Usted está aquí: viernes 24 de agosto de 2007 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega

Desplome de las acciones de Aeroméxico

Abarata el gobierno sus propiedades

Rescates en 1959, 1988 y 1995

En puerta, aumento a la leche Liconsa

Ampliar la imagen Bomberos y un equipo de rescate acuden a apagar las llamas de un avión que explotó en el aeropuerto de Mojave, California, accidente que causó la muerte de dos personas y heridas graves a otras cuatro en julio pasado Bomberos y un equipo de rescate acuden a apagar las llamas de un avión que explotó en el aeropuerto de Mojave, California, accidente que causó la muerte de dos personas y heridas graves a otras cuatro en julio pasado Foto: Ap

Al ritmo que van las cosas, a la familia Saba podría salirle gratis la adquisición de Aeroméxico, y sus filiales, porque sólo dos días después de hacer pública su intención de adquirir la aerolínea el precio de las acciones de la aún empresa estatal se desplomaron 14.22 por ciento, mientras que el valor en libros del consorcio lo hizo en 14.32 por ciento.

Más allá de la raquítica cifra ofrecida por los empresarios, cuando se conoció la oferta de Moisés Saba Masri y Alberto Saba Raffoul, el martes pasado, para comprar entre 62 y 100 por ciento de las acciones serie A del Consorcio Aeroméxico el monto de la operación implicaba alrededor de 200 millones de dólares si se concretaba a precios de mercado, o 330 millones si lo acordado respetaba el valor en libros. Con el desplome en el precio accionario registrado en tan sólo dos días, esos montos cayeron a poco menos de 171 millones, en los primeros de los casos citados, y a 282.7 millones, en el segundo.

Al cierre de 2006, Consorcio Aeroméxico registró activos totales por algo así como mil 200 millones de dólares y pasivos totales cercanos a 985 millones, de tal suerte que la diferencia entre unos y otros bien podría determinar el precio de venta: 215 millones de dólares, casi 30 por arriba del monto obtenido por Mexicana de Aviación en diciembre de 2005 (sin considerar los 11 millones de dólares que el gobierno "regresó" al Grupo Posadas el 30 de noviembre de 2006, casualmente el último día del gobierno foxista). Lo anterior, desde luego, en la quimera que esta sería una operación de compra-venta en la que el gobierno cuando menos intentara recuperar algo de lo perdido (en términos económicos, desde luego), tras doce años de "rescate" permanente a costillas del erario.

Pero los Saba pintaron su raya: primero hicieron público su interés por adquirir Aeroméxico y después, caliente el mercado, la raquítica oferta económica, limitada a 98 millones de dólares, o lo que es lo mismo 49 por ciento de los 200 millones de billetes verdes que ese mismo día valía el 100 por ciento de las acciones de la aerolínea en el mercado bursátil mexicano, donde se concretaría, libre de impuestos, la operación de compra-venta por la aerolínea del caballero águila. Además, el gobierno ya les "asea" los contratos colectivos con pilotos, aeromozas y personal de tierra.

Cuando Mexicana de Aviación se vendió al Grupo Posadas, en diciembre de 2005, el consejo de administración de Cintra, la controladora, aseguró que cuando llegara el turno de Aeroméxico "sin lugar a dudas" se obtendría un ingreso "mucho mayor", por ser "más sólida". En efecto, casi dos años después el escenario es que obtengan, en el mejor de los casos, la mitad de lo que pagaron por Mexicana de Aviación.

La oferta económica de los Saba parece una vacilada, pero no hay que perder de vista que el primero en abaratar a grado sumo los bienes "rescatados" ha sido el propio gobierno federal (en sus tres versiones, desde el crack bancario en 1995). En el primer tercio del sexenio zedillista, sus destacados funcionarios estimaban que, en promedio, recuperarían alrededor de 40 centavos por cada peso involucrado en los "rescates" (bancario, azucarero, carretero, aerolíneas y los que se queden en el tintero); en el segundo, el cálculo se redujo a 30 centavos y en el último a 20 centavos. Con el advenimiento del "cambio" la proyección cayó aún más: "tal vez 15 centavos", proporción que resultó mucho menor en todos los casos, porque siendo en extremo generosos con los números el promedio en el periodo no pasa de 10 centavos por peso.

Y en el caso de los Saba la atención gubernamental no tendría por qué ser distinta, amén que según se reduzca el precio de la acción en la Bolsa Mexicana de Valores, menor será la oferta de dichos empresarios, y si se mantiene la tendencia a la baja bien podrían obtener la aerolínea de regalo.

En sus setenta y tres años de existencia (inició operaciones en septiembre de 1934), Aeroméxico ha sido "rescatada" por los dineros de la nación en cuando menos tres ocasiones: en 1959, cuando el gobierno federal "adquirió por decreto todas las acciones y bienes" de la aerolínea (poco después, financieramente saneada, regresó a manos privadas); en abril de 1988, cuando se decretó la quiebra y Banobras operó como síndico (ídem) y en 1995, con la creación de Cintra, sin duda el "rescate" más prolongado.

En este nuevo capítulo del circuito privatización-estatización-reprivatización de las líneas aéreas, habrá que registrar cuánto dura la "nueva" empresa privada antes de que el erario entre al quite. Casi tres décadas transcurrieron entre el primero (1959) y el segundo "rescate" (1988) de Aeroméxico. Entre este último y el tercero (1995), sólo siete años. Se aceptan apuestas para el cuarto "rescate", mientras los Saba se quedan, a precio de regalo, con el caballero águila.

Por cierto, en aquella reprivatización de 1988 y su posterior "rescate" en 1995, entre los accionistas de Aeroméxico brillaban los hermanos Gastón y Enrique Azcárraga Andrade (hoy dueños de Mexicana de Aviación, en la que en ese entonces también aparecían), Pedro e Israel Brener, la familia Alemán Velasco, Carlos Abedrop, ex presidente de los banqueros, Juan Francisco Ealy Ortiz, presidente de El Universal, Ricardo Guajardo Touché, pocos años después alto directivo del Bancomer reprivatizado, José Luis Llamosas Portilla, ex presidente de Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, Javier Madrazo Pintado, hermano del ex candidato priísta, y el siempre transparente y recto Juan Diego Gutiérrez Cortina, mister Fobaproa.

Ninguno de ellos "rescató" a la aerolínea. Para eso están los amigos en el gobierno y, desde luego, el erario.

Las rebanadas del pastel

Felicidades, porque el gobierno de Felipe Calderón prepara otra acción "para que vivamos mejor", según lema de campaña: Liconsa cocina un aumento de 25 por ciento en el precio de la leche popular, propuesta incluida en el paquete económico 2008.

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