Usted está aquí: lunes 6 de agosto de 2007 Deportes Intento de resurrección

José Cueli

Intento de resurrección

En un balcón de la Plaza México, al ir muriendo la tarde, pensaba que ser aficionado a la lidia de reses bravas es propia de soñadores. Esa fiesta florida, llena de luz, tardes de triunfos descritas en páginas amarillas de periódicos y revistas, que duermen en las hemerotecas. El legítimo reposo de las hazañas de los toreros que, a su vez, viven en los recuerdos de los aficionados.

Como esa hazaña de hace ocho días del novillero Luis Conrado, que hizo vibrar intensamente la plaza de Arroyo. El drama del novillero sin recursos, mas con entrega total, en la pequeña plaza en toda su intensidad. Portador de un mensaje torero, en momentos en que la fiesta brava es asediada por propios y extraños. Las tardes de apoteosis de los toreros escasean. Sobresale la de este humilde novillero como una feliz alucinación que nos lleva a imaginar un intento de resurrección del toreo en México.

Sin saberlo, Luis Conrado reivindicó una fiesta cocida a puñaladas, torpes patrañas, vilmente zaherida y calumniada por los interesados en su desprestigio. Modestamente el novillero que ha corrido la legua, los novenarios de los pueblos y, llega con el polvo de las carreteras en sus capotes, regreso esa emoción única de la muerte-vida que se da en las plazas de toros.

Este novillero de firme carácter que, como todos los hombres de acción siente el estremecimiento del cuerpo y lo transmite, con una vibración de sangre que llegó hasta los cabales. Luis tiene curtido el cuerpo en la dura contienda de todos los días, sufre los embates de las envidias y el brutal zarpazo de los enconos. Armado de valor, no solo triunfó, sino sacudió una fiesta brava en agonía. Vivo afán de esa torería que posee.

 
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