Usted está aquí: sábado 14 de julio de 2007 Opinión Block de notas

Ilán Semo

Block de notas

Biografía femenina. Heiddegger escribe que el cuidado de uno mismo define uno de los sentidos de la existencia. Tal vez por esto las mujeres se la pasan una parte de su vida hablando del hombre al que quisieran conquistar, y la otra parte, lamentándose del que consiguieron.

Fidelidad. Para mostrar el cariño que Elba Esther Gordillo profesa por la enseñanza, la líder decidió contraer nupcias no con un maestro sino con todo el cuerpo magisterial, con el SNTE entero. Ahora es su dirigente vitalicia, "hasta que la muerte los separe". En rigor, la política sindical ha pasado del charrismo, que data de los años 40, al gordillismo del siglo XXI, sin grandes sobresaltos. Lo que no deja de asombrar en esta historia es que presidentes van y vienen, los partidos se alternan o desaparecen, las ideologías mueren y surgen nuevas, la tecnocracia ha sustituido a la burocracia, en Zempoala ya no hay árboles, y lo único que permanece es la figura (y la certidumbre) del cacique. Darwin sostenía que el más apto es el que se adapta (a las nuevas circunstancias). Entendido como arquetipo, el (la) líder sindical mexican@ es entonces el último gesto de la evolución humana.

¿Demografía no creciente? La noticia más relevante de la semana -y probablemente de la historia social contemporánea del país (sin exagerar)- la dio el Consejo Nacional de Población. En el año 2000, cada mexicana tenía (en promedio) 2.8 hijos; en 2007, la cifra descendió a 2.1 hijos. Eso significa que estamos a punto de cruzar el umbral en el que la población ya no habrá de crecer. Si agregamos que cada año (entre 2000 y 2004) 400 mil emigrantes cruzaron la frontera con Estados Unidos, cifra que ascendió a 570 mil entre 2005 y 2006, es probable que el total de habitantes que viven hoy en el territorio nacional no sea mucho mayor que los que lo habitaban en 1998. ¿Se detuvo la explosión demográfica que comenzó en la década de los 40 y alcanzó cifras alucinantes en los años 70? A menos que el termómetro hormonal de la nación sufra sobresaltos inesperados, la repuesta es probablemente afirmativa. La buena nueva es que se asoma el día en que ya no seremos más; la mala, que los mejores se marchan.

Geografía accidental. El combate contra el narcotráfico arroja estadísticas que aún aguardan una interpretación. Las entidades con operativos militares suman ya nueve: Sinaloa, Guerrero, Michoacán, Baja California, Chihuahua, Nuevo León, Veracruz, Durango y Tamaulipas. Dos son gobernadas por el PRD, una, Baja California, por el PAN, y seis por el PRI. Ahí donde ingresa el Ejército el número de víctimas aumenta exponencialmente. La opinión pública local -y la nacional- se encargan de enrarecer el ambiente. La mayoría de los periódicos cuentan cadáveres de una muerte ya fría. Lo que se respira en las localidades es un ambiente, más que de inseguridad, de asedio. ¿Cómo habrá de modificar este hecho la geografía electoral de esos estados? La relación no es necesariamente automática. En Baja California y en el Distrito Federal, los índices de inseguridad no han sido hasta la fecha un factor decisivo a la hora de las urnas. El PAN y el PRD han obtenido mayorías respectivamente en esas entidades de manera continua a pesar de la violencia que gobierna sus calles. Sin embargo, el fenómeno actual es distinto. La campaña contra el narcotráfico proviene del "centro". Hay poblaciones donde es vista como un ejercicio de intervención, una nueva afirmación del centralismo; en otras, seguramente, se le percibe como un respaldo. Será interesante observar si estas percepciones acaban afectando los resultados de las urnas. Extraña, por ejemplo, que en estado gobernados por el PAN, como Jalisco o Guanajuato, el Ejército no haya sido convocado.

Catalina bien vale una ley. Durante nueve meses Catalina ocultó su embarazo (véase: El Universal, sección C, 10 de julio, 2007). No quería que su familia se enterara. Las contracciones la sorprendieron en casa. Se escondió en el baño. La criatura nació, y ella murió desangrada antes de que llegaran los paramédicos. Tenía 20 años. No sé si el derecho a elegir libremente el destino de un embarazo pueda terminar con estas tragedias. Entre la aprobación de una ley y su práctica pueden mediar siglos. La diferencia, mínima y sustancial, es que hoy las futuras Catalinas pueden acudir por pie propio a un hospital civil.

 
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