Usted está aquí: lunes 16 de julio de 2007 Mundo Casi medio centenar de muertos en Pakistán al seguir ola de ataques

Rompe el Consejo Talibán el acuerdo de paz firmado el año pasado con Musharraf

Casi medio centenar de muertos en Pakistán al seguir ola de ataques

Miles de soldados del ejército paquistaní llegan al noroeste del país para combatir a extremistas

AFP, DPA

Ampliar la imagen Residentes de la provincia de Swat, en el noroeste paquistaní, en el camino donde dos suicidas se hicieron estallar al paso de un convoy militar que provocó la muerte a 11 soldados y cuatro civiles Residentes de la provincia de Swat, en el noroeste paquistaní, en el camino donde dos suicidas se hicieron estallar al paso de un convoy militar que provocó la muerte a 11 soldados y cuatro civiles Foto: Ap

Ampliar la imagen Imagen de Osama Bin Laden tomada del video interceptado antes de aparecer en Internet, en el cual el líder de Al Qaeda elogia el martirio como "camino hacia la gloria" para los musulmanes Imagen de Osama Bin Laden tomada del video interceptado antes de aparecer en Internet, en el cual el líder de Al Qaeda elogia el martirio como "camino hacia la gloria" para los musulmanes Foto: Ap/IntelCenter

Islamabad, 15 de julio. Casi medio centenar de personas murieron hoy en el segundo día de ataques suicidas en el noroeste de Pakistán, zona fronteriza con Afganistán donde operan varios grupos integristas islámicos. Los atentados, además, ocurrieron al mismo tiempo que el Consejo Talibán anunció la ruptura del acuerdo de paz que firmó el año pasado con el gobierno del presidente Pervez Musharraf.

Uno de los ataques de este domingo se produjo en el distrito de Swat, en frontera noroeste, y tuvo como objetivo un convoy militar. Mientras estallaba una mina colocada poco antes, dos suicidas estrellaron sus vehículos cargados de explosivos contra la caravana, informó el vocero del ejército, Waheed Arshad.

Según este vocero, 11 militares murieron en el acto y otros tres fallecieron en el hospital. El atentado también costó la vida a cuatro civiles, tres de ellos miembros de la misma familia, y demolió completamente dos viviendas, además de causar daños importantes a otras cuatro.

En la misma provincia, pero en el distrito de Dera Ismail Khan, un hombre hizo estallar los explosivos que llevaba adosados al cuerpo en un centro de reclutamiento de la policía. Más de 38 personas, 15 de ellas miembros de los cuerpos de seguridad, murieron en el ataque. El jefe de la policía de la ciudad, Habib ur Rheman, sin embargo, advirtió que esta cifra podría dispararse ya que muchos de los 50 heridos que provocó la explosión están en estado crítico.

Estos atentados se perpetraron apenas un día después de que, en otro ataque suicida, 24 soldados perdieron la vida en la provincia de Waziristán del Norte, otra zona tribal fronteriza con Afganistán. Según el ministro del Interior, Aftab Sherpao, este atentado no tiene que ver con los ataques de hoy.

Sherpao explicó que la explosión del sábado podría estar vinculada a una vieja disputa del gobierno con los grupos tribales de la región. En cambio, declaró que los atentados de hoy "de alguna manera podrían estar relacionados con la Mezquita Roja", que fue asaltada por el ejército el pasado 10 de julio, luego que un grupo de militantes integristas islámicos se atrincheraron en su interior y secuestraron a varias mujeres y niños.

El mismo día en que las tropas gubernamentales entraron al templo, el clérigo radical Maulana Sami ul Haq, que cuenta con varios miles de seguidores, advirtió que la acción del gobierno "desatará una serie incesante de atentados suicidas y explosivos". La misma amenaza la repitieron otros líderes fundamentalistas. Un vocero de Wafaq-ul, una asociación de escuelas coránicas, aseguró que la decisión de entrar en la Mezquita Roja puede desatar una guerra civil en el país.

El presidente Musharraf respondió a estas advertencias asegurando que eliminará a los extremistas "en todos los rincones" del país. Para lograrlo, envió a miles de soldados al noroeste de Pakistán, donde más fuerza tienen las organizaciones integristas.

Ante la llegada de nuevas tropas el Consejo Talibán, que agrupa a varias milicias fundamentalistas de esa zona, decidió romper un acuerdo de paz firmado con el gobierno en 2006. "Habíamos firmado ese pacto por el bien de nuestro pueblo, pero las fuerzas gubernamentales continúan sus ataques contra los talibanes y han matado a muchos", explicó la organización en un comunicado.

El acuerdo establecía que los milicianos islamitas perseguirían a los combatientes extranjeros que encontraran a cambio de que las fuerzas armadas cesaran sus ataques y abandonaran 25 puestos de control en la región. Según el texto del Consejo Talibán, las fuerzas armadas no cumplieron este último punto. El ministro Sherpao, sin embargo, respondió que dicho grupo tampoco ha cumplido lo acordado de manera "estricta", por lo que el gobierno tiene derecho a faltar a algunos de sus compromisos.

La decisión de los talibanes paquistaníes agravará aún más la de por sí complicada y ambigua relación entre el gobierno de Musharraf y las milicias integristas, que lo acompañan en algunas ocasiones y lo enfrentan en otras. Por una parte, el ejército se ha apoyado en las organizaciones fundamentalistas para librar la guerra contra India por el control del territorio de Cachemira, muy cercano a la zona donde éstas operan. Por la otra, sin embargo, estos mismos grupos atacan a los cuerpos de seguridad en su lucha por conseguir mayor autonomía para las provincias de la región y por instaurar un estado islámico en el país.

Musharraf, además, se comprometió con Estados Unidos, uno de sus principales aliados, a combatir a grupos religiosos extremistas, algo que ha cumplido sólo en parte, en un doble juego que busca pacificar el territorio pactando con los talibanes al tiempo que pretende debilitarlos.

Todo esto, además, ocurre a menos de un año de las elecciones presidenciales, que tendrán lugar a finales de 2007 o principios de 2008. Musharraf, que ascendió al poder en 1999 tras un golpe de Estado y se hizo elegir en unos comicios a los que acudió menos de 30% del electorado y que fueron muy cuestionados, pretende repetir en el cargo.

Para mantenerse en la presidencia, el mandatario ha tenido que enfrentarse a varios obstáculos. En marzo pasado, por ejemplo, destituyó al jefe de la Corte Suprema, el juez Iftikhar Chaudhry, que se opone a la posibilidad de que el mandatario siga en el cargo. La decisión del presidente provocó varios motines, como el que cimbró la ciudad de Karachi -la más grande del país- en mayo.

Violencia en Afganistán

En el vecino Afganistán, donde los talibanes fueron derrocados al amparo de una operación bélica estadunidense a finales de 2001, al menos 14 personas fallecieron en una serie de ataques presuntamente cometidos por los talibanes afganos. En la provincia de Paktika, una bomba detonada a control remoto mató a cinco albañiles que trabajaban en la construcción de un camino. En la misma zona, el jefe del distrito de Showak fue víctima de una emboscada en la que murieron dos de sus guardaespaldas. También en Paktika, una persona murió cuando varios cohetes lanzados desde Pakistán contra una base de la Organización del Tratado del Atlántico Norte erraron el blanco y cayeron sobre su casa.

 
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