Usted está aquí: viernes 5 de octubre de 2007 Cultura Parodiadores de la danza clásica detonaron el furor del público

Les Ballets Trockadero de Montecarlo se presentó en el festival Lila López de SLP

Parodiadores de la danza clásica detonaron el furor del público

Encarnaron bailarines a sílfides, ninfas y a la princesa Odette como un cisne blanco de pelo en pecho

Ataviados con grandes sombreros y pequeños rebozos interpretaron El jarabe tapatío

Arturo Jiménez (Enviado)

Ampliar la imagen Uno de los bailarines de la compañía neoyorquina interpreta a la princesa Odette, el cisne blanco, durante la escenificación de un fragmento de la versión original de El lago de los cisnes, en el Teatro de la Paz Uno de los bailarines de la compañía neoyorquina interpreta a la princesa Odette, el cisne blanco, durante la escenificación de un fragmento de la versión original de El lago de los cisnes, en el Teatro de la Paz Foto: Cortesía del festival

San Luis Potosí, SLP, 4 de octubre. Se llama Les Ballets Trockadero de Monte Carlo, pero no es una compañía del principado de Mónaco sino de Nueva York; sus integrantes parodian la gracia y los rigores de la danza clásica, pero en realidad le rinden gran homenaje técnico y artístico; convocan a la comunión, pero mediante un espectáculo totalmente desacralizador; interpretan a sílfides, ninfas, cisnes y princesas, pero todos son varones.

En su tercera visita a México y la primera gira fuera del DF (ya se presentaron en Colima y estarán en Guadalajara) y luego de una década de ausencia, los del Trockadero, dirigidos por Tory Dobri, supieron detonar, una vez más, el furor y el gozo del público mediante sus recreaciones de ballet cómico.

Enloquecer al espectador

En el Teatro de la Paz, los asistentes a la versión 27 del Festival Internacional de Danza Contemporánea Lila López pudieron apreciar, por ejemplo, a la princesa Odette como un cisne blanco de pelo en pecho y a un primer bailarín chaparrito cargando a una “primera bailarina” muy alta, ¡y luego a ella cargándolo a él!

Pero también: a una bailarina que tropieza y cae; a otra chocando con una tercera; a una más disputando el protagonismo a su compañera de al lado; a una saliéndose de la fila; a otra rompiendo la sincronicidad o la armonía del cuerpo de baile; a una más que bailaba con anteojos; a otra convocando al público a ver en qué parte del teatro se aplaudía y aclamaba con más fuerza.

Y a todas filtrando con finura, de entre su destreza y en el momento preciso, una vuelta de tuerca, una sorpresa, un gesto actoral, un guiño, un gag. Un equilibrio inimaginable entre la perfección y lo grotesco.

Todas (todos) con tutú, zapatillas de punta, pelucas y maquillaje. Todas (todos) con un dominio técnico absoluto que explica por qué esta compañía se ha presentado con honores en el Teatro Bolshoi, en Moscú, y se ha convertido en un fenómeno artístico y humorístico mundial.

El programa constó de tres actos y dos intermedios, con fragmentos de las versiones originales de El lago de los cisnes, Pas de deux, Go for barroco y Paquita, con un obsequio visual al final del segundo en el que una bailarina gira y se desplaza en una trayectoria recta mientras que de su tutú blanquísimo caen pequeñas plumas como pétalos.

Pero no sólo las coreografías eran recreadas a partir de los originales de Ivanov, Anastos o Petipa, sino también la música de Chaikovski, Bach o Minkus.

Cuando parecía el final, la cortina volvió a subir y los bailarines, una mitad con grandes sombreros y la otra con pequeños rebozos, interpretaron El jarabe tapatío, lo que, de plano, potencializó la locuacidad de los espectadores, muchos de los cuales aplaudieron de pie.

Esta fiesta de arte y humor, aderezada con elementos civilizatorios, había sido prevista durante el mediodía del miércoles durante una conferencia de prensa de Tory Dobri y los bailarines Rafaéle Morra, italiano; Fernando Medina Gallego, español; Camilo Rodríguez, puertorriqueño, y Roberto Lara, mexicano que en el DF tomaba clases de la técnica de puntas y se le ocurrió enviar un video a Nueva York, donde lo llamaron.

A 33 años de fundada y luego de una trayectoria ascendente, Les Ballets Trockadero mantiene viva una de sus razones esenciales: homenajear al ballet clásico, sobre todo ruso, “para poder llevar el espectáculo al mayor número de personas”. Y sí, la noche del miércoles, el Teatro de la Paz estuvo abarrotado.

 
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