Usted está aquí: viernes 13 de julio de 2007 Política Fox y AMLO: una relación tormentosa

Fox y AMLO: una relación tormentosa

ROSA ELVIRA VARGAS

Aunque nunca disimularon sus divergencias ideológicas y de proyecto político, Vicente Fox Quesada y Andrés Manuel López Obrador mantuvieron contactos y comunicación frecuentes durante casi todo el primer año de su gestión en la Presidencia de la República y en el Gobierno del Distrito Federal, respectivamente.

En 2001, se visitaron en sus respectivas sedes de gobierno, signaron compromisos y atestiguaron pactos; se tuvieron deferencias mutuas e incluso el tabasqueño llamó a los actores políticos del país a una tregua que, basada en el respeto a la investidura presidencial, condujera a un acuerdo nacional ''por la economía popular, por la democracia y por la justicia''.

Ya para finales de ese año la relación política se había deteriorado bastante y al inquilino de Los Pinos le pesaba sobremanera la popularidad del gobernante capitalino. Tanto, que no pudo reprimir hacer público su disgusto ante los reporteros que cubrían sus actividades cotidianas y en un almuerzo con ellos en la Hondonada de Los Pinos, de pronto -palabras más, palabras menos- les soltó: ''Díganme algo: ¿por qué a Andrés Manuel López Obrador todo le pasan y a mí no?'

Asombrados, los periodistas le preguntaron el motivo de tal impresión, y Vicente Fox dio rienda suelta a su amargura: ''Lo quiere mucho la prensa, todo le festejan: sus chistes, sus ocurrencias... ¡y a mí no me pasan una!'', recuerda uno de los participantes en ese diálogo. Y es que, para entonces, la popularidad del ex líder del PRD se ubicaba en niveles muy altos, mientras que al jefe del Ejecutivo le perseguía la picaresca a propósito de las anécdotas que se reseñaron en el viaje a España, que había realizado en octubre de ese año (ya se sabe, aquello de José Luis Borgues, las botas de charol y el ramo de novia que lanzó Marta Sahagún a un grupo de reporteras en el avión presidencial, entre otras).

Pero en los primeros meses, muy distinto fue el trato que ambos se dispensaron y que, a la distancia, resulta absolutamente contrastante con la abierta campaña que desde la residencia presidencial se orquestó contra el gobernante capitalino en la segunda mitad del sexenio.

En el primer semestre de 2001, López Obrador estuvo en dos ocasiones en Los Pinos para dialogar con el presidente Fox. Esto, pese a que en ese periodo, y a propósito del horario de verano, había ocurrido la primera discrepancia entre ambas administraciones. De hecho, el primero de marzo el jefe de Gobierno del Distrito Federal anunció públicamente que acudiría ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación para interponer una controversia contra esa medida.

Vinieron después otros motivos de confrontación: la intención del gobierno federal de realizar una reforma fiscal que gravara con IVA alimentos y medicinas y, en mayo, la revelación del entonces secretario de Desarrollo Económico del Distrito Federal, Alejandro Encinas, en el sentido de que el gobierno federal pretendía elevar 16.7 por ciento el precio del litro de la leche Liconsa, a lo cual -anticipaba- se opondría el gobierno capitalino.

Pero nada de eso llevó a la ruptura entre Vicente Fox y López Obrador. En un solo mes -agosto-, ambos se hicieron visitas recíprocas en sus sedes de gobierno. Así, el 14 de agosto, en Palacio Nacional, participaron en la instalación del Consejo Consultivo para el Rescate del Centro Histórico. A López Obrador lo acompañaron en esa ocasión lo mismo intelectuales que empresarios y no pocos políticos del propio PRD y PAN. En esa ocasión, además, Fox Quesada daría un mensaje del que años después, y a la vista de lo ocurrido, olvidaría totalmente.

Dijo entonces: ''La sociedad espera de todos y de todas la disposición al acuerdo... para la ciudadanía es importante que nuestras energías políticas no queden en la discusión o el debate, válidos en la medida en que fortalecen a nuestra democracia, pero dañinos si nos separan de la genuina búsqueda de acuerdos, compromisos, logros y resoluciones''.

Dos semanas después, Fox acudió al antiguo Palacio del Ayuntamiento para pactar con López Obrador un frente común contra la delincuencia en el Distrito Federal.

Y las cortesías políticas no cesaban pese a todo, como ocurrió cuando el jefe de Gobierno ordenó retirar las mantas gigantescas colocadas por el PRD capitalino censurando los resultados del primer año de gobierno de Vicente Fox.

Incluso, ya para finalizar el año, aquel que a la postre se convertiría en la mayor obsesión del mandatario, expresaba sus deseos para 2002: ''Que le vaya bien al presidente Vicente Fox. No voy a socavar la institución presidencial. Yo no quiero que le vaya mal pensando que así me irá bien a mí. Ojalá le vaya bien a él y nos vaya bien a nosotros''.

 
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