Usted está aquí: lunes 1 de octubre de 2007 Política Asesores de EU en la elecciones de Ucrania

Javier Oliva Posada
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Asesores de EU en la elecciones de Ucrania

Este extravagante título tiene un motivo de fondo: confirmar el grave daño hecho a la política y a la democracia, por las visiones mercantiles y pragmáticas, cuyo objetivo central es manipular los sentimientos del electorado. En este contexto los contenidos subjetivos y descalificaciones como eje de ataque en las contiendas por el sufragio son el centro de las acciones de acreditados despachos que, sin ideología que defender y sí debilidades del ser humano que explotar, logran sus “éxitos profesionales”. En estas líneas de acción se apoyan la gran mayoría de las estrategias en las competencias electorales contemporáneas, donde a su vez los asesores de despachos de Estados Unidos juegan un papel de primer orden. Desde luego que ante la filtración de información personal de candidatos y de sus equipos cercanos, la invención de rumores, entre otras muchas formas de posicionar al cliente o vulnerar al adversario, conduce a que, concluida la contienda, no haya la más remota posibilidad para lograr acuerdo o acercamiento alguno entre el ganador y los perdedores.

En Ucrania hubo ayer elecciones anticipadas para elegir al Parlamento. Tres formaciones buscan ampliar su presencia entre la población con miras a una agenda nacional e internacional muy importante: un probable ingreso a la Unión Europea y las relaciones (energéticas y militares) con Rusia, entre otros puntos. Pero más que las propuestas de Ucrania-Autodefensa Popular, Partido Regiones y otros partidos, lo que ha llamado la atención ha sido la virulencia de los ataques entre los principales personajes y sus equipos en la búsqueda del voto. Y es allí donde la presencia de los asesores de Estados Unidos, sin que sean confirmados sus nombres, pero sí su procedencia, usan y hacen abuso de los medios de comunicación para lograr ventajas en la competencia.

Lo mismo se da cuenta de asesores vinculados al Partido Demócrata que republicanos; lo mismo a Reagan que a Clinton. Lo relevante es poner en práctica una verdadera guerra sicológica que potencie los defectos ajenos y haga del cliente-candidato la mejor opción por ser él, no por su ideología, propuestas de planes de gobierno, capacidad para lograr acuerdos, conocimiento sobre temas específicos.

En Francia, algunos analistas, poniendo los ojos sobre el proceso electoral presidencial que ubicó al actual presidente Nicolas Sarkozy en el Palacio del Eliseo, denominaron –con acierto me parece– a este proceso de debilitamiento de los contenidos en la lucha política la pipolización. En efecto, la intensa polémica que ha desatado la vida familiar del ahora presidente francés, el papel de su esposa Cecile en la negociación para liberar a seis enfermeras búlgaras condenadas a muerte en Libia; la separación del señor Hollande, secretario general del Partido Socialista Francés, de su esposa, la ex candidata Segolé Royal, luego de que él fue fotografiado en situación comprometedora con otra mujer, han sido tratados de forma abundante.

El término pipolización fue creado a partir del nombre de la revista estadunidense People, especializada en temas de la vida e intimidades personales de artistas y de las casas reales en el mundo. Por eso, al llevar la política hacia las personas, la centralización de las decisiones, más que el debate; la relevancia de los medios de comunicación para apuntalar la imagen del nuevo gobernante, más que su capacidad para convocar a acuerdos duraderos y estables, conducen a que nuevamente sean los medios de comunicación electrónica la vía principal para alcanzar mejores bases de legitimación.

La pipolización de la competencia electoral implica un desplazamiento hacia lo circunstancial e inmediato por encima de los contactos y comunicación que debe existir durante la campaña con los adversarios, pues alguno resultará triunfador. El ganador habrá de recurrir a sus antiguos adversarios para alcanzar las metas (si es que hay claridad en ellas). La visión del quehacer político predominante en EU ya la vemos en la lucha por las postulaciones de republicanos y demócratas. El uso excesivo de los medios de comunicación electrónicos en la actividad política, aunado a la personalización de la competencia, mucho nos explica la pobreza del debate contemporáneo en Estados Unidos, Ucrania o México.

 
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