Usted está aquí: lunes 30 de julio de 2007 Opinión Desde el otro lado

Desde el otro lado

Arturo Balderas Rodríguez

Salud de la industria automotriz

La industria automotriz estadunidense, sector clave en su desarrollo, está en crisis desde hace algunos años sin encontrar la fórmula para salir de ella. No fue suficiente el despido de 80 mil trabajadores en los dos pasados años, ni la restricción de las prestaciones a los que quedaron.

El poderoso sindicato de trabajadores de la industria automovilística (UAW, por sus siglas en inglés) se vio forzado a ceder en recortes de empleados y prestaciones para salvar el trabajo de decenas de miles de sus agremiados, según dijo el especialista en cuestiones laborales de la Universidad de California, en Berkeley, Harley Shaiken, quien agregó que la industria automovilística ignoró la crisis energética, cuando era previsible un aumento irreversible en los precios del petróleo y optó por continuar fabricando automóviles ineficientes en el consumo de gasolina, lo que resultó en una sensible pérdida de mercado.

Ese error estratégico de Detroit se ha combinado con una política gubernamental que también ha demostrado ser errónea en el sector salud. Según el propio Shaiken, uno de los desembolsos más onerosos que ha debido hacer la industria del automóvil es el que corresponde a gastos médicos de sus trabajadores. Aunque éstos se han visto mermados después de varios ciclos de negociaciones laborales, es uno de los conceptos que más afectan esa industria. Esto es una muestra más de la importancia que para cualquier país significa tener un sistema de salud universal accesible, administrado por el Estado, con aportaciones de la empresa, los trabajadores y el mismo Estado. Parece que en Estados Unidos ya se ha caído en la cuenta de lo importante de ello para la salud de la economía y de quienes contribuyen a su crecimiento. La inclusión del tema en la agenda de campaña de los precandidatos a la Presidencia es el ejemplo.

Quien tenga la curiosidad de asomarse a la forma en que trabaja el sistema de salud en Estados Unidos se habrá percatado de su excelencia, pero al que accede sólo un reducido grupo que tiene la oportunidad de pagarlo. Las compañías farmacéuticas, las corporaciones hospitalarias y las compañías de seguros tienen gran interés en que el sistema siga funcionando como hasta ahora, por lo que son los grandes escollos para reformar el sistema de salud. Con todo y sus excesos, la película Sicko, de Michael Moore, ofrece buen ejemplo de las injusticias e incongruencias de ese sistema.

Es muy probable que en las negociaciones que iniciará en breve el UAW con las empresas automovilísticas se halle una fórmula de salvar una de las industrias que fue el detonador de la economía estadunidense en la primera mitad del siglo pasado. También es muy posible que una vez más los trabajadores salgan raspados de esa negociación y, lo más grave para su causa, es que no les queden los recursos ni para curar las heridas que resulten de su encontronazo en materia de salud con los "celosos guardianes" de la industria.

[email protected]

 
Compartir la nota:

Puede compartir la nota con otros lectores usando los servicios de del.icio.us, Fresqui y menéame, o puede conocer si existe algún blog que esté haciendo referencia a la misma a través de Technorati.