Usted está aquí: domingo 2 de septiembre de 2007 Sociedad y Justicia “Lo que quiero es que pueda relacionarse”

“Lo que quiero es que pueda relacionarse”

Ampliar la imagen Libni Sánchez Marín, una pequeña de 12 años que recibe terapia en el Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro Libni Sánchez Marín, una pequeña de 12 años que recibe terapia en el Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro Foto: José Carlo González

Cuando Fernanda está contenta corre y brinca por todos lados. Pronuncia sólo algunas palabras para comunicarse, como “agua” o “más”. Si quiere comer busca a su mamá, y la lleva de la mano al refrigerador. Lo abre y saca una salchicha. “Así me entero que tiene hambre”, dice Claudia, quien en los siete años que tiene su hija mayor nunca ha escuchado, sin sugerirlo, la palabra mamá. A veces, Claudia le pide: “dime mamá”, y la niña repite: “dime mamá”. Tampoco ha logrado que la mire a los ojos. Siempre que le habla o lo hace cualquier otra persona, la niña voltea hacia otro lado.

Pero Fernanda sí habla y tiene buena memoria. Las canciones que le gustan las aprende y canta, pero nada más, porque no responde preguntas. Y si se extraviara estaría imposibilitada para encontrar a sus padres, porque nunca ha conversado con nadie, ni siquiera para decir su nombre.

Claudia sabe que su hija es autista desde que tenía dos años. Un año después llegaron al Hospital Psiquiátrico Infantil Juan N. Navarro, donde le hicieron el diagnóstico y empezaron la terapia ambiental.

Aunque no ha avanzado mucho, los padres de la niña pueden percatarse cuando está a gusto en un lugar. Si llegan a casa de sus abuelos, los abraza y les sonríe, igual que a su hermanita de apenas un año, con quien comparte sus juguetes.

Sin embargo, Fernanda entra en crisis cuando llega a lugares que no conoce. Su mamá ya sabe que si la niña balancea su cuerpo hacia delante o hacia los lados es que está angustiada. Luego empieza a gritar, y si tiene que entrar en contacto con desconocidos llora desesperadamente.

“Es normal”, dice Claudia. Así pasa siempre que la niña llega a un lugar nuevo. También sabe que el autismo no se cura. “Yo sé que Fernanda nunca va a ser normal, al 100 por ciento. Lo único que quiero es que pueda relacionarse con las personas, porque ahora depende totalmente de mí. Si estoy a su lado Fernanda está contenta, pero qué va a pasar si un día no puedo estar con ella”.

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.