32° Festival de Toronto
Diferentes grados del cine de autor
Ampliar la imagen Viggo Mortensen, a la izquierda, Naomi Watts y David Cronenberg, posan para las cámaras a su llegada para la premier de la cinta Eastern Promises en el Festival Internacional de Cine de Toronto Foto: Ap
Toronto. Las conclusiones de un festival tan amplio y diverso como Toronto son siempre las mismas: el cine de autor sigue vigente, a pesar de los altibajos registrados en las diferentes filmografías. Y algunos géneros logran revitalizarse a pesar de las excesivas reiteraciones.
En términos de mercado, el 32º Festival de Toronto fue decepcionante, dicen, porque no hubo un solo título resonante en términos de una posible taquilla mundial. Vaya, en ninguna ocasión se dio la estampida de compradores internacionales en pos de una película específica. Este año no hubo casos como Borat, el falso documental Death of a President o incluso el documental sobre las Dixie Chicks, que causaron tumultos en 2006 aun en sus funciones para la prensa e industria.
Pero siempre hay campo para la sorpresa. ¿Quién iba a pensar que una realización de Sidney Lumet iba a figurar entre lo mejor del festival? El veterano, uno de los pocos sobrevivientes de esa generación que debutó haciendo televisión en los 50, tenía décadas de no hacer nada relevante. Sin embargo, con Before the Devil Knows You’re Dead (Antes que el diablo sepa de tu muerte), le ganó la partida a varios colegas jóvenes y no tan jóvenes en eso de realizar thrillers de serie negra.
Lo curioso es que la trama de la película es similar a la de Cassandra’s Dream (El sueño de Casandra), el más reciente esfuerzo de Woody Allen: dos hermanos –uno asustadizo; el otro amoral– planean cometer un crimen para salir de sus respectivos apuros económicos. El plan involucra a la familia y esa es una de las razones por las que las cosas salen mal. Para Allen es otro drama en la línea de La provocación, también filmada en Londres y sobre el tema dostoyevskiano del crimen y el posible castigo. Pero el cineasta ha denotado cansancio desde hace años y la película se siente plana, sin otra convicción que la de obedecer una rutina. “Como cineasta soy muy flojo, no estoy pensando todo el tiempo en mi película”, dijo Allen en una conferencia de prensa. No hacía falta la aclaración. Se nota a leguas en pantalla.
En cambio, Lumet ha contado con un guión de primera de Kelly Masterson y ha aplicado su profesionalismo a conducir la historia, enroscando la tensión a niveles de maestría, apoyado en actores tan solventes como Philip Seymour Hoffman y Albert Finney; incluso Ethan Hawke y Marisa Tomei se han crecido al castigo. Los saltos de tiempo no están ahí para obedecer a la moda, sino a una necesidad narrativa de ir mostrando los diferentes detalles que han llevado a los hermanos a su desesperada situación. Para cuando Before the Devil Knows You’re Dead llega a su violenta conclusión, el cineasta y sus colaboradores han elevado la gravedad dramática de su intriga a dimensiones de tragedia griega. Nomás para la estadística, Lumet tiene 83 años, Allen cumplirá 72 en diciembre. O sea, no es cuestión de edad.
A todo esto, el comparativamente jovenazo Werner Herzog (de apenas 65 años) ha demostrado que lo suyo, actualmente, son los documentales. Aunque su mundo ficticio se ha desgastado desde hace un par de décadas, el cineasta alemán ha sabido encontrar sus temas característicos en la realidad misma. Su más reciente documental, Encounters at the End of the World (Encuentros en el fin del mundo), es su recuento de un viaje a la Antártica, pero podría rebautizarse Fata morgana sobre hielo. Herzog no ha perdido su visión para capturar lo alucinante del paisaje, así como personajes excéntricos que podrían ser primos de Gaspar Hauser. El comportamiento anormal no se limita, desde luego, al homo sapiens. El director advierte al principio que no se trata de un documental sobre pingüinos, sin embargo filma a algunos que, desorientados, se lanzan en una caminata suicida a la nada, lejos de su comunidad o el mar. No falta ninguno de sus temas, desde la profecía apocalíptica hasta la visita al cráter de un volcán. El cine de autor se las arregla para sobrevivir como puede.