Usted está aquí: miércoles 3 de octubre de 2007 Mundo Enviado de la ONU logra reunirse con altos mandos militares de Myanmar

Estiman analistas que se ha abierto una puerta a la negociación con la líder Suu Kyi

Enviado de la ONU logra reunirse con altos mandos militares de Myanmar

Peter Popham (The Independent)

Ampliar la imagen Ibrahim Gambari, el enviado de la ONU a Myanmar, se entrevistó ayer con la líder democrática Aung San Suu Kyi, en Rangón Ibrahim Gambari, el enviado de la ONU a Myanmar, se entrevistó ayer con la líder democrática Aung San Suu Kyi, en Rangón Foto: Ap

Mae Sot, Tailandia, 2 de octubre. El enviado de la Organización de Naciones Unidas a Myanmar, Ibrahim Gambari, por fin logró entrevistarse este martes con los dos generales de mayor rango, luego de varios días de retrasos y maniobras de distracción.

Voló a ese país el sábado pasado, cuando el ejército amenazaba con ahogar con fuerza abrumadora semanas de protesta pacífica contra la junta militar y su catastrófica política económica. Se reunió con el general Than Shwe y el subgeneral Mauing Aye en la capital de Nay Pyi Daw, donde tienen su escondite, 350 kilómetros al norte de Rangún.

Nada trascendió del contenido de la reunión. Se preveía que los generales buscarían justificar su represión de las protestas, que dejó muchos muertos y miles de detenidos, en nombre de la seguridad y la estabilidad.

Sin embargo, en un corolario sorpresivo de la visita que encendió una chispa de esperanza, Gambari voló después de nuevo a Rangún, donde tuvo una breve reunión con la líder democrática Aung San Suu Kye, con quien el domingo había charlado por espacio de una hora. La suposición más optimista es que llevaba algún mensaje de los generales a la mujer que, como dirigente de la oposición que obtuvo una aplastante victoria electoral en 1990, la cual nunca se reconoció, ha sido desde entonces la mayor espina en el costado de los jefes militares.

Gambari voló luego de regreso a Nueva York para informar sobre su visita al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Rangún se mantuvo en tensa calma durante la visita del enviado. El número de militares que montaban guardia en cada calle, que la semana pasada era de decenas de miles, se ha reducido en forma constante, si bien las dos grandes pagodas que fueron los principales núcleos de protesta, Shwedagon y Sule, permanecen con guardias armados.

Exiliados birmanos en la ciudad de Mae Sot, en el oeste de Tailandia, cerca de la frontera con Myanmar, afirmaron que hubo dos manifestaciones en Rangún este martes, y una en el estado de Arakan, “pero los números de los participantes son considerablemente menores”.

Por el momento, las tácticas brutales del régimen han surtido el efecto intentado de sacar a los manifestantes de las calles. Sin embargo, éstos han ideado una nueva forma de mostrar oposición en sus casas: apagan las luces y los televisores entre las 20 y las 20:15 horas, cuando se difunde el noticiero oficial, en silencioso rechazo a sus odiados gobernantes.

Lo que aún no está claro –y activistas pro derechos humanos en todo el mundo esperan que Gambari logre arrojar alguna luz al respecto– es el número total de muertos durante la represión, así como la cifra y paradero de los detenidos. La junta afirma que sólo nueve personas perecieron; se ha negado a revelar cuántas siguen presas. Por su parte, los activistas creen que el número real de muertos podría llegar a 200. También diplomáticos consideran que la cifra de 10 minimiza enormemente las bajas.

La agencia France Presse difundió la declaración de un oficial de la junta según la cual se retenía a los manifestantes en el campus del Instituto Técnico del Gobierno, en Rangún, cerca de la prisión Insein. Entre ellos hay 200 mujeres y un niño de 10 años, monje novicio. Se les mantiene en un almacén sin ventanas, y se dice que muchos monjes se niegan a probar alimento. Los captores han despojado de sus hábitos a los religiosos, acto sacrílego al que éstos se resistieron, y los obligan a llevar el uniforme de la prisión.

Un vocero de la Asociación de Asistencia para Presos Políticos, grupo birmano exiliado en Mae Sot, que ha recibido mensajes filtrados desde Myanmar, afirma: “En esos centros las personas reciben muy poca comida y escasa agua, las acosan los mosquitos pero están prohibidos los mosquiteros. Algunas sufren de diabetes, males cardiacos y otros padecimientos, pero no se les permite tener medicamentos”.

Añadió que personas que viven cerca de la prisión improvisada habían escuchado cantar a los monjes presos, pero luego transfirieron a éstos a un lugar donde ya no se escuchan.

Este martes el Consejo de Derechos Humanos de la ONU condenó la represión del gobierno birmano a las protestas y demandó una investigación inmediata de la situación. El organismo, integrado por 47 naciones, expresó que “deplora enérgicamente la persistente represión violenta de las manifestaciones pacíficas en Myanmar, que comprende golpizas, asesinatos, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas”.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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