Usted está aquí: lunes 30 de julio de 2007 Espectáculos Trabajar una canción es una labor de orfebrería, artesanal: Geo Meneses

Presentó en Oaxaca su más reciente material Amuleto contra el mal de amores

Trabajar una canción es una labor de orfebrería, artesanal: Geo Meneses

ARTURO CRUZ BARCENAS

Ampliar la imagen Geo Meneses y su voz alargada en el Teatro Macedonio Alcalá Geo Meneses y su voz alargada en el Teatro Macedonio Alcalá Foto: Ezequiel Leyva

Oaxaca, Oax. El pasado viernes, la cantante oaxaqueña Georgina Meneses presentó en concierto de gala su más reciente disco, Amuleto contra el mal de amores, en el portentoso escenario del Teatro Macedonio Alcalá, cuyo proyecto data de 1903, con una más que aceptable entrada compuesta por familiares y amigos, así como público que gusta de la intérprete de voz profunda y plena de matices.

Minutos antes de las 20:00 horas, en las calles con las que hace esquina el teatro Armenta y López e Independencia, los asistentes se abrían paso, luego de haberse guarecido de un aguacero.

Adentro se escuchó el estruendo de los rayos y fue evidente la protección
de los muros del foro que lleva el nombre del compositor oaxaqueño Macedonio Alcalá, autor del himno de este estado: Dios nunca muere.

¡Primera!, ¡Segunda!... ¡Tercera llamada! La luz de los focos se extinguió paulatinamente. En ese medio oscuro, el haz de un reflector apuntó hacia el escenario y aparecieron los músicos de Georgina Meneses, que desde ya es Geo Meneses, "¡por lo de tierra!, ¿eh?". Ellos son Pepe Torres, pianista que hizo los arreglos de las piezas de Amuleto; Marco Durán, guitarrista de técnica depurada, y Joel Hernández, en los coros y percusiones.

Así, como en un rito ancestral, Geo se alistó a dar sus brebajes sonoros para ayudar a sanar heridas del corazón de quienes han quedado abandonados a su suerte, que han vuelto a estar solos, solos, como escribió Jaime Sabines. Hay melancolía, pero también alegría en ese apapacho de temas como Júrame, de María Grever, que expone el deseo de que la felicidad no se vaya.

"El mejor de mis amuletos es mi razón de vida", se escuchó en off. Era la voz de Geo, que inició con Serenata sin luna, un clásico de José Alfredo Jiménez.

Otoño, una pieza que la hizo balancear su cuerpo. En el fondo oscuro del escenario se proyectaba el espectro luminoso de dos ramas de trigo, que es un amuleto contra el hambre. Tú sólo tú, de Felipe Valdés Leal, pero a ritmo de un tic-tac en cámara lenta, a altas horas de la noche, con insomnio. No vuelvo a amar, de Alfonso Esparza Oteo, que Geo canta íntimamente, como un susurro. Es ella y el piano, y el público guarda silencio.

La Malagueña, en la que su voz alargada sustituye al falsete. Alma mía, del alma. Luz de luna, de Alvaro Carrillo, donde Geo abre los brazos; pareciera que vuela, que planea. El cascabel, cuya interpretación emociona tanto que unos pequeños admiradores le entregan dos ramos de flores.

La cigarra, con la que se han identificado decenas de intérpretes. El concierto concluye. Ante los aplausos, Geo pide al público que le cumpla un sueño. Cómplice, éste agradece y accede al juego.

Deja Georgina el escenario y los asistentes aplauden y gritan "¡otra, otra, otra...!". Ella regresa triunfalmente y cierra con La Llorona. En las líneas de "tápame con tu rebozo, Llorona, porque me muero de frío", una niña dijo: "Tiene frío, mamá".

El pianista Pepe Torres dijo que fueron sólo tres los músicos que acompañaron a Geo esa noche, pero "la idea con los arreglos es la de lograr más con menos. Utilicé elementos del jazz en las armonías".

Geo dijo al final: "Este disco ha implicado varios avances, pero nunca voy a decir que ya logré todo lo que quería. Pasa el tiempo y la exigencia será cada vez mayor. Trabajar una canción es como un trabajo de orfebrería, artesanal; es como llegar al fondo de las palabras".

 
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