Usted está aquí: martes 28 de agosto de 2007 Opinión Nueva galería

Teresa del Conde

Nueva galería

Ampliar la imagen La ventana de Castro Leñero La ventana de Castro Leñero

Dos de mis notas pasadas correspondieron a la producción gráfica de Giorgio de Chirico; ésta ofrece alguna continuación, pero sólo en relación con la importancia que debe darse a la gráfica en todos los órdenes.

Justo en el local donde antes se encontraba la Librería Italiana, en el número 53 de la plaza Río de Janeiro (vecindad en contraesquina con la OMR), se ubica desde el año pasado la Galería Arroniz, que –como moción independiente, sin espacio fijo por parte de su directora– promueve gráfica, fotografía y obras sobre papel desde principios de los años 80. La formalización como galería cuenta en su haber con exposiciones de Polígrafa (Barcelona), Jan Hendrix con gráfica sobre distintos soportes, una colectiva titulada Esto es aquello, en la que participaron entre otros Nunik Sauret, Carla Rippey, Miguel Castro Leñero y Fernando García Correa. Alternan artistas ya consagrados en sus respectivos quehaceres, como los ya mencionados, con creadores de recientes generaciones.

La exposición vigente corresponde a José Castro Leñero y se titula Paisaje en movimiento. Incluye gráfica digital que ofrece las naturales manipulaciones a partir de fotografías “ortodoxas”, tres pinturas sobre tela –una de las cuales, Ventana, sirve de eje para un video a partir de imágenes fijas al estilo Muybridge, así como cuatro litografías sobre “el viento” y otros tantos originales sobre papel que son en realidad pinturas. José da a conocer aquí su consabido método, que parte de sus encuadres citadinos o intimistas, de los que posee un acervo nutridísimo, siempre en incremento, del que extrae sus fuentes, tal como lo ha hecho su colega alemán Gerhard Richter.

Uno de los aspectos interesantes de la exposición está en haber exhibido cinco fotografías: Sujeto inmóvil, que sirvieron como referencias a los originales en papel. En éstas y en las tomadas desde un vehículo en la ciudad de Zacatecas no hay manipulación, de modo que la muestra ofrece un vaivén, puesto que la pintura Ventana, que parece casi hiperrealista al ser vista a cierta distancia, se convierte en “impresionista” al acercarse y funciona como eje de otro núcleo centrado en el movimiento de una cortina que se agita por acción del viento.

La selección y la museografía (de Pilar Leñero Llaca) se trabajó de acuerdo a las dimensiones y división de espacios que el recinto ofrece y eso es una virtud que ha sido celebrada por otros espectadores. Algunos la han visto dos o más veces sin que se trate de coleccionistas, y eso sucede porque tanto las piezas como su concatenación y distribución son certeras. No se necesita atiborrar un espacio ni tampoco dar cuenta de todo lo que se ha trabajado en determinado lapso para ofrecer algo digno. Al contrario: menos es más como dijo, creo, Van der Rohe.

¿Dónde está aquí el movimiento? Si algo estático hay es la pintura, la gráfica (digital u ortodoxa) o la fotografía, así haya sido tomada desde un vehículo que transita rápido. Una de las piezas más celebradas es la fotografía de un coche captado desde el parabrisa del conductor; otra, la acuarela puntillista realizada con extrema minucia y resabios Op, tan distinta en cuanto a factura a las demás piezas exhibidas, como similar respecto a la temática inscrita en la arquitectura urbana que tanto privilegia el autor.

Se publicó un catálogo que reproduce buena parte de las obras, acompañado de un texto de Gonzalo Vélez. El da la respuesta respecto de un movimiento que es inmóvil inclusive en el video, logrado, como antes dije, a partir de la sucesión de imágenes fijas en blanco y negro, teniendo como fondo la famosa ventana. La imagen en movimiento se ve “como una captura de la velocidad”, pero como la imagen naturalmente es estática el movimiento que ofrece es a través de sí misma, “al migrar de un medio a otro y al ser reinterpretada una y otra vez”.

José Castro Leñero está muy cerca de las disciplinas ópticas. Felizmente su “cientificismo” y su tecnología, cada vez más moderna, no sólo no cancela, sino que propicia fuertes acentos poéticos, taciturnos se diría. Hoy día cualquier exposición visual sobre lo que es una ciudad, sobre todo nuestra capital, ya sea en espacios específicos como la calle de Moneda, que sobre un eje vial, tendría que tener en cuenta a este artista. La exposición conserva vigencia hasta principios de septiembre.

 
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