Usted está aquí: martes 21 de agosto de 2007 Economist Intelligence Unit La situación puede empeorar

Crisis crediticia

La situación puede empeorar

Fuente: EIU

Ampliar la imagen Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos  Ap Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos Ap

Después de semanas de desajuste financiero mundial, hay pocas señales de un regreso a la estabilidad. En efecto, la situación puede empeorar. Bancos centrales, casas de finanzas y mercados en general se preguntan qué tan lejos se ha propagado el deterioro de los préstamos hipotecarios subprime (de riesgo) estadunidenses en el sistema financiero global. En el peor de los escenarios, las instituciones financieras altamente apalancadas se verán forzadas a disponer de sus valores para cubrir y garantizar sus deudas, ya que los costos crediticios aumentan, el valor de los activos disminuye y la liquidez se reduce. Esto podría propiciar una espiral descendente de las ventas a escala mundial. La intervención oportuna de los bancos centrales, aunada al retorno, en bajos niveles, de los inversionistas a los mercados mientras surge un panorama más claro, podría detener el deterioro de los precios de los activos. Sin embargo, por ahora los mercados enfrentan un periodo de aguda incertidumbre.

El 9 de agosto, el Banco Central Europeo anunció que inyectaría cerca de 132 mil mdd a los mercados cambiarios para que la liquidez interbancaria no se agotara. En la situación actual, esta acción debería ser una fuente de seguridad para los inversionistas; sin embargo, ha sido interpretada como señal de que hay mayores problemas a la vista. En cambio, la decisión tomada dos días antes por Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed) de EU, de no reducir las tasas de interés, era una señal de que la crisis de los préstamos hipotecarios estaba controlada, aunque otros se preocupaban más, pues temían que el presidente de la Fed no estuviera al corriente. En forma posterior, la reserva resolvió inyectar 24 mil mdd en el mercado, cantidad relativamente pequeña, para aumentar la liquidez.

Al principio, las preocupaciones por las consecuencias de los préstamos subprime se limitaban a su impacto en los consumidores estadunidenses, quienes habían impulsado el crecimiento económico de Estados Unidos en años recientes. Préstamos demasiado baratos, laxos criterios crediticios e inversiones especulativas suscitaron un auge de los precios inmobiliarios, al que siguió incumplimiento en los pagos y embargo de bienes que ocasionaron pérdidas a los consumidores. La desaceleración de la demanda de viviendas es ya visible.

Recuperación del crédito

Pero las consecuencias van más lejos. La mayor parte de la cartera hipotecaria ha sido documentada en nuevos paquetes de inversión y remitida a inversionistas alrededor del mundo en forma de obligaciones de deudas colaterales (CDO, por sus siglas en inglés). Como nadie sabe quién tiene instrumentos CDO, en qué número y calidad y, sobre todo, cómo valorarlos, los posibles prestamistas están poco dispuestos a suscribir más deuda hasta que el panorama se haga más claro. Actualmente los bancos centrales han intervenido para proporcionar liquidez.

Sin duda, hay demasiada deuda a escala mundial y más de la deseable está apalancada. La pregunta crucial es si este proceso será ordenado y limitado, o si desarrollará un ímpetu propio. Lamentablemente, el valor de los activos no tiene que desplomarse de manera precipitada para tener efectos dramáticos. La clave es la posición neta del activo; sin importar si el valor del activo desciende por abajo del nivel de la deuda. El apalancamiento amplía el riesgo sistémico relacionado con los actuales problemas de mercado. En el peor de los casos, las instituciones financieras sobrendeudadas se verán obligadas a vender la mayoría de sus activos líquidos y sus valores de alta calidad para estabilizar sus índices deuda/activo. Esto podría hacer que los precios de los activos entraran en una espiral descendente, propiciando más liquidaciones de parte de instituciones que, de otra manera, continuarían estables. Al mismo tiempo, los bancos se verían obligados a constreñir el crédito a la economía real. En efecto, las negociaciones de compra de capital privado –que dependen del financiamiento barato– están siendo diferidas, lo que ha favorecido que se depriman los precios de las acciones. A medida que la liquidez se agota y las normas crediticias se hacen rígidas, es probable que las inversiones de alto riesgo –incluso en los mercados emergentes– se incrementen.

Las recientes intervenciones de los bancos centrales sucedidas en Europa y Japón son un acontecimiento positivo si el excedente en valores subprime es un fenómeno de no más de un mes. Sin embargo, la continua presión sobre los precios de los activos rebasaría los esfuerzos de los bancos centrales para estabilizar los mercados.

A pesar de toda la preocupación, hay importantes factores positivos a considerar. El crecimiento global es aún fuerte: aunque el crecimiento del PIB estadunidense se desacelere –debido, en parte, a los precios inmobiliarios– las economías de la Unión Europea se mantienen firmes, y los mercados emergentes, en especial China e India, siguen en auge. De acuerdo con los registros históricos recientes, la relación precio-ganancias –un método para valorar acciones– no es desproporcionada, y el crecimiento de las ganancias, la mayor parte de las cuales proviene de mercados diversos a Estados Unidos o la Unión Europea, permanece fuerte. Al final, las cosas seguirán su curso, los riesgos globales tendrán un nuevo precio, y los inversionistas que astutamente se han moderado, podrían hacer que el dinero regrese a los mercados. Hasta entonces, sin embargo, seguiremos con los nervios de punta.

 
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