Usted está aquí: lunes 30 de julio de 2007 Mundo Regresa a casa menor libanesa; estuvo 10 meses en hospital de Italia

Había sido dada por muerta tras ofensiva israelí hace un año

Regresa a casa menor libanesa; estuvo 10 meses en hospital de Italia

AFP

Bazuriye, Libano, 20 de julio. Hace un año Dalia Hussein era una niña de largos cabellos sedosos, llena de bríos y buena en aritmética, hasta el bombardeo israelí del 8 de agosto de 2006 cuando la impactó un obús, pero milagrosamente sobrevivió, gracias a un fotógrafo que la vio respirar en la morgue.

La niña tenía 6 años entonces. Su familia estaba refugiada en el pueblo de Ghaziyé, en el sur de Sidón. En plena ofensiva israelí sobre Líbano, el obús le cayó encima. La dieron por muerta. Su cuerpo fue transportado a la morgue. Se salvó.

Ahora, un año después, convertida en una minusválida, con el cráneo cubierto con un gorro para que no se le vean las cicatrices, acaba de regresar a su hogar tras pasar 10 meses en un hospital de Italia.

Tras la caída del obús, la niña fue transportada a la morgue del hospital de Sidón. Fue ahí donde el fotógrafo de prensa Mahmud Zayat descubrió que aún estaba viva. "Estaba acostada en una camilla. La sábana que la cubría se deslizó y vi que su pecho subía y bajaba. Estaba respirando. Le tomé una foto y llamé a los médicos para decirles que Dalia vivía", relató el fotógrafo. La niña tenía graves heridas en la cabeza.

"Los médicos nos dijeron que tenía una posibilidad sobre cien de sobrevivir", añade su madre.

Cerca de mil 200 personas, en su mayoría civiles, perdieron la vida en Líbano durante la ofensiva de 34 días lanzada por Israel contra el movimiento chiíta libanés de Hezbollah en julio y agosto de 2006.

El 28 de septiembre de ese año, Dalia fue trasladada por la Cruz Roja italiana hacia un hospital en la península, donde fue operada seis veces. Ahora regresó a la casa de su familia en Bazuriyé, una población del sur libanés.

La niña no puede hablar, ni caminar, pero está consciente y reconoce a su padre, a su madre, a su hermana y a su hermano, gemelos de 13 años.

Los médicos advirtieron a sus padres que sufría graves secuelas en el cerebro, probablemente irremediables.

Una foto de ella antes del drama, con su larga cabellera sedosa y sus ojos negros grandes y risueños, está colgada en la pared, al lado de la del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, oriundo del mismo pueblo.

Hoy la pequeña lleva los cabellos cortos, con un gorro para ocultar las cicatrices.

Todos los días su padre, Abdulá Hussein, modesto chofer de taxi de 45 años, la conduce hasta una pequeña clínica de la vecina ciudad de Tiro, para sesiones de rehabilitación.

En la casa, una bicicleta de interior la ayuda a hacer algunos movimientos con las piernas.

La familia no puede darse el lujo de hospitalizarla en Beirut y Alia ha comenzado a vender sus joyas para pagarle los tratamientos y cuidados médicos.

 
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