Usted está aquí: miércoles 12 de septiembre de 2007 Mundo Familiares recuerdan en Salta a víctimas de la dictadura argentina

Luchar por memoria, verdad y justicia, demandan

Familiares recuerdan en Salta a víctimas de la dictadura argentina

Stella Calloni (Corresponsal)

Orán, Salta, 11 de septiembre. Desde su nombre, San Ramón de la Nueva Orán, impuesto en la época de la colonia por Francisco de León y Pizarro en recuerdo del Orán argelino, esta extraña ciudad de la provincia de Salta, fronteriza con Bolivia, guarda historia y secretos que algunos de sus poetas llaman “macondianas”.

Allí, entre la sequedad de una tierra que antes fue una de las selvas más extensas de Argentina, devastada por los “patrones” al mejor estilo feudal, un grupo de familiares y sobrevivientes de la pasada dictadura militar, junto con sus abogados, lanzaron un desafío en soledad: luchar por memoria, verdad y justicia.

En calles, plazas y en la Universidad Nacional de Salta –sede Orán–, construida con una enorme voluntad de sobrevivencia, se realizó la primera Semana de la Memoria por la Verdad y la Justicia, entre el 3 y el 8 de septiembre pasado. También fue la semana de nuevas presentaciones en los juzgados donde se investigan las desapariciones.

Pero no sólo se habló sobre el pasado de los escuadrones de la muerte y las dictaduras, “sino sobre las injusticias del presente, los nuevos y olvidados genocidios”, como dice el abogado David Leiva, quien lleva adelante los juicios por los desaparecidos de Orán y Salta.

Junto con otros jóvenes abogados, la lucha se extiende en defensa de los campesinos, los olvidados trabajadores de los ingenios, y también y cada vez con mayor fuerza de las comunidades indígenas, que “sufren toda clase de avasallamientos”.

Las fuerzas negras

Para señalar las dificultades contra las que luchan, basta recordar que en Orán, donde ellos lograron levantar su portal de la memoria, desfilan todos los años los llamados “rodillas negras”, ex soldados, gendarmes y militares que reivindican la guerra contrainsurgente que en 1975 dejó cientos de víctimas en Tucumán, Salta y otras provincias del noroeste donde la pobreza de sus pueblos y la tragedia social salta a la vista.

Los rodillas negras actuaron en el llamado Operativo Independencia, modelo de guerra contrainsurgente en la vecina provincia de Tucumán, lo que sentó las bases de la dictadura militar.

¿Cómo es luchar en una población pequeña (con sus alrededores, Orán tiene unos 70 mil habitantes) y donde todos se conocen contra un poder que conserva los rasgos del feudalismo, donde hay impunidad y existe uno de los mayores batallones de Gendarmería y también el ejército?”, se le preguntó a Leiva.

“Nos mueve una desesperada impotencia por saber la verdad e implantar la justicia”, dice a la prensa el abogado, cuyo hermano, Adán Rodolfo Leiva, fue secuestrado y desaparecido el 6 de octubre de 1975 en Tucumán, al igual que otros amigos y compañeros de su niñez.

En Orán, el miedo nunca se fue, a pesar de la lucha cotidiana por la justicia, “la mano negra” hace su trabajo también cada día. Basta con escuchar la historia del joven pintor Leandro Alagastino, en lo que llama “la resistencia siglo XXI”.

“Suceden muchas cosas duras y hermosas en nuestro pueblo, que simbolizan a una enorme cantidad de poblaciones cercanas, cuyos nombres sólo aparecen en los diarios de Buenos Aires cuando hay alguna tragedia o un conflicto”, dice.

Alagastino pinta murales que indefectiblemente una mano anónima o un rodilla negra cubren con pintura blanca. Pero él insiste: los pinta otra vez y los renueva y también hace esculturas, que corren el mismo destino de sus murales. Son destruidas con certeros golpes, como ocurrió con la que hizo de Ernesto Guevara.

La imagen del Che

Con una sencillez que conmueve, señala un molde que tuvo que hacer con las líneas de la cabeza del Che, porque cada vez que la coloca en un lugar y la rompen, él necesita reconstruirla rápidamente.

De esta pequeña historia de un pueblo por donde Guevara, habría pasado, según varios testigos, se continúa buscando desde mediado de los años 60 al desaparecido periodista argentino Jorge Emilio Masetti y a Oscar Atilio Altamira Guzmán, quienes intentaron con otros compañeros crear un frente rebelde y conformaron en 1963 el Ejército Guerrillero del Pueblo.

Masetti fue gran amigo del Che y fundador de la agencia cubana Prensa Latina.

Esto son algunos de los acontecimientos que pasaron por Orán, entre muchos otros, también ligados a la historia de Bolivia. Pero por primera vez, en una ciudad perdida de ese extenso mapa de las provincias del noroeste, donde se ensañaron dictaduras y patrones feudales –que hasta hoy sobreviven–, un grupo de hombres y mujeres unió la lucha del pasado y el presente.

Representantes campesinos e indígenas tuvieron voz, enseñaron y compartieron temas sobre la lucha contra la impunidad, el abuso policial, el exilio, el genocidio, el poder popular, la contrainsurgencia, la biodiversidad y la lucha por la tierra, y sobre todo el derecho a reclamar justicia.

Allí fuimos y compartimos varios días de esta experiencia, donde se reflejó como un espejo una historia escondida y olvidada de estos pueblos. Aquí en Orán encontramos una Argentina encubierta y profundamente latinoamericana en rostros, en paisajes y en artesanías, en pasado y presente.

 
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