Usted está aquí: lunes 17 de septiembre de 2007 Sociedad y Justicia Afán de sensacionalismo invade el pueblo de la desaparecida Madeleine

En Rothley periodistas vigilan las 24 horas la casa de los padres de la niña inglesa

Afán de sensacionalismo invade el pueblo de la desaparecida Madeleine

El límite entre noticia y rumor se ha borrado por perseguir el rédito económico: Sunday Times

Dpa

Rothley, 16 de septiembre. En el fondo, Percy Hartsorn es un hombre de buen carácter. Pero cuando se toca el tema de la niña desaparecida más famosa del mundo, el alcalde del pueblo natal de Madeleine pierde un tanto la paciencia: “Gente extraña no deja de enfocarnos con cámaras. Permanentemente se nos atosiga a preguntas”.

Desde que los padres de Madeleine, Kate y Gerry McCann, regresaron a Rothley, el pueblo inglés supo de primera mano lo que tuvo que experimentar el pequeño balneario portugués de Praia da Luz: una verdadera “ocupación” llevada a cabo por periodistas y curiosos.

“Ya no se puede descansar. Desde las tres de la mañana la gente de la televisión enciende sus máquinas satelitales”, se queja Joan Widdowson, residente de Cross Green, plaza central de la localidad de 3 mil habitantes.

Desde que hace cuatro meses y medio Madeleine desapareció del departamento vacacional que sus padres alquilaban en el Algarve, al sur de Portugal; en Cross Green arde una vela como símbolo de esperanza.

“Respeten el derecho de los residentes de Rothley a disponer de sitios para estacionarse”, se lee en un cartel expuesto sobre el pub The Royal Oak. Petición inútil. Periodistas y turistas de ocasión ya han dejado sus vehículos incluso sobre áreas verdes.

En torno al domicilio de los McCann, la policía se emplea las 24 horas para mantener a fotógrafos y camarógrafos a un par de metros de distancia. En cuanto se abre una ventana o una puerta, resuenan los disparos de las cámaras.

“Los medios deberían dejarlos en paz de una vez”, reclama Joyce Wathan, quien vive en el vecindario. “Sus otros dos hijos, los mellizos Sean y Amelie, siguen sin comprender en absoluto todo este revuelo”.

Resulta demasiado simple, sin embargo, responsabilizar exclusivamente a los medios de todo este movimiento. “Pocas cosas fascinan tanto a la opinión pública británica como un caso criminal espeluznante, sobre todo cuando afecta a una hermosa niña”, comenta la revista The Economist.

El caso McCann se ha convertido en una serie criminal alimentada por entregas diarias. Cientos de miles de personas se atreven, en blogs y foros de Internet, a lanzar nuevas teorías y especulaciones que frecuentemente terminan por encontrar eco en medios profesionales. Así, diarios portugueses informaron hace unas semanas que la policía creía que Kate McCann había matado a su hija suministrándole, por error, una sobredosis de somníferos, una popular tesis que circulaba en Internet.

En el caso McCann, opinaba el Sunday Times, “el límite entre noticia y rumor ha quedado borrado” gracias al afán de sensacionalismo y rédito económico perseguido por medios e Internet.

En Rothley se repite una y otra vez que los padres de la pequeña tienen parte de responsabilidad frente a la exagerada repercusión pública del caso. Son ellos, se dice, lo que invocaron los espíritus mediáticos.

Entre tanto, una nueva encuesta revela que uno de cada cinco de los británicos cree que los McCann son del todo inocentes. “En Rothley sentimos compasión por la familia”, dice Joan Widdowson. “Pero al mismo tiempo estamos absolutamente hartos”.

 
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