Usted está aquí: martes 7 de agosto de 2007 Política Parecía sólo un cuento

Jorge Carrillo Olea

Parecía sólo un cuento

El tema de Zhenli Ye Gon por sus enormes proporciones, parecía sólo un cuento inventado ya sea para darle color a este pálido gobierno o para encubrir tantas y tantas erratas y eventos desdichados. Las condiciones de magnitud eran dadas por la cantidad increíble de 205 millones de dólares en efectivo, encubiertas por la red todavía hoy no aclarada de autoridades mexicanas de muy alto nivel que hicieron posible la expedita naturalización del actor principal, las distintas operaciones de contrabando y los movimientos de capital. ¿Quién se acuerda hoy de los ductos volados en el Bajío?

Pero recientemente ha aparecido la sangre en este cuento tierno, que parecía más para la hora de ir a la cama que un cuento de crímenes y sangre, que acabaría costando cabezas y cárcel a más gente de la imaginable y eso se empieza a ver. El martes 31 de julio fueron ejecutados en Guerrero dos agentes de la AFI que habían participado en la apropiación de los 205 millones de dólares. Los dos agentes sacrificados habían participado también en la incautación de 19 toneladas de seudoefedrina en Lázaro Cárdenas a fines del año pasado. ¿Qué tanto sabían tales agentes?

Le será muy difícil a la autoridad desvincular unos hechos de los otros, o bien que de la información obtenida no se deriven secretos hasta hoy ocultados a la opinión pública y que implicarían a altos funcionarios federales de las secretarías de Gobernación, Hacienda y Crédito Público, de Salud y de la PGR. Sin una cobertura de esta sofisticación hubiera sido imposible para Zhenli Ye Gon obtener su naturalización, hacerse de amigos de tanto nivel, tejer su red desde China, claro que con la connivencia de algunas autoridades de aquel país, comercializar la materia del contrabando y almacenar el efectivo ya conocido.

De haber un sistema de inteligencia como el que se dice que se ha venido integrando desde principios de sexenio e incluso involucrado en él al mismo Presidente de la República, todo esto no hubiera pasado, simplemente no hubiera sido posible, excepción hecha, por supuesto, de que la corrupción fuera más poderosa que el sistema de inteligencia, presunción que tampoco es imposible.

La conclusión trágica es que por unas o por otras, la indefensión en que se encuentra nuestro país es de temerse. Las amenazas que se ciernen sobre nosotros son desconocidas. Lo trágico es que el chino y sus millones han venido a descubrir en su magnitud la ineficiencia, corrupción y simulación que son el eje del mal en México, a grado tal que así lo consigna con todas sus letras el propio Plan Nacional de Desarrollo de Felipe Calderón y ante ello la opinión se pregunta: ¿siendo tan claro el diagnóstico qué solución se le está dando?

El saber cuáles son los grandes temas que impactan a la vida nacional es un derecho consignado constitucionalmente y, sin embargo, el gobierno calla. ¿Será que de verdad piensa que los mexicanos todavía creemos en cuentos chinos?

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