Usted está aquí: martes 7 de agosto de 2007 Opinión El desastre

Marco Rascón

El desastre

Con el resultado electoral de ayer en Baja California, quedó claro que el llamado Frente Amplio Progresista, (FAP) ratificó su carácter de caricatura política. Elba Esther Gordillo es de nuevo la heroína del PAN ¡y del país! al enfrentar en Tijuana a Jorge Hank. Se confirma así que la "lucha contra la derecha", llevando al frente candidatos corrompidos y reivindicando la descomposición política, ha terminado fortaleciendo a la derecha. El PRD reveló, con todo y su desgarramiento de vestiduras, que aún falta dirección política dado su naufragio frente a los repartos entre el PRI, el elbismo y el PAN.

Previo al décimo congreso nacional perredista se hizo evidente el fracaso de la conducción lopezobradorista "contra la derecha", ya que su opción por la automarginación no sólo destruye la fuerza electoral conquistada hace un año, sino que fortalece a la derecha ante el hecho de que tanto el llamado FAP como la representación legislativa en las cámaras y el mismo PRD navegan a la deriva, sin perspectiva.

La estrategia por el "país de nunca jamás" es ya un desastre electoral en Chiapas, Tabasco, Yucatán, Zacatecas, Baja California, Oaxaca, Aguascalientes y Baja California, donde la baja es generalizada y regresa al perredismo a a sus porcentajes históricos al destruir la fuerza electoral ganada en las urnas en 2006, que con fraude y sin fraude fue histórica, pero que la dirección política no nada más no estuvo a la altura para responderle, sino que decidió reventarla y optar por una política marginal que raya en la complicidad con la derecha.

Hoy la oligarquía mexicana agradece al lopezobradorismo, al FAP, al PRD, a diputados y senadores de esto que se apropió y maneja como "izquierda" el haber dejado el campo de batalla y abandonar a los electores ante la idea de que en 2006 lo único que se jugaba era la Presidencia, y que todo intento de reforma con esta fuerza sería descalificado.

Todo ello ha orillado a que en cada estado del país, la fuerza electoral que hubo en 2006 se haya dispersado y que las alianzas con la ultraderecha (Yucatán) o la competencia entre ellos mismos (Zacatecas y Baja California) no sólo anuncia baja votación electoral, sino la descomposición política y prevalencia de los intereses particulares a los generales.

Esto se refleja en que pese a la fuerza popular que dice tener el lopezobradorismo y su "gobierno legítimo", es incapaz de unificar su fuerza y convocar a la formación de su propio partido; de lo contrario, es responsable de las alianzas del PT y Convergencia con la ultraderecha en Yucatán o con el hankismo en Baja California, y faltan aún las alianzas con el tricolor en Veracruz y el desastre que se avecina en Michoacán.

La apuesta a que la razón del "gobierno legítimo" se demostrará cuando el país se derrumbe y se destruya es fatal: en el campo legislativo ha permitido que el PAN y el PRI con sus aliados periféricos se hayan apropiado de todas las reformas. El cálculo de la destrucción de Pemex o las alianzas con la derecha empresarial evasora y caritativa en la reforma fiscal, así como carecer de una propuesta alternativa frente a la Ley del ISSSTE es el mejor servicio que se le ha podido hacer a la derecha que se dice combatir.

Ahora resulta que toda la historia de negociación y reformas con las cuales el PRD logró cambios profundos que llevaron al desquebrajamiento del partido de Estado priísta, ya no lo reivindica ninguno de los que están al frente de las corrientes del mismo partido del sol azteca, todos mantienen la política del incienso por encima de la convicción, sometiéndose al dictado del aislamiento y la marginalidad. Eso no es radicalismo, sino complicidad perversa con la derecha.

En el contexto del décimo congreso nacional del PRD son pocas las expectativas de reforma. De los documentos que ya circulan, ninguno enfrenta la situación interna ni los costos que ya tiene sostener la política de la automarginación. Todos eluden invariablemente el costo del desastre político, pues ninguno es capaz de reivindicar el 35 por ciento de 2006 como la verdadera realidad del país. ¿Qué mejor enemigo que ellos mismos?

El fondo no es de convicción y unión bajo programa, sino sumisión pragmática por un liderazgo que si bien representó esa fuerza electoral histórica, ese mismo factor la destruye como si solamente fuese obra de él, no de un largo proceso que viene de los esfuerzos de la izquierda desde mucho tiempo antes de formarse el PRD.

Su complicidad para destruir la aportación de 1988 y el cúmulo de reformas antes de 2000 y optar por la vía insurreccional (pero "pacífica" y sin el EPR, que interpretó mal lo del "gobierno espurio") conducen a la ausencia de una estrategia que los lleva a participar electoralmente, cuando ya le declararon la muerte a las instituciones, en particular al IFE, y hace que el próximo congreso del PRD opte por el cinismo más que por la reforma y la refundación.

Frente al desastre únicamente queda como alternativa romper con la sinrazón y la incoherencia.

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