Usted está aquí: viernes 3 de agosto de 2007 Opinión ¿Por qué voy a votar por Cristina Fernández?

Sandra Lorenzano* / II y última

¿Por qué voy a votar por Cristina Fernández?

Que hoy más de la mitad de los argentinos esté pensando en darle su voto a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) habla de la solidez de un proyecto que consiguió revertir el desempleo -para noviembre de 2006 había bajado a 10 por ciento-, restructurar la deuda externa e incentivar la producción económica consiguiendo que el crecimiento llegara a una tasa sostenida de 8 por ciento, aumentar las reservas internacionales alcanzando los 30 mil millones de dólares, y fortalecer una política social que consiguió, en gran medida, detener los reclamos de los sectores más castigados por la crisis.

Como planteó la propia candidata durante el lanzamiento de su campaña, la fortaleza del proyecto se asienta en tres ejes: "la consolidación del Estado democrático y de sus instituciones", el fortalecimiento de un "modelo económico productivo de acumulación con inclusión social", y "la reconstrucción de la autoestima" de la sociedad argentina.

Un elemento fundamental de la aprobación social que tiene el gobierno de Kirchner es la política que ha desarrollado con respecto a los derechos humanos, y especialmente en lo relativo a la deuda histórica que en este sentido el Estado tiene con las víctimas de la última dictadura militar. Asumió como política de Estado la condena a la violación de los derechos humanos, tomando medidas impensables hasta hace poco tiempo. Baste recordar, por ejemplo, la anulación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, o la expropiación a las fuerzas armadas del predio ocupado por la tristemente célebre Escuela Superior de Mecánica de la Armada, y su entrega a los organismos de derechos humanos para crear allí un centro para la preservación de la memoria histórica y la educación para la paz.

En el discurso que pronunció durante el lanzamiento de su candidatura, la senadora CFK recordó el papel de las mujeres en la lucha contra la dictadura. Sobre todo de "aquellas que se pusieron pañuelos blancos en la cabeza para buscar desaparecidos".

Las dos agrupaciones de Madres de Plaza de Mayo, así como Abuelas de Plaza de Mayo y otros organismos de derechos humanos habían expresado ya abiertamente su apoyo a la candidata.

Siendo feminista, o quizá por serlo, no soy "mujerista"; es decir, no votaría por una mujer por el solo hecho de que lo fuera; he sufrido en carne propia y en "carne ajena" -permítanme la expresión- a unas cuantas mujeres en el poder. No es porque sea mujer, entonces, que le daré mi voto a Cristina en las elecciones del próximo octubre, sino porque siento que su proyecto político constituye en este momento la mejor opción para el país (más allá de algunos desacuerdos, por supuesto, que pueda yo tener con el gobierno de Kirchner). Y sí, me da un enorme gusto que sea una mujer inteligente, comprometida, experimentada, luchadora, fuerte, quien se proponga para consolidar este modelo.

Mal que les pese a unos cuantos que ya, hay que decirlo, se están preparando para volver al poder a escala nacional, como han empezado a hacerlo en algunas elecciones locales. En la Argentina, los nostálgicos de la mano dura son siempre más de los que quisiéramos.

Decía Walter Benjamin que "ni siquiera los muertos estarán a salvo del enemigo si éste vence..." Es necesario estar atentos. Es una responsabilidad ética velar por nuestros muertos y por nuestros vivos.

* Escritora argen-mex

 
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