantó, aunque tampoco estuvo a la altura. Para algunos sus planteamientos fueron confusos y a veces sus respuestas dieron la impresión de un dirigente travieso. Además se le olvidó que era un foro académico. A pregunta expresa de uno de los estudiantes acerca del trato que recibía la comunidad gay en su país, dijo que en Irán no había homosexuales.

Irán sigue en la mira del presidente George W. Bush. A muchos en Washington les preocupa la posibilidad de otra guerra o cuando menos de ataques aéreos contra ese país. La Casa Blanca está barajando varias opciones. Una invasión se da casi por descartada ya que tendría que contar con el visto bueno del Congreso y además Estados Unidos no cuenta con el personal militar necesario. Se cree que un ataque contra las centrales nucleares iraníes tendría poco éxito debido a su número y construcción. Otra posibilidad sería que Israel lanzara un ataque y, ante la posibilidad de represalias por parte de Irán, Estados Unidos saliera al quite.

En vista del debate sobre una guerra contra Irán, el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se apresuró a concluir un acuerdo con Teherán. Mohamed El Baradei calificó de “loquitos” (crazies) a los que en Washington abogan por una solución militar en Irán. El Baradei logró convencer a Teherán de permitir inspecciones de sus instalaciones nucleares y así demostrar al mundo sus intenciones pacíficas. Ello permitió al Consejo de Seguridad posponer el debate sobre la posible imposición de un régimen de sanciones hasta no recibir el informe del OIEA.

Ahmadinejad acaparó los medios de comunicación estadunidenses y casi nadie se enteró del debate de alto nivel en la ONU sobre el medio ambiente. Se habló mucho del calentamiento global, frase que para algunos podría ser un albur, pero Bush trató sin éxito de desviar la atención de Nueva York a Washington donde había invitado a un grupo de jefes de estado para discutir el mismo tema pero con un enfoque muy distinto.

Esa última semana de septiembre concluyó con la eliminación de los Mets de Nueva York de la postemporada de las grandes ligas de beisbol. Esos Mets protagonizaron lo que quizás haya sido la mayor debacle en la historia del deporte en esta ciudad.

A principios de este mes el calor no había amainado. Por esas fechas se cumplieron 40 años de la muerte del Che Guevara. El hotel Plaza llegó a 100 años y se conmemoraron los 50 del inicio de la era espacial (éste es, lo repito, un año de muchos aniversarios). ¿Recuerdan el Sputnik? Fue el primer satélite artificial. Pesó poco más de 80 kilos y quizás nunca un artefacto tan pequeño haya detonado una carrera armamentista (desde luego que tecnológica y científica también) tan costosa para unos cuantos países. Por más de una década puso de muy mal humor a los dirigentes en Washington. Luego Neil Armstrong cumplió la promesa del presidente John F. Kennedy y el viento cambió. En Nueva York seguía haciendo mucho calor, pero esta semana ha empezado a bajar la temperatura. El otoño está por llegar.

 
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