Usted está aquí: sábado 7 de julio de 2007 Cultura Varias Fridas, actores y músicos ocuparon el escenario en la Casa Azul

Se convocó al humor, la alegría y la resistencia como le hubiera gustado a la pintora

Varias Fridas, actores y músicos ocuparon el escenario en la Casa Azul

Ella y Rivera sabían que su obra y gran esfuerzo trascenderían, dijo Arturo García Bustos

ARTURO JIMENEZ

Ampliar la imagen Guillermo Monroy, Fanny Rabel, Rina Lazo y Arturo García Bustos, disciplulos de Frida Kahlo, durante la celebración por la pintora en el patio de la Casa Azul Guillermo Monroy, Fanny Rabel, Rina Lazo y Arturo García Bustos, disciplulos de Frida Kahlo, durante la celebración por la pintora en el patio de la Casa Azul Foto: Guillermo Sologuren

Un brindis por Frida Kahlo con pulque, tequila, aguas frescas o café, además de poemas, sones, corridos, canciones, baile y música coronaron las celebraciones en la Casa Azul por los cien años del nacimiento de la pintora.

Eran las cuatro de la tarde y, en el pequeño escenario al fondo del patio, la actriz Ofelia Medina, acompañada por los músicos y las muchas Kahlos de su obra Cada quien su Frida, más otras que se agregaron, resumió el abanico de intereses de la pintora mediante una cita de ella misma:

''La revolución es la armonía de la forma y el color, bajo una sola ley: ¡La vida! Todo es todo, y uno."

Comenzaba el final de una jornada que, iniciada a las 13 horas como una segunda etapa, incluyó un brindis tequilero de Jesusa Rodríguez y su madre. Y acompañada por el Trío Huasteco de la Secretaría de Cultura de la ciudad de México, la actriz también compartió su versión de La tequilera:

''Borrachita y mariguana me apañó la policía, pero traigo dos peyotes pa'la cruel melancolía"...

Y luego brindó de nuevo, como suele hacerlo su madre, quien por cierto conoció a Frida y vivía a dos cuadras de la Casa Azul: ''Salud y revolución social".

Flotar entre los caballetes

Antes habían pasado a rendir su homenaje a la autora de Venado herido con flechas algunos de sus alumnos, como Fanny Rabel, Guillermo Monroy, Arturo García Bustos y Rina Lazo, quien aclaró que ella, sobre todo, asistió a Diego Rivera con el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.

Mientras Rabel, en silla de ruedas, sólo comentó que ya se había dicho mucho, García Bustos recordó reuniones como la de ayer ''con la maestra Frida", y dijo que ella y Rivera apoyaban a quienes buscaban ''el aliento maravilloso de esta pareja que desbordaba al mundo; ellos sabían que con su obra y gran esfuerzo mucho iban a trascender".

Monroy confesó que, horas antes, por la mañana, cuando Ofelia Medina gritó ''¡Zapata vive!" junto a la pirámide del patio, en la que había flores, ídolos mesoamericanos y un retrato de Frida, sintió como si la pintora estuviera presente.

''Frida Kahlo no sólo nos enseñó a pintar", dijo Monroy, y luego abundó sobre cómo a su maestra le dio gusto cuando le informaron que habían ingresado al Partido Comunista Mexicano, en la célula Silvestre Revueltas, y cómo cabildearon para el reingreso de la pareja de pintores a esa organización clandestina.

Monroy evocó que una mañana, mientras pintaba en el patio con sus compañeros, Frida salió de la casa vestida con pantalón y camisa negros, a pasearse por los caballetes.

''Lucía verdaderamente hermosa, como si flotara en lugar de caminar, mientras sonreía. Jamás se quejó con nosotros de que le doliera alguna parte del cuerpo. Por eso la nostalgia con la fiesta de hoy."

También pasaron al escenario, en cuyo fondo dominaba un ploters con la foto de la pintora, la itinerante Compañía Independiente de Arte Din Don, El Arte a la Puerta de su Casa, cuyos dos músicos y dos mujeres cantantes, vestidas como Fridas, cantaron La naturaleza extraña, basada en el poema de Beatriz Rosas y música de Pierre Montillau.

Vendría luego la agrupación del Taller de Marimba de la Casa de la Música Mexicana, dirigida por Jorge Luis Aquino, y el citado Trío Huasteco.

Al final del largo homenaje, bajo el papel picado con la leyenda "Viva la vida" y frente a una mojiganga de la pintora de unos tres metros, Ofelia Medina, con músicos y actores, encabezó una velada en la que, pese a la letra triste de varias canciones, convocó al humor, el sarcasmo, la alegría y la resistencia. Así le hubiera gustado a Frida, dijo.

 
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