Producciones de todas las variedades y regiones estuvieron en la cata Vino pasión 2007
Todos los argentinos hemos nacido con el vino, afirma Julio Lazcano
El Cabernet de los Andes se hace con base en los ciclos de la Luna: cuando desciende, se planta la vid, y al ascender, se cosecha la uva, señala Carlos Arizu, miembro de la empresa
Había para todos los gustos. Desde un buen vino de mesa a un precio moderado hasta los extravagantes, como un caldo creado siguiendo los ciclos lunares.
Por cuarta ocasión, se llevó a cabo este miércoles la cata de vinos argentinos organizada por Wines of Argentina, institución no gubernamental que agrupa buena parte de las bodegas exportadoras de ese país, y la revista Catadores.
La cata, llamada Vino pasión 2007, reunió a 22 bodegas que ofrecieron más de cien etiquetas de las regiones productoras, desde el frío de la Patagonia (Neuquén y Río Negro) hasta el noroeste (Salta y Catamarca) más cálido y Cuyo (Mendoza, San Juan y La Rioja). Por tanto, había “de todo el espectro de climas y variedades”, explicó unos días antes Rodolfo Gerschman, director de Catadores y organizador en México del encuentro. Catadores, describió Gerschman, es algo así “como el corresponsal de Wines of Argentina en México”.
Agradables al paladar y accesibles al bolsillo
No sólo había una amplia diversidad de regiones. La representatividad también se reflejaba en los tipos de bodegas (de las pequeñas a las grandes producciones) y las líneas (los más fáciles al paladar y accesibles al bolsillo hasta los más complicados y costosos). Muchas de estas bodegas tienen vinos y enólogos premiados.
El encuentro sirvió para que cientos de importadores, restauranteros, hoteleros y consumidores finales conociesen las bodegas argentinas y compartieran experiencias entre sí. O sea, en palabras de Gerschman, “ayuda a abrir mercado”: que quienes no tienen importador, lo busquen y quienes lo tienen hagan “promoción frente al consumidor y quizá busquen importador para otra línea”.
En los pasados años, la relación vinícola entre Argentina y México se volvió cada vez más estrecha. Y estas catas anuales han ayudado a ello. Por ejemplo, el año pasado había 30 bodegas presentes. Ahora sólo 22. Según Gerschman, esto se debe a que unas 16 encontraron importadora.
Como se mencionó, había de todo. Uno que llamó la atención fue Cabernet de los Andes SA. Sus vinos “biodinámicos se hacen con los ciclos lunares”, dijo Carlos Arizu, de la bodega. “Cuando hay Luna descendente, se planta; cuando hay ascendente, se cosecha”.
La bodega O. Fournier también es orgánica, pero lo concibe de otra manera: José Manuel Ortega Gil-Fournier, presidente de la bodega explicó: “Somos orgánicos por la gracia de Dios. No hace falta tratar el suelo porque el clima ayuda: llueve poco y el suelo es pobre, sobre todo en Mendoza y Salta”.
O. Fournier tiene una interesante línea, Urban Uco: muy buenos vinos de mesa a precios razonables (100, 120 pesos). La intención es transmitir un estilo moderno, en el que cuentan hasta las etiquetas.
También estaba presente una bodega bastante conocida en México: Luigi Bosca, que nació en 1917. Cada línea tiene su propio viñedo (en total 600 hectáreas). Sigue siendo un negocio familiar y exporta a México desde hace una década.
Había una bodega que traía vino de la Patagonia, acertadamente llamada Del Fin del Mundo. Patagonia es más frío y ventoso, por tanto alcanzan niveles de acidez natural más elevados por el frío, que crea, según Nahir Libossart, de Fabre Montmayou, “un estilo más francés, que da una sensación en boca muy interesante. La pesadez del tinto se compensa con la acidez”.
Varias de las bodegas presentes ya tienen importadora. Y muchas de ellas exportan un porcentaje mayor del que dejan para consumo interno. Por ejemplo, Fabre Montmayou exporta 75 por ciento a 26 países.
Muchos de los argentinos que han estado presentes en catas anteriores coincidieron en que ésta había sido la mejor por la cantidad de gente y la “calidad” de la misma, o sea, había menos “curiosos” (o borrachos, como se le quiera ver) y más profesionales del ramo y prensa.
“Todos los argentinos hemos nacido con el vino”, dijo el ministro consejero Julio Lazcano, en representación del embajador de Argentina, durante la cata. Toda la vida, “el trago era el vino. Mi abuela me daba y me decía que era mejor que el cigarro”. Argentina, recordó, es el quinto productor mundial de esta bebida. Y México es cada vez más importante importador.
Durante mucho tiempo, esta bebida “fue para consumo interno”, contó Gerschman. En esto han influido diversos factores: los argentinos comenzaron a beber más otras bebidas, como cerveza; por otro lado, “hay una tendencia de la industria vinícola en todo el mundo de empuje hacia la exportación”.
Cada vez hay más consumidores
Además, “Argentina se volvió barato para invertir. Muchas empresas se instalaron por el bajo precio de la hectárea”. En la cata había varios casos de esto, como Fabre Montmayour.
Además, es sabido que cada vez más gente en distintos países consume vino. En México solíamos mirar hacia España y Chile mucho más que Argentina. Ahora, cada vez se consume más vino de aquel país. Quizá ha influido el incremento en restaurantes argentinos. Hoy, en México hay casi 350, 200 de los cuales están en el Distrito Federal, reveló el ministro.
Hoy, en Argentina se hacen vinos de más alto nivel y comienza ha haber un mayor conocimiento general: “Hay una mayor búsqueda por diversidades, cepas, proximidad a la cordillera”, dijo Gerschman. “Disminuyó la cantidad, pero aumentó la calidad”, resumió. Lo cual pasó a beneficiar a bebedores en el mundo entero.