Usted está aquí: lunes 24 de septiembre de 2007 Opinión ¿La Fiesta en Paz?

¿La Fiesta en Paz?

Leonardo Páez
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Toreros sorprendidos

Luego de muchos años instalada en la indiferencia y el oportunismo, medio llevada por la corriente y medio oponiéndose a aquello que la perjudicara pero sin dejarse oír más allá del balbuceo y las declaraciones de trámite, incapaz de hacerse valer como el otro protagonista principal de la función taurina y de formar alianzas políticas y con las agrupaciones de empresarios y ganaderos, o de mantener una línea directa de información con los medios y aficionados, o siquiera de darle un uso más social a su espléndido auditorio Silverio Pérez, la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, al cinco para las 12 intenta bajar de la nube en que ha andado.

Ahora con motivo de la iniciativa de reforma a la Ley de Espectáculos del Distrito Federal, presentada por el diputado priísta Martín Olavarrieta en la Asamblea Legislativa del DF a finales de agosto, la cual pretende modificar, entre otros, el artículo 47 para autorizar carteles con dos toreros extranjeros y un mexicano o incluso únicamente con extranjeros, los matadores mexicanos sienten que sus intereses laborales serán afectados.

Estamos casi a finales de septiembre y hace cinco meses –el 16 de abril– la página de toros de La Jornada daba cuenta del tenaz cabildeo de la Asociación Mexicana de Tauromaquia entre la bancada perredista de la Asamblea Legislativa para derogar y modificar artículos de la citada ley de espectáculos. Si ese aviso no fue tomado en cuenta o no se le dio la importancia que tenía por parte de los matadores, ya es otra cosa.

Por fin, hace unos días Óscar San Román, representante de los matadores, se pronunció en torno a la iniciativa de modificación y externó su inconformidad por no haber sido tomados en cuenta ni por el perredista Mauricio Toledo ni por el priísta Martín Olavarrieta, y propuso una mesa de trabajo en la que su gremio sea escuchado.

En política seis meses es un siglo y la fiesta de toros, aunque los taurinos sean los últimos en enterarse, es un espectáculo politizado que exige hilar fino para que los directamente involucrados no caigan en sorpresas de última hora. ¿Ignoraban los matadores y sus directivos el ataurinismo que ha caracterizado a los partidos políticos? ¿Suponían que el PAN enfrentaría al PRD y al PRI en defensa de los toreros? ¿Supieron armar alianzas con otras agrupaciones y cabildear entre los políticos que se dicen aficionados?

En descargo de los matadores, no en su justificación, históricamente está comprobado que el valor y la entereza los dejan en el ruedo, delante de los toros, y que a la hora de lidiar con las fieras de dos patas, se arrugan o desarrollan un individualismo casi patológico de ir cada quien a lo suyo y ver exclusivamente por sus, en general, modestos intereses. Si a ello agregamos la falta de un objetivo común que articule al resto de las agrupaciones...

 
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