Usted está aquí: viernes 27 de julio de 2007 Economía Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik

Un primate con apetito epistémico

Trabajo y mente causales nos hicieron humanos

Largo camino hasta el homo sapiens

"Me declaro continuista también"

Ampliar la imagen Cráneos humanos encontrados en una tumba masiva, producto de la Guerra de los Treinta Años, cerca del pueblo de Scharfenberg, al norte de Berlín. El episodio comenzó en 1618 en el centro de Europa (principalmente en territorio alemán) y concluyó en 1648 Cráneos humanos encontrados en una tumba masiva, producto de la Guerra de los Treinta Años, cerca del pueblo de Scharfenberg, al norte de Berlín. El episodio comenzó en 1618 en el centro de Europa (principalmente en territorio alemán) y concluyó en 1648 Foto: Reuters

Capacidad prensil derivada de la oponibilidad del pulgar, dominancia del sentido de la vista y no del olfato y bipedestación (caminar erguido en dos extremidades) son elementos constitutivos de los homínidos (primates bípedos), mientras en el género homo se añade la tendencia al crecimiento del cerebro. Así comienza la reciente ponencia de Aura Ponce de León (APL), que da título a esta entrega1 y que reflexiona sobre el papel del trabajo y de la mente causal (que se orienta a percibir, comprender y utilizar la causalidad) en el proceso de hominización. A partir de la constitución del género homo en Africa, hace 2.5 millones de años, con la fabricación de rudimentarias herramientas de piedra, seguidas de otras más elaboradas, del uso probable del fuego y del entierro de los muertos, la historia natural se entremezcla con la cultural, señala APL.

La autora sostiene que no fue un impulso particular o salto crítico el que inició el proceso que llevó al homo sapiens, sino la conjunción de diversas variables. A los rasgos humanos distintivos ya enumerados añade: adecuación del hábitat, vida social, cuidado parental prolongado, incipiente división del trabajo, la distinción entre el bien y el mal, lenguaje y arte. APL destaca la importancia del lenguaje como mecanismo de almacenamiento de información extrasomático, sin el cual una herencia cultural tan vasta no habría podido transmitirse, y la del tamaño del cerebro, ya que una mayor cantidad de neuronas posibilitan el desarrollo de capacidades como la comunicación y el trabajo. La autora añade que todos estos comportamientos pueden encontrarse en forma rudimentaria y en ocasiones sofisticada en otros animales. Enumera algunos animales constructores y añade la curiosidad de los gatos, la astucia del zorro, la inteligencia del cuervo y el lenguaje de los delfines. De los chimpancés (el animal más cercano a nosotros) destaca la inteligencia maquiavélica, la autoconciencia, la fabricación y utilización de instrumentos y armas, la sexualidad disociada de la reproducción y la capacidad de aprendizaje del lenguaje de señas.

Concluye que los rasgos que "consideramos que más nos caracterizan no constituyen, por sí solos, una ruptura completa con otros animales. Es una cuestión de grado y de conjunción". Y añade lo que considera una variable clave: la mente causal, que concibe como "la condición que antecedió al trabajo y lo posibilitó". Afirmación discutible. Muestra cómo la habilidad de hacer y manipular utensilios nos convirtió en la más adaptable de todas las criaturas, y argumenta que la diferencia con otros animales capaces de crear instrumentos estriba en nuestra mayor premeditación y previsión de futuro, el pensamiento conceptual y la capacidad inventiva. Concluye, de aquí, que el trabajo, la capacidad de modificar nuestro entorno, es una de las principales características de nuestro género.

Por considerarla una revisión conceptual profunda de lo que el trabajo es a la esencia humana, APL revisa a continuación mi libro en preparación, Ampliar la mirada: un nuevo enfoque de la pobreza y el florecimiento humano. Identifica tres fuentes y tres partes integrantes de mi concepción sobre la esencia humana: la concepción filosófica de Marx a través de la lectura de György Márkus (Marx-Márkus), las teorías de los instintos y de las necesidades humanas de Maslow, y las tesis sobre las necesidades peculiarmente humanas de Fromm. APL considera que mi recreación del planteamiento de Marx-Márkus sobre los rasgos esenciales del ser humano (trabajo, que se orienta de manera mediada a la satisfacción de sus necesidades como su actividad vital; ser social y consciente, que tiende a la libertad y a la universalidad) contribuye a recuperar el verdadero papel del trabajo de los orígenes humanos. De esta visión deriva una crítica a la paleoantropología, la cual, dice, sobredimensionó el hecho que otros primates también fabrican y usan herramientas, y minimizó "el enorme hecho de nuestra cuna histórica, posibilitada sólo por el trabajo y por la retención y transmisión de sus éxitos y productos a cada nueva generación que recibe así una herencia cada vez más rica y compleja".

APL señala: "Boltvinik juzga que es en el trabajo y los elementos asociados a él donde se encuentra la ruptura entre las formas previas y la aparición del hombre. Yo matizaría. Encuentro en el reino animal innumerables muestras de trabajo, sociabilidad y conciencia, tanto presentes individualmente en distintas especies, como juntas, presentes las tres en una sola especie, como los chimpancés. Sin embargo, cualquiera que sea nuestra postura en un hipotético debate ruptura-continuidad, en el cual yo me sitúo como continuista, no disminuye en absoluto la relevancia de la aportación de Boltvinik en cuanto a volver a llamar nuestra atención sobre la importancia crucial del trabajo en la aparición de nuestra especie y sobre la relación de retroalimentación que se estableció en el ser humano, entre sus capacidades y sus necesidades".

Creo que me ha convencido: me declaro continuista también. APL analiza la concepción de David Hume, según la cual la mente causal estaría presente también en los animales y plantea que esta mente se magnificó en el ser humano. Concluye su profundo ensayo con preguntas muy sugerentes que pueden abrir rutas de investigación transdisciplinaria: ¿Tenemos un instinto de causa? ¿Estriba aquí una de nuestras causas originarias? ¿Cómo abordar desde la paleoantropología la dupla necesidades-capacidades para comprender mejor el círculo virtuoso que nos hizo, nos hace, humanos?

1 Aura Ponce de León, "Un primate con apetito epistémico. Pensando la evolución con Hume y Boltvinik", ponencia presentada en el coloquio Mente, Cultura y Evolución, Taxco, 12 y 13 de julio, INAH.

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