Usted está aquí: domingo 9 de septiembre de 2007 Espectáculos Beso asesino, un diálogo entre culturas, separadas por “un pedazo de mar”

El disco es “un acto amoroso, para que no se nos olvide de dónde venimos”

Beso asesino, un diálogo entre culturas, separadas por “un pedazo de mar”

Hoy se presenta a las 14 horas en la sala Jaime Torres Bodet del Museo de Antropología

Tania Molina Ramírez

Ampliar la imagen El cubano Alejandro Almenares integrante del Cuarteto Oriente, uno de los músicos que interviene en el álbum producido por Discos Corasón El cubano Alejandro Almenares integrante del Cuarteto Oriente, uno de los músicos que interviene en el álbum producido por Discos Corasón Foto: Mary Farquharson

“Que te robe la calma y te deje sin alma/ es un beso asesino que te quiero dar”, se escucha en el clásico bolero Beso asesino, de Pepe Domínguez.

“El bolero es el arma poética que tenemos todos, no hay mejor escopeta que un buen bolero”, dijo, en plática con La Jornada, Carlos Olivares Baró, profesor y escritor mexicano, conocedor de la música y el baile de Cuba, su país natal.

Expresa el deseo o el desencanto, “es el representante del discurso del deseo, así como la balada de la utopía”, siguió.

Esta escopeta es compartida por Yucatán y Santiago de Cuba, y se plasmó en un disco, Beso asesino, que será presentado hoy, a las 14 horas, en el contexto de la XIX Feria del Libro de Antropología e Historia, en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo de Antropología.

Por primera vez, un cedé grabado y producido por Discos Corasón, reúne a trovadores de Santiago de Cuba y de Yucatán que cantan boleros originales.

En la presentación participarán el historiador y lingüista Antonio García de León, el músico yucateco Jorge Buenfil, Carlos Olivares y Eduardo Llerenas, productor y cofundador de Discos Corasón. El acto culminará con música del grupo de Buenfil, intérprete de la trova yucateca original y también un innovador. Luego, en otro escenario en la misma feria, ofrecerá un concierto en forma, que incluirá danzones.

Destino ineludible

Se podría decir que tarde o temprano Discos Corasón llegaría a Beso asesino.

Y es que los viajes de los productores para conocer la música que se hace en los rincones de Cuba y nuestro país los llevaron a la historia compartida por Yucatán y el país caribeño.

Eduardo Llerenas contó a La Jornada que durante años llamaron su atención las coincidencias y diferencias entre los boleros separados por un pedazo de mar.

“Comenzó a crecer el gran deseo” de reflejarlo en un álbum. Se documentaron y encontraron muy poca información sobre la relación entre el bolero yucateco y santiguense.

La creencia común es que el bolero nació en Santiago de Cuba a fines del siglo XIX. Este sitio y Yucatán compartían el gusto por la ópera italiana, las romanzas francesas, la canción napolitana y el ritmo ternario del vals lento.

Yucatán jugó “un papel muy importante en el nacimiento del bolero cubano por la ‘mezcla de rasgueado y punteado’ que se introdujo a la isla a finales del siglo XIX como un nuevo estilo de acompañamiento en la guitarra”, según el musicólogo cubano Argeliers León, (citado en el librito del cedé).

Ahí mismo se lee: “El bolero es parte de esta historia de ida y vuelta entre Cuba y Yucatán, del retorno continuo, de la creación musical paralela, sin dejar huellas claras de quién fue el responsable original”.

En este sentido, Olivares Baró, en plática con La Jornada, opinó que el bolero “nació de manera simultánea en Yucatán, Santiago y muchos países de la cuenca del Caribe, sobre todo Dominicana”, y cree que la razón por la cual los musicólogos dicen que nació en Santiago es porque de ahí es la primera partitura que se conoce.

De una u otra manera, en Cuba, “el tiempo borró la pertenencia a la misma familia con Yucatán”, contó Llerenas.

Lo que no borró fue la forma original del bolero, que se puede escuchar en las plazas de Mérida y en lugares como la Casa de la Trova, en Santiago de Cuba.

Buenfil, quien durante un tiempo hizo un dueto con Pastor Cervera, opinó que de cierta manera los trovadores están “adormecidos en brazos de la Peregrina, maravillados con Guty Cárdenas, pero no dejan pasar a los jóvenes. El lenguaje y las formas cambian, el bolero tiene que evolucionar, si no, se muere. Hay una camada muy talentosa, pero no se le da impulso”.

En contraste, Olivares opinó que “el bolero está puesto en su raíz y se defiende solo”.

Cuestión de cadencia

De Cuba, el disco incluye a las Hermanas Ferrín, Cuarteto Oriente, Cuarteto Patria y Melodías Cubanas.

A Yucatán lo representan Los Decanos, “el trío que mejor conserva el estilo original”, Los Tachos, grupo de Valladolid y Alma de Mérida.

El yucateco –describió Jorge Buenfil– “tiene una cadencia un poco más suave y melosa”. En cambio, los cubanos tienen la candencia rítmica africana.

En los 50, Los Panchos “tuvieron tanta fama que se volvieron un modelo a imitar”, dijo Llerenas. Establecieron el formato del trío, con voces altas y con “la voz segunda haciendo lo que la prima”, en contraste con la forma tradicional, en la cual “la voz segunda (libre) va bordando sobre la primera”, explicó Buenfil.

Respecto al disco, el yucateco opinó: “Este rescate me parece un acto totalmente amoroso, para que no se nos olvide de dónde venimos”.

Por su parte, Olivares Baró opinó que “la idea de provocar el diálogo entre dos culturas es interesante y el resultado es bellísimo”.

 
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